Prisión permanente revisable por asesinar a su mujer y a su bebé de once meses en Liaño

Cantabria

El tribunal del jurado de la Audiencia de Cantabria declara por unanimidad culpable a José Reñones por el doble crimen

El acusado durante el juicio por matar a su pareja y bebé en Liaños de Villaescusa, a 18 de febrero de 2025, en Santander, Cantabria (España). La Audiencia Provincial de Cantabria continúa con el juicio contra un hombre acusado de asesinar a su pareja y a la hija de ambos, de once meses de edad, en diciembre de 2021 en Liaño de Villaescusa. La vista se celebra en la Sección Primera del tribunal con jurado popular y está previsto que se prolongue hasta el miércoles 19 de febrero.

El acusado durante el juicio por matar a su pareja y bebé en Liaño de Villaescusa, el 18 de febrero del 2025, en Santander

César Ortiz / Europa Press

La magistrada presidenta del tribunal del jurado que declaró por unanimidad culpable de asesinato al acusado por el doble crimen de Liaño, por matar en diciembre de 2021 a su hasta entonces pareja y al bebé de ambos, de once meses, ha dictado sentencia y le ha impuesto una pena de 25 años por causar la muerta a su expareja y la prisión permanente revisable por el asesinato de su hija.

Con esta sentencia, dictada el pasado 13 de marzo y que ha dado a conocer este lunes el Tribunal Superior de Justicia de Cantabria (TSJC), se aplica por primera vez en Cantabria la prisión permanente revisable.

“Con ánimo de acabar con la vida de ambas, las golpeó de forma brutal, reiterada y violenta”, según el TSJC

En el auto, contra la que cabe recurso ante la Sala de lo Penal del TSJC, la magistrada le considera autor de dos delitos de asesinato con la concurrencia de la circunstancia agravante de parentesco y, además, en el caso de la muerte de su pareja, de la agravante de discriminación por razón de género. También le impone dos medidas de libertad vigilada de diez años cada una y le priva de la patria potestad durante el tiempo de la condena respecto de las hijas que tiene con otra pareja.

Junto a ello, como autor de un delito continuado de quebrantamiento de medida cautelar -cometió los hechos cuando pesaba sobre él una medida de alejamiento respecto de su pareja y su hija- ha sido condenado a un año de prisión. En concepto de responsabilidad civil, establece la magistrada que el acusado deberá indemnizar a los familiares de las fallecidas en 245.000 euros.

Hechos probados

Según los hechos que el jurado consideró probados y que se recogen en la sentencia, el ahora condenado regresó a la vivienda familiar pocos días después de conocer la prohibición de acercarse a su hija y a su pareja, y lo hizo con el consentimiento de esta. Allí permaneció varias semanas. Sin embargo, “al persistir el comportamiento autoritario y despreciativo de él hacia ella y su hija”, la mujer llamó a la Guardia Civil y agentes se personaron en la casa, requiriéndole para que la abandonara, lo que efectivamente hizo.

Pero “pasados unos minutos se dio la vuelta y volvió a la vivienda”, de modo que una hora después su pareja, “a quien no se le había avisado por la Guardia Civil de que el acusado no había sido ingresado en prisión y que, por tanto, continuaba en libertad, regresó creyendo que él no estaba en la misma, llevando a la niña en brazos”.

El acusado de matar a su mujer y su hija de once meses en la localidad cántabra de Liaño en 2021, este jueves durante el juicio

El acusado del juicio en Cantabria 

Pedro Puente Hoyos/EFE

Entonces, el acusado, “persona corpulenta y de gran envergadura, que no aceptaba la decisión de la mujer de poner fin a la convivencia, la atacó por sorpresa, no pudiendo esta hacer nada para evitar el ataque, ni para zafarse de su agresor”. 

Este, “con ánimo de acabar con la vida de ambas, las golpeó de forma brutal, reiterada y violenta, y con el fin de aumentar su dolor les dio puñetazos y patadas por la cabeza, cara y cuerpo”.

Además, en el caso de la mujer, le chavó “de forma indiscriminada un arma blanca monocortante por seis ocasiones”. Una de las puñaladas produjo la rotura del tejido pulmonar que desencadenó un hemotórax, shock hipovolémico y su fallecimiento. Igualmente, ocasionó la muerte de la bebé, a la que asfixió por estrangulación. Después de muerta, le clavó el arma blanca.

El jurado consideró en su veredicto del pasado 20 de febrero que, durante la relación que el ahora condenado mantuvo con la mujer, este manifestaba “comportamientos despectivos, autoritarios y despreciativos hacia su pareja y hacia su hija”, y que “las mató en un acto de dominación machista”. 

El relato está acreditado por prueba indiciaria

En su sentencia, la magistrada explica que, si bien no ha habido prueba directa, el jurado sí entendió por unanimidad que el relato está acreditado por prueba indiciaria derivada de una serie de hechos que declara probados: que los agentes le sacaron de la casa; que volvió porque así lo vieron las vecinas y que permaneció en la vivienda hasta el día siguiente.

Este último hecho se desprende de los informes realizados sobre la carga que tenía su móvil cuando acudió al cuartel al día siguiente -dijo haber pasado toda la noche en la calle viendo videos y tenía el 75 por ciento de la carga-; la temperatura del aparato -no baja de noche-, y el estudio de geolocalización -el dispositivo permaneció en un lugar compatible con la vivienda e incompatible con el que él manifestó en su descargo-.

El acusado por el crimen de Liaño en un momento de la sesión en la que ha declarado

El acusado por el crimen de Liaño en un momento de la sesión en la que declaró

CÉSAR ORTIZ-EUROPA PRESS / Europa Press

Del mismo modo, se observa actividad en el teléfono de la mujer cuando ella ya había fallecido, los mensajes que se envían desde ese teléfono están escritos de diferente modo a como lo hacía ella y el dispositivo tiene la misma temperatura que la del teléfono de él a distintas horas.

También entendieron los miembros del jurado acreditado que fue él el que cometió los asesinatos y es que “nadie más fue visto en la zona ni tampoco se ubicó ningún teléfono de conocidos de la mujer en dicho lugar”.

Además, se encontraron restos de ADN de él en la cazadora y los leotardos de la niña, pese a que no se acercaba a su hija, tal y como manifestaron algunos testigos y se deduce de los audios escuchados en el juicio. “De ahí que no haya una explicación alternativa creíble ni racional a la presencia de estos restos que la de haber llevado a cabo el ataque”, indica la magistrada.

Finalmente, la sentencia señala que “han sido relevantes para el jurado, a todos los efectos y también para atribuirle la autoría, los audios reproducidos, de los que se infiere el carácter agresivo y violento del acusado, su desprecio hacia su hija y el deseo de que desaparezca”.

En definitiva, “siguiendo una deducción racional” el jurado estimó que fue el acusado quien agredió a su pareja y a su hija, al ser él “la única persona de la que cabe afirmar que tenía motivos para ejecutar el terrible acto”.

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