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La lección que 'La edad dorada' está dando a 'Los Bridgerton'

Crítica

Peggy es el mejor personaje de la temporada tanto por la lectura racial de su trama como por un arco romántico que funciona

Audra McDonald y Denée Benton.

Audra McDonald y Denée Benton.

HBO

Cuando se tiene una serie de época sobre la alta sociedad de Nueva York del siglo XIX, no es fácil incorporar una lectura racial. Se corre el riesgo de saltarse la verosimilitud del contexto histórico o relegar los personajes negros a roles residuales y marginales. Julian Fellowes, al adentrarse en este terreno en La edad dorada, siempre tuvo claro que no podía despreciar un sector de la población. Incluyó el personaje de Peggy Scott, el personaje interpretado por Denée Benton que entró en casa de los Van Rhijn como secretaria. Y, ahora que estamos a mitad de la tercera temporada, Peggy se ha convertido en la MVP, the belle of the ball, el personaje más radiante.

A Peggy nunca le han faltado minutos en un drama tan coral que era probable pasar desapercibida era una opción probable, pero a menudo se notaba que su presencia también tenía sus limitaciones: el racismo imperante le impedía salir de entornos muy concretos y relacionarse con más personajes que los allí presentes en casa de los Van Rhijn. En este tiempo, sin embargo, hemos conocido su pasado (y cómo perdió un hijo), hemos visto cómo se convertía en una periodista respetada, cómo se enamoró de un hombre casado y cómo se convertía en una voz imprescindible para la comunidad negra por su compromiso político y social.

“Desde el principio, hemos querido incluir tramas sobre la élite negra y la clase media negra, porque estas historias siempre han sido ignoradas por la televisión y el cine de esta época”

En los nuevos episodios, en cambio, el tratamiento es impecable y, de paso, está sirviendo para abordar temáticas muy interesantes. Al conocer a Elizabeth Kirkland (Phylicia Rashad), la madre del doctor que la está cortejando desde que se puso enferma, La edad dorada ha planteado cómo podía ser el comportamiento de la clase alta de la propia comunidad negra. La señora Kirkland considera que Peggy quizá no está a la altura de su hijo por ser hija de un hombre esclavo y también por su color de piel. El grito que pega a sus nietos por ponerse morenos (“lo último que necesitan es más sol”) permite entender cómo la ve.

“Desde el principio, hemos querido incluir tramas sobre la élite negra y la clase media negra, porque estas historias siempre han sido ignoradas por la televisión y el cine de esta época”, ha justificado Sonja Warfield, co-showrunner de la serie con Fellowes. Como “esa gente existe”, querían “ponerla en pantalla”, y que la historia no girase otra vez más en torno a la esclavitud. “Hay mucho racismo internacionalizado y colorismo”, criticó sobre la discriminación extra que reciben las personas negras más oscuras en comparación con las más claras, incluso dentro del colectivo.

Denée Benton y Jordan Donica tienen química, sí. Por fin Peggy encuentra a alguien a su altura.
Denée Benton y Jordan Donica tienen química, sí. Por fin Peggy encuentra a alguien a su altura.HBO

Warfield, de hecho, se inspiró en una anécdota familiar suya: una de sus abuelas tenía un padre biracial mientras que la otra tenía ascendencia indígena, y las dos temían que le diera demasiado el sol para que no fuera demasiado oscura. “No digo que mis abuelas me discriminasen pero se preocupaban por mi color”, ha revelado en TVLine. Para Fellowes, que en Downton Abbey apenas había abordado cuestiones raciales, esta realidad de la señorita Scott sirve para mostrar cómo “cada comunidad tiene sus esnobismos, sus separaciones, sus divisiones”.

Ya en el pasado se había abordado los prejuicios alrededor de la comunidad negra mediante el personaje de Marian (Louisa Gummer). Cuando se presentó a casa de los Scott con botas viejas, asumiendo que al ser negros necesitaban limosna, representó a todo ese sector del público que pensaban que las personas negras solo sirven para historias de miserias en la pantalla. Entre el servicio de los Van Rhijn estaba la señora Armstrong (Debra Mong) que se negaba a servir a Peggy. Y, en esta temporada, el doctor Kirkland apareció precisamente en casa de los Van Rhijn porque el médico de Agnes y Ada se negaba a atender a una persona de color ante la atónita mirada de sus pacientes de siempre, educadas en el antiracismo.

Fellowes y Warfield le están dedicando más cariño a su historia de amor que a la de la mismísima Marian, la protagonista blanca

Pero el éxito de la trama de Peggy va más allá del desprecio sufrido por parte de Elizabeth Kirkland: también es el triunfo de las tramas cocidas a fuego lento y el acierto de focalizarse en su historia de amor. Después del sufrimiento por el hijo perdido, por el hombre casado, por el padre difícil, Fellowes y Warfield le están dedicando más cariño a su historia de amor que a la de la mismísima Marian, la protagonista blanca. Ayuda mucho que, aparte del interés que hay en la sala de guionistas, no falte ni una pizca de química entre Denée Benton, siempre luminosa, y Jordan Donica.

La edad dorada es, como siempre destaco, una serie ligera y con sus aspectos frustrantes. Tiene demasiados personajes (sobre todo por lo desdibujados que están los sirvientes), los arcos dramáticos y las tramas son de lo más previsibles, y tiene una dirección insulsa que confía en exceso en la elegancia y belleza del vestuario y las localizaciones. Pero, con tratamientos de personaje como el de Peggy Scott (o el de Oscar Van Rhijn, un homosexual en tiempos imposibles para alguien desviado), está dando toda una lección sobre cómo abordar la diversidad en un drama de época tradicional y para todos los públicos.

'Los Bridgerton', siempre superficial, siempre inverosímil, siempre sin coherencia interna. 
'Los Bridgerton', siempre superficial, siempre inverosímil, siempre sin coherencia interna. LIAM DANIEL/NETFLIX

De hecho, es imposible no pensar en la lección que le está dando a Los Bridgerton. Chris Van Dusen, posiblemente a petición de Shonda Rhimes, se inventó una aristocracia multirracial en Inglaterra sin pizca de inteligencia, verosimilitud y hasta la más mínima coherencia interna. Una cosa era hacer un casting diverso para no discriminar a los actores no caucásicos y la otra era reescribir la historia de forma improvisada, salpicando de ineptitud todo el sistema conservador del que se alimentan los códigos románticos clave. ¿Por qué no el racismo desaparece en cosa de una generación pero sí persiste el machismo y la homofobia?

Lo de Los Bridgerton es una deconstrucción de la Inglaterra de principios de siglo XIX por capricho por parte de quienes no entienden el funcionamiento de la sociedad que intentan retratar y sin que hasta la fecha se haya justificado el atrevimiento: ninguna lectura racial ha pasado de un tratamiento superficial, banal y de eslogan barato contemporáneo. En cierto modo, esta elección creativa es llamativa: Shonda Rhimes, al apostar por Los Bridgerton, ninguneó todas esas historias pasadas que sí eran plausibles y reivindicables para ofrecer un sucedáneo narrativamente low-cost de Jane Austen.

Una imagen de 'Sanditon', que adapta la novela inacabada de Jane Austen. 
Una imagen de 'Sanditon', que adapta la novela inacabada de Jane Austen. James Pardon

En este sentido, La edad dorada ha encontrado la forma de respetar las minorías sin necesidad de reescribir el contexto histórico. No es la primera serie en hacerlo, que conste (ahora se me viene a la cabeza Sanditon, por ejemplo). Pero ver a Peggy Scott en la serie de HBO Max, incluso abordando la interseccionalidad en los capítulos venideros, obliga a preguntarse algo. ¿Para cuándo un drama de época ligero que encuentre la luz y el romanticismo de las minorías pero poniendo estos personajes como centros absolutos de la historia, no solamente como secundarios, y con un presupuesto similar al de La edad dorada?

Pere Solà Gimferrer

Pere Solà Gimferrer

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