Los terroríficos vídeos y audios en los que la aspirante a mossa tortura y humilla a su víctima

Jurado popular a una acusada de asesinato

El jurado visionó y escuchó este miércoles algunas de las las aberraciones a las que sometió la acusada a Aleix Álvarez Prieto

Los terroríficos vídeos y audios en los que la aspirante a mossa tortura y humilla a su víctima
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La falsa opositora a mossa acusada de matar a su novio lo amenazó de muerte, según grabaciones

El día que arrancó en la Audiencia de Barcelona el juicio por asesinato contra la aspirante a mossa, Montserrat Nin, el fiscal ya advirtió con la seriedad que caracteriza a Manuel Sancho de Salas que el caso era “excepcional”. Ayer, los nueve miembros del jurado popular escucharon y vieron algunas de las 670.000 grabaciones de voz y de vídeo que la acusada realizó durante diez años. Un testimonio gráfico y sonoro perturbador, terrorífico, que documenta en primera persona la progresiva manipulación, control y sometimiento que la mujer fue realizando en la figura de Aleix Álvarez Prieto, hasta deshumanizarlo y convertirlo en un ser muerto en vida.

Los terroríficos videos y audios en los que la aspirante a mossa tortura y humilla a su víctima

Los terroríficos videos y audios en los que la aspirante a mossa tortura y humilla a su víctima

EFE

Las grabaciones de voz son escalofriantes, pero lo son más los vídeos en los que se observa, cómo con el paso de los días Aleix va perdiendo peso, pelo y su sometimiento a la voluntad de la acusada es cada vez mayor. Imágenes en las que ella le obliga “si me aprecias” a estar de cuclillas durante largos periodos y tiempo, a pesar del dolor que el hombre verbaliza, cuando se atreve a hablar. Fragmentos espeluznantes en los que la mujer acerca el teléfono al rostro ensangrentado de la víctima, mostrando la oreja que supura, mientras ella le amenaza con desdén con acabar con su vida y con la de toda su familia. O audios en los que le trata como a un perro y le ordena a gritos que se siente, que se tumbe o que coja una galleta, mientras le asegura con desdén que es “una mierda”.

Durante los tres meses que Aleix convivió con su presunta asesina antes de morir ni una sola vez le pidió que se fuera de su casa. No pudo. En las durísimas grabaciones, en algunos momentos insoportables de ver y de escuchar, el hombre solo acierta a asentir, a pedir perdón y se compromete a hacer lo que ella le pide en todo momento.

La familia de la víctima, la madre, la hermana y el cuñado, así como el resto de amigos se ausentaron de la sesión por recomendación expresa de su abogado, Luis Carlos Medina, y del cabo de homicidios que en estos dos años ha ejercido de interlocutor y que les pidió que evitaran pasar por ese dolor innecesario.

En cambio ella sí, Montserrat Nin se mostró durante las más de cinco horas que duró la prueba pericial imperturbable. Llegando incluso a mirar los vídeos en la pantalla que tenía delante sin mostrar el más mínimo gesto de empatía o arrepentimiento. Solo una vez se le vio compungida y se giró pidiendo un pañuelo a su abogada, la letrada de oficio Obdulia de la Rocha, haciendo el gesto de llorar. Fue en el momento en el que se reprodujo su llamada al 112 y en la que ella misma se escuchó gritar a la operadora que Aleix no respiraba. Solo en ese instante, la acusada sintió pena, pero fue por ella misma.

Uno de los momentos más terribles de la vista judicial de este miércoles fue escuchar la grabación en la que Aleix autorizaba la ejecución de su hijo. La mujer le hizo repetir el mensaje hasta en cinco ocasiones, porque no lo estaba haciendo como ella quería. Hasta que, en la última, el hombre pedía “por favor” que el sicario matara a su hijo si él no obedecía. “¿Ahora está bien Montse?”.

La pericial del cabo y la agente del grupo de homicidios de los mossos ha tenido momentos que se hacía insoportable de seguir, provocando un dolor físico que se reflejaba en el rostro de los miembros del jurado. Como ya dijo el fiscal, las grabaciones son un “manual de la maldad” en las que la presunta asesina documentaba unas técnicas de sometimiento y manipulación que fue mejorando con el tiempo.

Los investigadores han dividido la prueba en tres apartados. El primer periodo de la relación sentimental de Aleix y Montse con tres meses en los que ella empezó a dar muestras de sus verdaderas intenciones. Un noviazgo que no tardó en torcerse por los celos de ella por las relaciones anteriores del hombre. Unas grabaciones en las que Aleix aún se atrevía a responder y recordarle las “hostias” que le había dado y a negarle con insistencia que él le hubiera golpeado, como ella aseguraba una y otra vez. Una situación que provocó la ruptura de la relación, con la intervención de la familia de Aleix, especialmente su madre, que llegó a pedir por teléfono a Montse que dejara en paz a su hijo que lo estaba pasando muy mal y había “tocado fondo”.

El segundo periodo, tras unos meses de silencio y Aleix recuperando poco a poco nuevamente su vida, ella volvió a dar señales de vida. Fueron mensajes sutiles, tratando de que el hombre volviera a confiar nuevamente en ella. Y para eso le hizo partícipe de su intención de entrar en los Mossos d’Esquadra para lo que se preparaba en una academia. Le aseguró que había cambiado, que era otra persona y admitiendo haber hecho cosas mal que estaba dispuesta a subsanar. No tardó en recurrir a su rol de víctima, recordando una infancia terrible con agresiones sexuales y psicológicas por parte de su padre y de su hermano, que los mossos aseguraron este miércoles que formaban parte de la fabulación de Montse.

De alguna manera y sin que Aleix se diera cuenta, cuando trataba de rehacer la relación sentimental con la madre de su hijo, Montse lanzó el ataque final asegurando que la habían echado de su casa por su culpa y que no tenía donde ir. En una de las grabaciones, el hombre admite sentirse responsable de la situación de desamparo y le ofrece su casa, los días que haga falta. En el momento en el que ella atravesó la puerta del piso de Aleix nuevamente, el hombre firmó su sentencia de muerte. No lo sabía, pero durante tres meses su vida fue un infierno en el que ella práctico todo tipo de torturas, humillaciones y vejaciones, físicas y psicológicas que Aleix solo pudo aceptar y asumir porque en ese punto de fragilidad emocional, creía que merecía.

Desde casa, Montse intensificó el control de Aleix, lo que hacía cuando salía a la calle, en el trabajo. Llegó a telefonearle con tanta asiduidad que sus jefes en la Seat le llegaron a amonestar. De hecho, un día antes de coger la baja, el 8 de febrero, uno de sus compañeros del taller de chapistería de la factoría de Martorell vio que Aleix no paraba de moverse de un lado a otro. El hombre le confesó que si se detenía se dormiría.

Los investigadores están convencidos que, dentro del manual de torturas y dominación, estaba el del agotamiento, sin permitirle dormir, ni descansar, ni apenas comer. 

Cuando ella supo que el mantenía su intención de regresar con la madre de su hijo, Montse intensificó la violencia verbal y física. Los mossos recuperaron grabaciones de más de cinco horas en las que ella insiste en exigirle un cambio, que no concreta. Mientras él apenas puede verbalizar, cada vez con menos palabras, que sí, que cambiará, que se compromete a ir a un psicólogo y hacer las cosas bien. La actitud de ella siempre era la misma. Amenazarle con denunciarlo por todo tipo de agresiones físicas y sexuales. Asegurando que tenía suficiente material y testigos que lograrían su encierro en prisión. Por si fuera poco, descolgaba el teléfono y simulaba hablar con terceras personas a las que pedía “tirar adelante con las denuncias contra Aleix”. Pero ni denunciaba, ni se iba de casa. Montse seguía allí, manteniendo unos monólogos interminables durante los que se la escuchaba como le golpeaba, o le gritaba amenazándolo con matarle a él, a su hijo o a Yolanda.

“Aleix de lo único que tengo ganas es de que alguien te rompa la puta cara esa que tienes y que Yolanda te de una patada en el culo y te deje solo”, le decía. Y el respondía que “sí”. Para seguir asegurando, en otro momento: “Te aseguro que no conoces mi peor versión, te va a tocar llorar mucho en esta vida”.

Desde el 8 de febrero, Aleix se fue aislando de su entorno y solo mantuvo relación con su hijo, con el que estuvo en un hotel, junto a Montse, el fin de semana anterior a su asesinato. Los días anteriores, ella le advertía sobre las agresiones que decía haber sufrido de su parte.

- “Del puñetazo si me acuerdo, y de la vez que me violaste”

-¨No. Montse”.

-”No me lo niegues. Ni me grites”.

-”Yo no te quería hacer daño”.

Los mossos advirtieron durante su declaración de las dificultades que tuvieron para hacer una selección ante el ingente material que encontraron y que ayudaba a entender esa relación de maltrato continuado que la sospechosa ya puso en práctica con víctimas anteriores.

En otra de las grabaciones la mujer advierte a Aleix que “algún día se te caerán las lágrimas y te podrás de rodillas para pedirme perdón, recuerda lo que te digo. Porque ojo por ojo y diente por diente. El que la hace la paga y tu me la vas a pagar”.

En otro de los audios se escucha cómo lo trata como a un “perro”, ordenándole que se siente, que se tumbe y que coja una galleta. Además de gritarle que físicamente es una mierda y mentalmente es influenciable y le pregunta entre risas si le puede dar una patada en la cara.

”¿No sabes mirar recto?”, le pregunta en otra de las grabaciones recuperada por los Mossos, en la que él asegura que le cuesta y ella le responde en tono amenazante que en una hora se lo arreglará y que deje de mirar como si fuese subnormal.

“Como me coja un ictus me voy al kosovar más chungo que haya y le pago lo que sea para que te rebane la cabeza”, lo amenaza en otra de las grabaciones.

Este jueves es el turno de los psiquiatras forenses que tratarán de arrojar algo de contexto a tanta maldad.

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