El nuevo producto de Netflix está basado en hechos reales: desapareció en un crucero durante vacaciones en familia en el Caribe

Docuserie

Desapareció en marzo de 1998 y hasta el día de hoy sigue siendo un misterio sin resolver

Amy y Brad Bradley

Amy y Brad Bradley

Clarín

Los casos reales de investigaciones de personas desaparecidas, que continúan sin resolverse, generan estupor, intriga, impotencia y asombro. La desaparición de Amy Bradley es uno de esos grandes misterios, y Netflix relata la historia en un documental que está próximo a estrenarse.

Una familia de Virginia, Estados Unidos, lleva adelante una incansable lucha por encontrarla, y sus testimonios forman parte de la docuserie.

Desaparición

Se cumplen 27 años sin saber nada de ella

Amy Bradley, una joven de 23 años, se había graduado de la universidad como profesora de Educación Física, quería estudiar un máster en psicología deportiva, y había alquilado un apartamento donde mudarse sola cuando volviera de unas paradisíacas vacaciones en un crucero en el Caribe junto a sus padres y su hermano.

También había adoptado una perra, que iba a ser su fiel compañera en su nuevo hogar de soltera, y había quedado en ir a buscarla al refugio el lunes siguiente cuando regresara a Estados Unidos.

Todos esos planes jamás se cumplieron, porque nunca regresó. Tras 27 años de búsqueda incesante, con giros inesperados, sigue sin conocerse su paradero, y todos los detalles estarán reflejados en la docuserie de Netflix, de tres episodios.

Preguntas sin respuestas

Su desaparición continúa siendo un misterio

Tan pronto como se publicó el trailer de Amy Bradley is Missing, superó las 150.000 reproducciones, y causó revuelo en X (antes Twitter). Aunque el estreno será el 16 de julio, donde se revelarán más datos, hay una gran cantidad de pistas que los padres de Amy, Iva y Ron, recopilaron y compartieron en la previa al lanzamiento.

La desgarradora cronología comienza con Ron Bradley, el padre de Amy, un ejecutivo de seguros que se alegró cuando ganó un viaje al Caribe con todo incluido como bono extra en su trabajo, y creyó que era la oportunidad ideal para compartir tiempo con su esposa y sus dos hijos.

Amy Bradley junto a su familia

Amy Bradley junto a su familia

Clarín

El sábado 21 de marzo de 1998, la familia Bradley se embarcó en la supuesta aventura de siete días en el crucero Rhapsody of the Seas de Royal Caribbean International Cruise Line, junto a casi 3.000 pasajeros.

El imponente navío de varios pisos zarpó de San Juan, Puerto Rico, rumbo a Curazao. Todos se hospedaban en el mismo camarote, y la madrugada del 24 de marzo de 1998 Amy y su hermano fueron a la discoteca del barco, donde bailaron hasta cerca de las tres de la mañana y luego regresaron por separado a la habitación con muy pocos minutos de diferencia.

Esa noche Amy desapareció. A las 5:30 de la madrugada su padre la vio dormida en una de las hamacas del balcón del camarote, y no quiso despertarla. Se volvió a dormir, y media hora más tarde cuando quiso ir a darle los buenos días, ella ya no estaba.

El crucero al que se subió la familia

El crucero al que se subió la familia

Clarín

Se alarmó de inmediato y tuvo un mal presentimiento. Los zapatos de Amy estaban justo al lado de la hamaca, no había dejado ninguna nota y era completamente inusual que ella se fuera sin avisar. Y más aún, que estuviera deambulando descalza por el crucero.

Despertó a su esposa y a su hijo, que recorrieron cada uno de los lugares públicos del barco y todos los baños. La buscaron durante una hora y no hubo ningún indicio de su paradero. Avisaron al capitán y emitió una alerta por el megáfono en todos los altavoces.

Amy y Brad Bradley

Amy y Brad Bradley

Clarín

“Le rogamos al personal del barco que no bajara la pasarela, que no permitiera que nadie abandonara el barco, pero bajaron de todos modos y hubo mucha gente que abandonó el barco en Curazao”, relata su madre en el avance de la docuserie, donde deja entrever que cree que esos minutos fueron claves para un posible secuestro.

Teorías sobre su desaparición

Se descartó que muriese ahogada porque era una socorrista y nadadora experta

Una de las teorías que se descartó muy rápido fue que se cayese por la borda. Primero, porque Amy era una socorrista y nadadora experta, por lo que creen que habría sobrevivido a una caída accidental y hubiese podido llegar hasta tierra firme, y segundo, dada la ubicación geográfica del barco al momento de su desaparición, en caso de ahogamiento la marea debería haberla llevado hacia alguna de las costas.

Lo mismo ocurrió con la posibilidad de un intento de quitarse la vida, por la gran cantidad de testimonios y pruebas de los planes que tenía por delante, además de que no hallaron ningún signo aparente de problemas personales.

La Guardia Costera de las Antillas Neerlandesas estableció una búsqueda de cuatro días, que finalizó el 27 de marzo, y la compañía de barcos en la que Amy desapareció continuó con las tareas hasta el 29 de marzo. La familia, desesperada, se quedó en Curazao y siguió la pista de un taxista que les aseguró que había visto a su hija en la isla acompañada de varios hombres que la retenían por la fuerza.

De a poco, empezó a resonar más y más la teoría de un potencial secuestro. Las informaciones de avistamientos -donde siempre aseguraron haberla visto junto a dos o tres hombres que la custodiaban-, se mantuvieron en el tiempo, con retratos hechos por el FBI, pero nunca hubo detenciones.

Seis meses después de la desaparición, dos turistas canadienses dijeron haber visto una mujer muy parecida a Amy en una playa en Curazao, y la familia cree en ese testimonio, porque describieron una información que no habían compartido con tanto nivel de detalle: los cuatro tatuajes de la joven.

Los datos fueron idénticos: Amy tenía tatuado un demonio de Tasmania en el hombro, un sol en su espalda, un símbolo chino en el tobillo derecho, y un lagarto gecko en el abdomen, que paradójicamente en la cultura maorí se considera un protector de las personas ante los malos espíritus y las enfermedades.

Cartel de desaparecida de Amy Bradley

Cartel de desaparecida de Amy Bradley

Clarín

Los padres de la joven pasaron por todo. Lo peor fue cuando recibieron una foto anónima que mostraba el anuncio de una mujer físicamente muy parecida a Amy en una página de “turismo sexual” en un resort de República Dominicana que ofrecía un “servicio de vacaciones sexuales con todo incluido”, y la joven aparecía bajo un pseudónimo como invitada extranjera.

Se hicieron comparaciones biométricas, pero no se pudo comprobar que efectivamente sea ella. El FBI mantiene abierta esa línea de investigación, aún 27 años después de la desaparición.

Devastados, los padres de Amy incluso contrataron un detective privado, al que le pagaron un total de 210.000 dólares para una misión de rescate de una red de trata de blancas. El supuesto investigador resultó ser un estafador y lo condenaron a cinco años de cárcel.

Principal sospechoso

Alister Douglas, bajista del grupo del crucero

La familia de la joven sospecha de la última persona con la que fue vista en público Amy, Alister Douglas, el bajista de la banda que tocaba aquella noche la en discoteca del barco, Blue Orchid.

Varios pasajeros declararon que vieron a Amy sacando fotos en la cubierta antes del amanecer, y aseguraron que observaron el momento en que el músico ofreció una bebida. Otros testigos indicaron que los vieron juntos ingresando a un ascensor, en una zona donde los elevadores solo conducen al área de carga y descarga, dato que dejó aún más preocupada a la familia.

El músico, conocido como Yellow, realizó comentarios contradictorios sobre el tiempo que pasó con Amy. Las autoridades lo intimaron a someterse a la prueba del polígrafo, pero aprobó, y los resultados no fueron concluyentes.

Desconsuelo absoluto

“Es como morir miles de veces cada día. Necesitamos respuestas”

Y todo se pone aún peor. La madre de Amy cuenta que una noche antes, el 23 de marzo de 1998, habían ido los cuatro a cenar, y notó que los mozos miraban mucho a su hija. “Uno de ellos vino a tocar la puerta a nuestra habitación horas más tarde, y preguntó por Amy, le dije que para qué quería verla y me contestó que querían invitarla a cenar al restaurante Carlos'n Charlie's, en Aruba, cuando desembarcaran”, explicó.

“Le comenté a Amy lo que me habían dicho y me dijo: 'Mamá, son unos raritos, ni loca salgo con ellos, me dan miedo'”, reveló. Ese diálogo cobró un sentido estremecedor siete años después, cuando se reportó la desaparición de Natalee Holloway, una adolescente de 18 años, también norteamericana, que estaba de viaje de egresados y fue vista por última vez en aquel mismo restaurante al que habían invitado a Amy.

“Es como morir miles de veces cada día. Necesitamos respuestas”, exige la madre de Amy en el avance del documental, donde dice entre lágrimas que su hija hoy debería tener 50 años. Aún guarda toda la esperanza de que la encuentren y conservan intacto su coche en el garaje, con el lleno de gasolina y listo para irse a su nuevo hogar, tal como ella lo había dejado para su regreso.

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