Unos gritos aterradores precedieron al fuerte zumbido del detector de humo de la casa de los Whitney al otro lado de la calle. Su vecino Bob, alertado por la escandalera, decidió acercarse para ver qué ocurría mientras llamaba a los bomberos. Nadie podía imaginar lo que se encontrarían en su interior.
Una anciana yacía sangrando en el suelo del salón mientras el fuego comenzaba a propagarse por la estancia. Mientras, su marido, también octogenario, estaba tirado en el dormitorio con el cuerpo completamente apaleado y lleno de sangre. La pareja había sufrido una agresión brutal y el responsable había tratado de deshacerse de las pruebas quemando la vivienda. Aquel ataque no sería el último perpetrado contra residentes mayores.
El matón
Edwin Bernard Kaprat III, apodado por la familia como Mike, nació el 21 de septiembre de 1964 en la ciudad de Nueva York y en el seno de una familia trabajadora y de lo más normal. Sin embargo, nuestro protagonista exteriorizaba actitudes agresivas y violentas ya desde su infancia. Un ejemplo de ello es que los profesores le daban juguetes de peluche para que descargara su frustración con golpes y patadas.
De hecho, quienes le conocieron tanto en Nueva York como en Great Meadows (Nueva Jersey), a donde se mudaría siendo un adolescente, hablan de él como un matón abusivo, brusco, ofensivo y violento, que se enfadaba con facilidad y que no dudaba en atacar a niños más pequeños que él.

Mike Kaprat, en una fotografía de su infancia
A este comportamiento disruptivo se sumó su adicción al alcohol a una edad muy temprana, los doce años. Sus padres optaron por internarlo en centros de desintoxicación en numerosas ocasiones, pero parecía un caso perdido. A los dieciséis, Mike abandonó los estudios y continuó con el consumo de alcohol, además de otras sustancias, como la marihuana.
Dos años más tarde, se casó con su novia Nora, embarazada de su primer hijo. La pareja tuvo dos niños y se trasladaron a Spring Hill, donde residían los padres de él, pero allí la vida no fue a mejor. Mike tenía un temperamento imprevisible y, principalmente, agresivo. En la práctica eso se traducía en malos tratos hacia su mujer y sus hijos.

Mike Kaprat (derecha) con su hijo en brazos y su padre Skip (izquierda)
Entonces, llegó su primer asesinato el 22 de febrero de 1991. La víctima elegida fue Lee Anthony Bugay III, de 27 años. Mike aprovechó que el joven tomaba el sol en un manglar cerca de Courtney Campbell Causeway, en Tampa, para golpearlo varias veces con una barra de hierro en la cabeza y robarle. La policía dio rápidamente con el presunto asesino tras usar la tarjeta de crédito de la víctima en una gasolinera.
Se emitió una orden de búsqueda y captura y el propio Mike, al enterarse del aviso, optó por entregarse. Fue acusado de asesinato en primer grado, robo a mano armada y falsificación, pero el tribunal no pudo probar la autoría del crimen. Ante la falta de pruebas, Mike solo fue condenado por falsificación y se le impuso arresto domiciliario, que cumplió en la casa de sus padres en el condado de Hernando. Terminó en prisión hasta el 7 de mayo de 1993 por quebrantar la medida.
A la caza de abuelas
Una vez en libertad, Mike se mudó con su hermana a Spring Hill -su esposa le había abandonado- y empezó a ayudar a su padre en algunas chapuzas para los vecinos del barrio. Fue durante esta etapa de su vida cuando arrancaría su carrera delictiva como asesino en serie de ancianas, uno de los colectivos vulnerables que tenía a su alcance gracias a su nueva profesión.
El 7 de agosto de 1993, Sophia Garrity, de 80 años, fue encontrada muerta tras incendiarse repentinamente su vivienda. Las autoridades determinaron que el fuego se produjo por un cortocircuito eléctrico en un dormitorio y se cerró el caso como muerte accidental. Uno de sus vecinos era el propio Mike Kaprat III.

Mike Kaprat, el famoso 'The Granny Killer'
El 17 de agosto, diez días después de la muerte de Sophia, el incendio de la casa de los Whitney alertó de un salvaje ataque a manos de un desconocido. Bill y Alice fueron golpeados prácticamente hasta la muerte mientras el fuego trataba de eliminar cualquier pista que llevase hasta el responsable de los hechos. La situación física y mental del matrimonio impidió identificar al agresor, lo que complicó todavía más la investigación. ¿Quién querría hacer daño a esta pareja de octogenarios?
Al día siguiente, Ruth Goldsmith, de 70 años, apareció calcinada en su caravana aparcada en la comunidad de Brookridge, lugar muy próximo a los anteriores incidentes. La investigación concluyó nuevamente que el incendio se debió a un cortocircuito eléctrico en el dormitorio principal y, por tanto, se trataba de un accidente.

El caso de los asesinatos de Kaprat III en la prensa
A partir de ese momento, Mike intensificó los ataques con acoso telefónico previo a las víctimas -al menos dos de ellas recibieron llamadas obscenas- y, a posteriori, cometió agresiones sexuales brutales tras asaltarlas en sus propias casas en plena madrugada.
El 2 de septiembre, Mike forzó la puerta de la caravana de Lydia Riddell, de 79 años, y la estranguló. Previamente, la ató con cinta adhesiva y la violó. Antes de huir, quemó el cuerpo y la estancia. Sin embargo, cuando las autoridades encontraron el cadáver observaron que, en esta ocasión, sí estaban ante un homicidio. Además, la víctima era amiga de Ruth Goldsmith, fallecida días antes. ¿Ambas muertes guardaban relación?
La última víctima de Mike Kaprat III fue Lorraine Dawe, una de sus vecinas de 87 años, que también residía en una caravana de Spring Hill. El 26 de septiembre, el asesino la violó, aunque la anciana se resistió mordiéndolo. Aquel mordisco enfureció a Mike, que terminó pisoteando su cuello en numerosas ocasiones hasta matarla.
Para terminar, envolvió el cuerpo con un edredón y varias almohadas y lo prendió fuego, tal y como había hecho en sus anteriores crímenes. Por suerte, las llamas no se propagaron y se pudieron recuperar tanto huellas como restos de ADN.
Los vínculos
Tres días más tarde, una llamada anónima señaló directamente a Mike Kaprat III como el asesino en serie que la policía buscaba. La informante, amiga de la familia Kaprat, les puso sobre la pista de que el autor había trabajado como manitas para las víctimas y que, por tanto, las conocía y que era vecino del barrio. Al mismo tiempo, el análisis de las huellas dactilares encontradas en el garaje de Lorraine Dawe confirmó que se trataba de esa misma persona. En consecuencia se procedió a seguir y rastrear todos los movimientos de Mike.
Así fue cómo descubrieron los vínculos que unían al asesino con las ancianas asesinadas. La conversación registrada entre la vecina de Lorraine y el padre de Mike confirmó que su hijo lo ayudaba en las chapuzas del vecindario. La hija de Sophia Garrity corroboró que Mike salió con la nieta de la víctima una temporada.

Skip, el padre de Mike Kaprat III, 'The Granny Killer'
Además, el padre de Mike fue quien estaba ayudando a los Whitney a vender su casa y quien le reformó la cocina a Lydia Riddell antes de morir. En todas las visitas estuvo acompañado de su hijo. La última conexión con Mike era que su madre le había vendido la caravana a Ruth Goldsmith. Ante tantos indicios, las huellas y el ADN hallado y la extensa vigilancia y rastreo electrónico realizado, los investigadores procedieron a su detención. Era el 8 de octubre.
Durante el interrogatorio, Mike reconoció los hechos y aseguró que atacó a estas mujeres porque “simplemente tenía impulsos”. Incluso justificó sus acciones. “Él dijo que le pisó el cuello y le rompió el cuello para sacarla de su sufrimiento porque estaba teniendo un ataque cardíaco mientras la agredía sexualmente”, declaró el sheriff Mylander sobre el asesinato de Lorraine Dawe.

El sheriff Tom Mylander (izquierda) fue quien detuvo a Kaprat III
Aunque en un principio, Mike reconoció todos los crímenes y el asalto a los Whitney, finalmente se declaró inocente de todos los cargos. Fue acusado de veintidós delitos: cuatro cargos de asesinato, dos de intento de asesinato, cuatro cargos de agresión sexual, seis de robo domiciliario con agresión, cinco de incendio provocado y un delito de robo.
La sociedad estaba conmocionada por el caso de este asesino en serie, al que algunos medios bautizaron como The Granny Killer (el asesino de abuelas/ancianas). Sus despiadadas acciones llevaron a la población más longeva a extremar las medidas de precaución. Todo el mundo estaba aterrado.

La historia de 'Granny Killer' en la prensa
En enero de 1995, el tribunal de Florida celebró dos juicios contra Mike Kaprat III por los asesinatos de Lydia Riddell y Lorraine Dawe. En ambos casos, el tribunal del jurado declaró culpable al acusado y el juez lo sentenció a la pena de muerte.
En ningún momento, el asesino mostró remordimiento, perdón o aflicción alguna por sus actos. En cambio, sí se comportó de un modo indiferente e impasible con los presentes. La falta de respeto llegó a tal punto que, incluso, no dudó en leer un libro mientras se encontraba en la sala de vistas.

Mike Kaprat III junto a su padre cuando era un niño
Su única llamada de atención se produjo al intentar supuestamente quitarse la vida cortándose las muñecas en su celda. No lo consiguió y fue condenado. Cuatro meses después, dos compañeros de celda lo apuñalaron hasta la muerte en el corredor de la muerte de la prisión estatal de Florida. Tras conocerse la trágica noticia, el padre de Mike declaró: “Murió como un hombre libre”.