El peluche de Anita acabó volando a la piscina desde la habitación, pero ese fue solo el comienzo del espectáculo. Montoya, desbordado por los celos al ver unas imágenes ambiguas, protagonizó un estallido memorable en La Isla de las Tentaciones.
Todo empezó con una fiesta aparentemente tranquila en Villa Montaña, donde Sandra Barneda irrumpió con un mensaje que a más de uno le heló la sangre: había imágenes. La tensión subió como la espuma, pero nadie se imaginaba lo que estaba a punto de pasar.
Sandra interviene
El posible beso entre Anita y Manuel desata la ira
Las primeras imágenes ya incomodaron a los chicos, que no disimulaban sus expresiones al ver los juegos en Villa Playa. Sin embargo, fue Montoya quien se llevó la peor parte. Bastó lo que pareció un beso entre Manuel y Anita para desatar la tormenta. “¡Qué asco, qué asco!”, gritaba mientras abandonaba la sala visiblemente alterado.
Los intentos de sus compañeros por tranquilizarlo cayeron en saco roto. “¡No ha habido nada, no ha habido nada!”, repetían intentando calmarlo, pero Montoya estaba demasiado cegado por lo que acababa de ver. Su furia lo dominaba por completo, y poco importaban las palabras de quienes trataban de razonar con él. Ni siquiera giró la cabeza para mirarles; parecía haber desconectado del mundo. Montoya ya estaba decidido: no iba a escuchar a nadie, ni a detenerse a pensar si lo que había visto era tan grave como creía.
Montoya se encerró en su habitación entre gritos y golpes, dejando claro que la traición que imaginaba era demasiado para él. Desde lejos, seguía con su monólogo. Los chicos, mientras tanto, seguían viendo las imágenes en la sala: “Nada más se le escucha a él. ¿Esto qué es? ¡El primer día!”. El arranque de ira alcanzó su clímax cuando el peluche de Anita acabó en el agua, un gesto que parecía resumir todo el enfado que Montoya no lograba contener.
Sandra Barneda tuvo que calmar al concursante
La tensión llegó a tal punto que Sandra Barneda decidió intervenir y fue a buscarle. “Vamos a calmarnos”, le dijo al entrar, pero Montoya seguía en su mundo, completamente fuera de sí. “No puedo con la falsedad. No puedo con la venganza. He visto un pico. Una sonrisa con feeling. Que no... Me he equivocado”, confesó entre lágrimas mientras se refugiaba en los brazos de la presentadora. Aunque trató de justificar su reacción, era evidente que las emociones le habían superado.
