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Una serie de Netflix con las risas garantizadas… o no

Crítica

‘Leanne’ lleva la firma del casi infalible Chuck Lorre, el hombre detrás de ‘The Big Bang Theory’

Leanne Morgan, una historia de éxito tardío en el mundo de la comedia.

Leanne Morgan, una historia de éxito tardío en el mundo de la comedia.

Patrick McElhenney/Netflix

Netflix lleva tiempo con una cuenta pendiente: tener una sitcom tradicional, de esas con un público en directo dispuesto a reír con cada chiste, con éxito. Un éxito de verdad. The Ranch, con un poso triste, intentó ocupar este lugar. O esas Madres forzosas que intentaban exprimir el efecto nostalgia. Esa Descolocados fallida con Kathy Bates o Aquellos maravillosos 90 que no suscitaron ningún interés. Posiblemente One day at a time es el esfuerzo más logrado, si bien fue cancelada tras cuatro temporadas. Y, formando parte de esta búsqueda obstinada, ahora llega Leanne, que sobre el papel tiene los números para ser un fenómeno por lo menos en Estados Unidos.

Chuck Lorre, el hombre detrás de A dos metros bajo tierra, The Big Bang Theory y básicamente una fracción importante de la comedia de este siglo, consideró interesante unirse con Leanne Morgan, una cómica con una carrera peculiar. Leanne, después de tener a su primer hijo, se puso a vender joyas de puerta a puerta. Y, mientras aumentaba su familia hasta ser numerosa, se acostumbró a bromear con las clientas. Ya en 2020, con 55 años, grabó su primer especial de comedia. Y, cuando se convirtió en un fenómeno en Youtube en 2023, Netflix le dio un especial que funcionó de maravilla.

Kristen Johnston, una buena aliada cómica.
Kristen Johnston, una buena aliada cómica.Patrick McElhenney/Netflix

Aquí, en Leanne, la cómica interpreta una versión ficcionada de sí misma. Su marido Bill (Ryan Stiles) la ha dejado y, en su comunidad cerrada y religiosa, no sabe cómo llevarlo tras 33 años juntos. No se atreve a comunicárselo a sus padres (Celia Weston, Black Clark). Su hijo Tyler (Graham Rogers), que es un trozo de pan, le ofrece su apoyo mientras que Josie (Hannah Pilkes), la hija, aprovecha para continuar siendo un desastre con esta excusa. Suerte que Leanne (Kristen Johnston) cuenta con Carol, su hermana dos veces divorciada, para hacer frente a la situación.

Es imposible no ver una entrevista promocional de la cocreadora y protagonista y no sentir unas ganas irrefrenables de que le vayan bien las cosas: es un símbolo del éxito tardío, de tener vocación, de visibilidad de las mujeres que llegan a la recta final de la mediana edad. Pero toca asumir que, como sucede en las sitcoms fallidas, hay una disonancia entre la reacción del público presente en el plató de Leanne (o con el volumen subido en la sala de montaje) y la calidad de los chistes que se cuentan allí.

Hay una disonancia entre la reacción del público presente en el plató de Leanne (o con el volumen subido en la sala de montaje) y la calidad de los chistes

Ella y Kristen Johnston (que, entre otras cosas, es la mujer que se caía de un rascacielos borracha por quererse fumar un cigarro en Sexo en Nueva York) deberían poder elevar el material pero tener gracia tampoco significa tener poderes sobrenaturales. Así Leanne se queda en un terreno incómodo. Quiere ser divertida de verdad pero no hay ningún gag bien rematado para obtener la respuesta adecuada. Como retrato de una América menos vista en televisión, conservadora y trabajadora, tampoco es lo bastante afilada. Y, como serie con conflictos dramáticos latentes, tampoco consigue calar como sí lo hacía Mom, la serie sobre la adicción de Lorre.

Es un ejercicio de simpatía en el que la estrella de la función, en parte por culpa suya, se tiene que conformar con un material pobre. Queda una obra amateur de fin de curso: esa en la que ríes porque sabes quién está encima del escenario, porque sabes el esfuerzo que le ha costado llegar hasta allí, porque te cae bien, pero no necesariamente porque esté bien.

Pere Solà Gimferrer

Pere Solà Gimferrer

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