'The Iris Affair', un thriller tan delirante que cuesta de creer
Crítica
Una mujer con una mente prodigiosa, un científico loco y un magnate malvado ofrecen una de las series más originales de SkyShowtime
Niamh Algar y Tom Holland.
La primera impresión que se puede tener al empezar The Iris Affair, que llega a SkyShowtime este sábado, es que uno se ha equivocado de episodio, que ha pillado esa serie a la mitad. Iris, la protagonista, se niega a dar la contraseña que permite abrir un maletín a Cameron, el magnate que la extorsiona. Está dispuesta a ver cómo los matones de ese hombre torturan a un policía local, con el que parece tener algún tipo de vínculo personal.
“Por favor, haz lo que te pide”, le ruega arrodillado. “Lo siento, Teo, de verdad que lo siento, pero no puede conseguir lo que quiere”, responde Iris sin inmutarse. Uno de los hombres de Cameron, tras extender la porra, le propina una paliza sanguinaria.
Entonces, Cameron, cansado de negociar, agarra del cuello a la otra rehén allí presente, una adolescente, y le coloca una pistola en la cabeza. “Aprietes el gatillo o no, nada cambia”, advierte Iris. Y, cuando parece que están a punto de volarle la cabeza... ¡títulos de crédito!
Neil Cross, el creador de Luther, está detrás de esta presentación in media res. Es una forma eficaz de transmitir al público hasta qué punto tiene un thriller enrevesado entre manos. Los interrogantes se acumulan. ¿Por qué hay tanto británico en Cerdeña? ¿Quiénes son? ¿Qué hay en el maletín? Pero, después de los títulos de crédito, la historia se bifurca en dos líneas temporales.
Vemos las horas previas a la situación introductoria con Iris en la isla. Hay miles de personas buscándola por todo el mundo después de que Cameron ofreciera una recompensa de cuatro millones por encontrarla y de que un youtuber se subiera al carro, consciente de que un enigma de estas características podía traer tráfico a su canal. Sin embargo, es al remontarnos dos años en el pasado, cuando Iris y Cameron se conocen, que la historia se vuelve directamente loca.
Él era un millonario que planificó una gincana intelectual de alcance mundial para dar con la persona prodigiosa capaz de resolver rompecabezas imposibles. Iris es esa persona. ¿Y para qué la quiere? Para reactivar un dispositivo cuántico llamado Charlie Big Potatoes, una enorme inteligencia artificial construida en una isla remota, que encontró la forma de curar una forma de cáncer y que incluso “utiliza polímeros no orgánicos para crear vías neuronales”.
Charlie Big Potatoes (sí, tiene tela el nombre) dejó de funcionar cuando el profesor Jensen Lind, su creador, un buen día cogió un hacha y lo intentó destruir. Cameron necesita que Iris decodifique el manual del profesor, que desde entonces no responde a ningún estímulo, para poder reactivar a Charlie.
La impresión que puede tener el lector al leer estas líneas es que se le ha destripado The Iris Affair. No, ni de broma. Toda esta cantidad de información (delirante) se revela en la primera mitad del primer episodio. Neil Cross ofrece un disparate: un thriller tecnológico con diálogos adornados con teorías matemáticas que mantiene el ritmo mientras plantea de forma superficial la amenaza que supone la inteligencia artificial.
En una televisión a menudo predecible, se agradece alguien con tanta desfachatez, si bien The Iris Affair es giro, giro, giro sin apenas sustancia.