'Reykjavík Fusion', las terribles consecuencias cuando una sociedad se niega a perdonar
Presentada en Serielizados
El creador Hörður Rúnarsson y el guionista Jónas Margeir Ingólfsson hablan de la nueva serie islandesa que AMC+ estrenará el próximo 10 de diciembre en España

El creador de la serie Hörður Rúnarsson y el guionista Jónas Margeir Ingólfsson, horas antes de estrenar 'Reykjavík Fusion' en el Serielizados Fest

Una peligrosa danza entre la alta cocina y el crimen organizado en Reikiavik, mientras un cocinero que acaba de salir de prisión tras ser acusado de incendiar su antiguo restaurante intenta recuperar lo que más le importa: su familia. Esa es la premisa de la serie islandesa Reykjavík Fusion, una de las producciones presentadas en la 12ª edición de Serielizados – Festival de Series de Barcelona.
El certamen contó con la participación telemática del protagonista Ólafur Darri Ólafsson, uno de los grandes actores de Islandia, popular internacionalmente gracias a la serie Atrapados. Por su parte, el creador Hörður Rúnarsson y el guionista Jónas Margeir Ingólfsson asistieron presencialmente a la proyección en primicia de los dos primeros episodios. Ambos hablaron con La Vanguardia sobre los detalles de esta serie que se estrenará en España vía AMC+ el próximo 10 de diciembre.
¿Cómo nació la idea de Reykjavík Fusion? ¿Partió antes del mundo de la cocina o del thriller criminal?
Hörður Rúnarsson: De ninguno de los dos. Surgió más bien del aspecto social: la cuestión de si alguien que comete un error puede redimirse o ser perdonado, y cómo tratamos de forma diferente a las personas que salen de prisión según el delito que cometieron. A menudo la sociedad sigue castigando incluso después de haber cumplido condena, y ese es el punto de partida de la historia. Mi padre es chef y me encanta cocinar. Además, escuché la historia de un cocinero que estuvo en prisión preparando comidas para criminales de guante blanco y que, al salir, abrió su propio restaurante.
El elemento del thriller surgió después, como una forma de no centrar toda la serie únicamente en la moral o en la reinserción social, sino de tratar estos temas en un contexto atractivo y entretenido. Queríamos que lo fuera, pero también mostrar que cuando la sociedad no perdona, eso puede tener consecuencias graves que afectan a muchas personas, no solo al protagonista. Así fue como se concibió. Hay muchos aspectos interesantes en la cocina y la gastronomía, muy alejados del elemento criminal, y ese contraste resulta esencial para la dinámica de la serie. Jugamos mucho con ese ir y venir entre ambos mundos.
La serie combina géneros -drama, thriller y elementos culinarios- de forma muy orgánica. ¿Fue el gran reto encontrar ese equilibrio?
HR: Sí. Teníamos una regla en la sala de guionistas: intentar siempre que cada escena fuera lo más intensa posible, llevándola al límite del realismo, pero sin sobrepasarlo. Después debíamos ajustar para que todo funcionara de forma realista, coherente, entretenida y con peso dramático. A veces el personaje puede decir algo positivo mientras hace algo negativo, o al revés. Fue un proceso complejo y nos llevó tiempo lograrlo. Reescribimos mucho. Este tipo de mezcla no se ha explorado demasiado, porque combina géneros y tonos distintos. Queríamos que el aspecto visual reflejara esa variedad de tonos y emociones, con una estética diferente.
Jónas Margeir Ingólfsson: En última instancia, diría que usamos el motor del thriller como vehículo para adentrarnos en el mundo culinario y en el comentario social sobre quienes regresan de prisión. Esa fue la estructura que creamos para movernos entre esos tres universos.
Ólafur Darri Ólafsson interpreta a Jónas, un hombre lleno de culpa y esperanza que, tras salir de prisión y sentirse rechazado por la sociedad, acepta dinero ilícito de un excompañero de celda para abrir un nuevo restaurante. ¿Cómo desarrollaron su arco emocional y moral?
HR: Se trata de mostrar a alguien normal que ha cometido un error. Jugamos con lo que hizo o no hizo, porque tanto él como el espectador recorren un camino para entender qué lo llevó a prisión. No lo decimos de forma explícita, lo insinuamos, creando un pequeño misterio. Queríamos que el espectador pensara una cosa, formara un juicio y luego quizá descubriera que la realidad era distinta. La sociedad tiende a pensar que si alguien hace algo malo merece castigo, pero nosotros planteamos: ¿y si no hizo lo que creías? ¿Aun así merece ser castigado? Es un tipo normal, de familia, que trabaja duro en su restaurante, que ya iba mal antes de ir a prisión, y solo intenta sobrevivir. Pero su pasado lo persigue, y esos errores afectan a muchas personas, porque si no tratamos bien a los demás, las cosas malas se multiplican a nuestro alrededor.

¿Escribieron el papel de Jónas pensando en Ólafur Darri Ólafsson? ¿Cómo fue trabajar con él?
HR: Absolutamente no. Dirigimos una productora llamada Act 4, responsable de la serie, y Darri es socio desde el inicio; estuvo involucrado como productor desde el principio, lo cual fue fantástico. Es un amigo querido y socio en otros proyectos. Lideró el casting junto a los directores Samuel y Gunnar, haciendo lecturas con muchos actores para encontrar al Jonas adecuado. Siempre estuvo presente como productor, y un día los directores dijeron: “¿Por qué no lo haces tú, Darri?”. Él nunca lo había considerado, pero tras discutirlo un poco, todo encajó perfectamente.
A menudo me preguntan si al escribir tengo un actor en mente; nunca lo hago, prefiero mantenerlo abierto. Pero cuando Darri asumió el papel, hicimos pequeños ajustes en el guion y adaptamos algunos personajes secundarios según el casting. Trabajar con él fue genial. Es uno de nuestros compañeros más cercanos en Act 4, nos entendemos muy bien y le tenemos un enorme cariño. Aportó muchísimo al papel y, quizá porque llevaba tanto tiempo en el proyecto, conocía todos los detalles y entresijos.

El contraste entre la belleza fría de Islandia y la tensión del crimen organizado es muy potente. ¿Cómo influyó el paisaje en la puesta en escena y el tono visual de la serie?
JMI: El paisaje islandés y nuestro entorno nos influyen inevitablemente, aunque es difícil medir hasta qué punto. Vivir en un país donde a veces hay que cerrar todo por un volcán o una tormenta de nieve nos aporta serenidad.
HR: Y también un instinto de supervivencia. Pera en la serie decidimos centrarnos más en Reikiavik como ciudad que en los paisajes islandeses. Es, en ese sentido, una serie urbana. Algunos paisajes aparecen en escenas relacionadas con la prisión, pero la historia transcurre principalmente en la ciudad, donde vive casi dos tercios del país. Islandia es enorme, pero casi todos vivimos en Reikiavik, y la comunidad es pequeña: unas 400.000 personas. Cuando alguien sale de prisión, todo el mundo lo sabe. Eso forma parte del relato: Jonas no puede escapar. Lo ves desde el primer episodio, cuando los padres de la escuela donde empieza a trabajar Jonas se quejan de que trabaja allí: no quieren que cocine para los niños porque quemó un restaurante. Ese entorno pequeño tiene un gran impacto en la historia.
¿Ficciones como The Bear o Boiling Point influyeron en vuestro trabajo?
HR: En realidad, no. La idea surgió antes de ver la película Boiling Point. La vi después de tener la idea. Luego vi
The Bear solo para asegurarme de no ir en la misma dirección. También vimos The Menu, una película brillante, más de terror. Quisimos asegurarnos de no copiar ni basarnos en algo similar.
JMI: Pero sí fue motivador ver el éxito de esas producciones, porque nos demostró que ese entorno y esa premisa funcionaban.
La cocina tiene un papel central y muy realista. ¿Hasta qué punto influyó el asesoramiento del chef Þráinn Freyr Vigfússon en la historia o el rodaje?
JMI: Muchísimo. Es uno de los mejores chefs de Islandia, con una estrella Michelin y una estrella verde de sostenibilidad, y dirige Oaks en Reikiavik. Él diseñó toda la comida de la serie: menús, platos, todo lo que se ve en pantalla fue preparado por él en el set, y después del rodaje yo me lo comía (risas). Nos ayudó a que la cocina fuera realista: la disposición del espacio, el lenguaje entre el chef y los trabajadores del restaurante. Hörður, Birkir y yo (los creadores de la serie) habíamos trabajado algo en cocinas, pero nada comparable. Tener a alguien con esa experiencia asegurando autenticidad fue fenomenal. Contar con el mayor talento culinario de Islandia fue un lujo.
HR: Lo consultamos desde el principio: le pedíamos consejos, leíamos escenas, ajustábamos ideas y recibíamos sus notas. Mientras diseñaba los menús, adaptábamos las escenas de cocina con él. Fue consultor del proyecto, y su participación fue una decisión excelente.
JMR: Tanto que durante el mes del estreno en Islandia, la serie se volvió tan popular que empezó a servir el menú de Reykjavik Fusion en su restaurante, porque la gente lo pedía constantemente.
Finalmente, ¿cómo describirían Reykjavik Fusion en una frase para quien aún no la ha visto?
HR: Cocina exquisita, un thriller trepidante con un gran gancho emocional.
JMI: Un thriller islandés apasionante, con gran comida y un altísimo valor de producción.
