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Ella era guardia en una cárcel y se enamoró de un violador convicto: introdujo una jeringa para hacerse una inseminación

Sucesos

El delincuente y la guardia mantuvieron una relación prohibida en la que se llegó a quedar embarazada

Cherrie-Ann Austin-Saddington

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En el verano de 2022, Cherrie-Ann Austin-Saddington, funcionaria de prisiones de 26 años en la cárcel de The Verne (Dorset, Inglaterra), tomó una decisión que cambiaría el resto de su vida: guardó el número de teléfono que Bradley Trengrove, un preso, había ocultado en una revista.

Bajo las cámaras de seguridad, la joven dudó entre denunciarlo o ignorarlo, pero finalmente eligió callar. Aquella omisión se convirtió en el primer eslabón de una cadena de errores que la llevarían a una relación prohibida, a su arresto y, finalmente, a ser declarada culpable por mala conducta en el ejercicio de un cargo público.

La joven, madre soltera de tres niños, vio en el preso su único apoyo

Según ha informado The Guardian, Austin-Saddington llegó a The Verne convencida de que podía “marcar la diferencia”, pero se topó con un entorno laboral desordenado y compañeros poco dispuestos a orientarla. Asimismo, se debe tener en cuenta su vida personal: era madre de tres hijos, acababa de escapar de una relación abusiva y vivía en condiciones precarias. En ese contexto, Trengrove —un delincuente sexual peligroso y manipulador— identificó su vulnerabilidad y comenzó a acercarse a la guardia con gestos mínimos: bromas, peticiones triviales, halagos...

En tan sólo unas semanas, Trengrove se convirtió en una presencia constante en la vida de la joven, primero en el pabellón y luego en el móvil clandestino de la funcionaria. Ella, desencantada del equipo y emocionalmente aislada, terminó sintiendo que el preso era la única persona que la escuchaba y apoyaba.

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Al principio, eran uno o dos mensajes al día, y poco después la conversación se fue extendiendo: “Me escribía y me decía: 'Te vi en el trabajo antes. Estabas guapa'” cuenta la joven. Asimismo, el delincuente consiguió que su madre, su hermano y su abuela la contactaran. “Fue como si hubiera encontrado una familia que me apoyaba”, asegura. “Y luego, un par de meses después, me dijo: 'Creo que me estoy enamorando de ti'”.

Trengrove había sido declarado culpable de violación, pero supo enmascarar la verdad: el delincuente le contó que fue porque, cuando tenía 15 años, había tenido una relación con una chica seis meses menor que él; la engañó y, cuando cumplió 16, ella lo denunció. “Me tendió una trampa” aseguró el violador. Sin embargo, la verdad era una muy distinta: el hombre había sido sentenciado a 13 años de prisión ese mismo año por “violar repetidamente a una adolescente” y mantener relaciones sexuales con una menor. Asimismo, otras veinte mujeres lo denunciaron tras su condena por agresión sexual.

Un derrame cerebral medular suspendió su pena de prisión y le cambió la vida

La relación fue progresando hasta que ambos tuvieron encuentros físicos en zonas sin cámaras. El preso, dispuesto a enamorarla, le prometía un futuro juntos, una casa y estabilidad. La tercera vez que tuvieron relaciones sexuales, Austin-Saddington cuenta que quedó embarazada, pero un par de semanas después, perdió al bebé: “Bradley estaba obsesionado con tener un hijo” asegura, sintiéndose presionada a buscar otras alternativas.

La situación fue escalando hasta explotar en mayo de 2023, cuando la joven fue arrestada intentando pasarle una jeringa que él quería que usara para inseminarse con su esperma. Desafortunadamente, en febrero de 2024, nueve meses después de que terminara su relación y más de un año antes de que su caso llegara a juicio, la joven sufrió un derrame cerebral medular que la dejó paralizada del pecho hacia abajo, motivo por el que el juez suspendió su pena de prisión. “Sé que no iré a la cárcel, pero estoy encerrada en mi cuerpo para el resto de mi vida”, afirma la ex guardia.

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Su historia no solo muestra la tragedia personal de una funcionaria vulnerable manipulada por un preso muy peligroso, sino también cómo las grietas del sistema penitenciario inglés permiten que se repitan patrones de abuso, favoritismos, falta de formación y relaciones prohibidas que comprometen la seguridad y la justicia dentro de las cárceles británicas.