Los cinco asesinos en serie más atroces contra la comunidad LGTBI

Las caras del mal

Los psicópatas de estas escalofriantes historias emplearon corbatas, sacacorchos y cuchillos para mutilar y descuartizar a varones homosexuales

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Los cinco asesinos en serie más atroces contra la comunidad LGTBI

LVD

Visibilizar al colectivo LGTBI derriba estigmas sociales, ayuda a educar a los más jóvenes (y no tan jóvenes) en la tolerancia, el respeto y la libertad, a luchar contra la discriminación y a desterrar estereotipos que lo único que hacen es enfrentar, violentar y separar a los seres humanos.

Sin embargo, hay quienes encuentran en la comunidad gay a la víctima perfecta para dar rienda suelta a sus fantasías más depravadas y sádicas. Los malos no descansan nunca ni entienden de orgullos ni de reivindicaciones, sino de odios y de atrocidades. Y las siguientes historias y sus protagonistas dan buena cuenta de ello.

‘El carnicero de Muswell Hills’ mataba con una corbata y enterraba los cuerpos de sus víctimas bajo el suelo de su casa

Dennis Nilsen

Los lavabos de Fiona y Jim llevaban varios días sin funcionar bien, estaban atascados y no había forma de que tragase el agua, así que decidieron llamar a un fontanero. Michael arribó hasta el suburbio londinense de Muswell Hills para inspeccionar las cañerías. Al no encontrar el motivo de la avería decidió echar un vistazo a la fosa séptica del exterior.

Un olor pestífero le echó para atrás cuando quitó la tapa. Iluminó la zona con su linterna, vio una especie de capa blanquecina y viscosa, algo de sangre y decidió bajar. Al acercarse se topó con trozos de carne putrefacta y cabellos adheridos. Se trataba de los restos de un cadáver.

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Dennis Nilsen, en foto de archivo

Getty

La Policía acudió inmediatamente y descubrieron con horror que aquello era una especie de cementerio. Tras interrogar a varios residentes dieron con uno, Dennis Nilsen, que con temple y frialdad confesó que había matado a 15 o 16 hombres. “Les diré todo. Quiero desahogarme, no aquí, sino en la comisaría”, dijo. Acababan de descubrir al Asesino de la corbata, también conocido como el Carnicero de Muswell Hills.

Durante el interrogatorio recordaba: “La parte más excitante del proceso era cuando levantaba los cuerpos. Al final tenía dos o tres cadáveres debajo de las tablas del suelo. Se me empezaban a acumular. Llegaba el verano y sabía que habría un problema con el olor. Así que sabía que tendría que lidiar con ese problema. Llegué a la conclusión de que eran las entrañas, las partes blandas del cuerpo, los órganos, cosas así. Pero solo era capaz de llevarlo a cabo cuando estaba totalmente borracho”.

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‘El Asesino del Arcoíris’ mató y torturó a 4 hombres después de ligar con ellos en el barrio gay de Ciudad de México

Raúl Marroquín ‘El Sádico’

Un viernes más, la Zona Rosa de Ciudad de México, el barrio LGTBI por excelencia de la capital, se disponía a vivir una madrugada de música y diversión. Sus locales estaban a rebosar de clientela eminentemente homosexual y Ricardo acababa de ligar con Carlos, un atractivo moreno. Varias copas después, la pareja terminó en el apartamento de Carlos, quien empezó a sonsacar información a su ligue sobre su posición económica y familiar.

En cuanto obtuvo lo que necesitaba, Carlos golpeó y maniató a Ricardo y allí comenzó una terrible tortura que se prolongó nueve días. El objetivo: pedir un rescate y liberar a su víctima, pero Raúl Marroquín, como en realidad se llamaba el agresor, decidió matar, asfixiar y descuartizar a Ricardo.

Raúl Marroquín mira con desprecio a los medios congregados tras su detención

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Este no fue el único crimen perpetrado por El Sádico, apodo que se ganó por sus suplicios aberrantes: asfixiaba lentamente a las víctimas con una bolsa de plástico, con una cuerda o un cinto negro, posteriormente las desmembraba y metía en maletas, que después abandonaba en plena calle.

El móvil era la homofobia. Entre otras cosas, porque a algunas víctimas les arrancó la piel de la frente con una navaja y hasta llegó a grabarles un símbolo satánico, como el pentagrama invertido. El Asesino del Arcoíris, como también fue conocido en la comunidad gay, sentía un odio acérrimo hacia los homosexuales. De ahí que, según él, todo lo hiciese por “un bien a la sociedad”.

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El ‘monstruo’ de Fox Hollow y su granja de cadáveres con más de 10.000 restos óseos calcinados de varones homosexuales

Herb Baumeister

Dos hombres se bajaron del coche frente a una gran casa de campo en busca de algo de intimidad. El dueño, un tipo alto, desgarbado y retraído, invitó a su acompañante a seguirlo hasta el sótano. “Me hacen compañía”, le espetó señalando los maniquíes colocados por toda la estancia. Un escalofrío recorrió la nuca de Tony ante la nueva faceta atrevida de su ligue. ¿Aquel tipo podría ser el responsable de la desaparición de su amigo Roger?

La única forma de saberlo era seguirle el juego. Así que Tony fingió un vínculo de confianza y practicó varios juegos sexuales. Supo que era él en cuanto le propuso la asfixia erótica. Brian no era quien decía ser y Tony tenía que encontrar la forma de salir de allí con vida y denunciarlo. Lo logró tras anotar la matrícula del vehículo de su extraño amante y comprobar que el tal Brian era un nombre falso.

Herb Baumeister, de joven

Herb Baumeister, de joven

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Tras poner en conocimiento de las autoridades sus sospechas y después de siete meses de investigación, la policía inició el registro de la granja Fox Hollow Farm gracias a la connivencia de su dueña. Julie, era la esposa de Herb Baumeister, el individuo que había fingido ser Brian y que tras de sí había perpetrado decenas de horripilantes crímenes.

Durante la inspección de la propiedad, los agentes removieron y excavaron en la tierra. No hizo falta mucho tiempo para localizar numerosos restos óseos carbonizados esparcidos como si fueran guijarros y rocas. Había centenares de huesos astillados y rotos, incluso dientes. “Son humanos. Son recientes. Y han sido quemados”, confirmó el antropólogo forense Stephen Nawrocki. Estaban ante un cementerio secreto.

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‘El hombre de negro’, un fanático de ‘Viernes 13’ y la parafernalia nazi

Peter Moore

A esas horas de la noche, aquella zona de la playa apenas estaba concurrida y solo había parejas de hombres agazapadas en la oscuridad para mantener prácticas sexuales furtivas. Era un lugar de cruising, al que Anthony, la víctima, solía acudir habitualmente. Mientras tanto, un individuo observaba en la sombra todos sus movimientos. Era su asesino, Peter Moore.

A continuación, el sujeto se acercó a Anthony y le propuso un encuentro sexual. Pero, de repente, el agresor sacó un cuchillo y empezó a apuñalarlo brutalmente. Tal fue la ferocidad de las cuchilladas que el cuerpo quedó parcialmente mutilado y el propio criminal se hirió en la mano. Aquella sangre fue clave para identificar al conocido como The Black Man (el hombre de negro), un sádico asesino en serie obsesionado con la película Viernes 13 y la parafernalia nazi.

Peter Moore, 'el hombre de negro'

Peter Moore, 'el hombre de negro'

Getty

Las siguientes trece horas, el hombre de negro describió pormenorizadamente estos “ataques por motivos sexuales”. Era “como ver a un lagarto de sangre fría avanzar hacia su presa”, aseguró su abogado Dylan Jones. Y es que cuando los agentes le preguntaron por qué había matado a Keith Randles, el asesino simplemente contestó: “Lo hice por diversión. Fue fácil. Como un cuchillo a través de la mantequilla”.

Un día después de este alarde de insensibilidad, el asesino se retractó de su confesión y echó la culpa a su supuesto amante, de nombre Jason (como el protagonista de Viernes 13). Esta versión, que mantuvo durante todo el juicio, fue una muestra más del grado de manipulación ejercida por el acusado.

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El modelo tras el crimen de su amante: “Lo castré para sacarle sus demonios homosexuales”

Renato Seabra

Durante varios minutos, Vanda telefoneó sin cesar a Carlos: habían quedado en el lobby del hotel y aún no había aparecido. Aquello no era propio de él. Esperó unos minutos más y, entonces, vio a Renato, su joven amante, salir del ascensor y poner rumbo a la salida. Iba muy deprisa, así que la mujer lo asaltó de inmediato y le preguntó por su amigo. “No saldrá de la habitación”, le contestó este muy nervioso.

Aquella actitud extraña y evasiva hizo sospechar a la mujer que, tras la marcha apresurada del modelo, decidió subir a la habitación y comprobar lo que pasaba. Aporreó la puerta y gritó el nombre de Carlos, pero no obtuvo respuesta alguna. Vanda trasladó su preocupación al personal del hotel y la abrieron. Al entrar, el espectáculo era dantesco: Carlos había sido castrado y asesinado brutalmente.

Renato Seabra, el modelo asesino

Renato Seabra, el modelo asesino

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La salvaje agresión duró al menos una hora, tras la cual, Renato se quitó la ropa, se dio una ducha, se puso un traje y salió de la habitación, no sin antes coger 1.600 dólares de la billetera de la víctima y colgar el cartel de “No molestar” en la puerta. 

Una vez en el ascensor, el modelo sonrió. Aquellas imágenes captadas por las cámaras de seguridad del hotel se utilizaron como prueba durante el juicio: ¿acababa de matar a un hombre y eso le hacía sonreír?

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Renato confesó el asesinato con una sorprendente afirmación: “Lo castré para sacarle sus demonios homosexuales”. Posteriormente ante la justicia, el modelo contó la realidad de la discusión con Carlos. “Supuestamente Seabra se enfrentó a Castro diciéndole que él no era gay y que sólo estaba con él por su dinero e influencia”, aseguraron los fiscales.

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