Cinco segundos. Esa fue toda la paciencia que Manuel necesitó para cambiar el rumbo de una madrugada que parecía destinada al silencio. Con una cuenta atrás frente a la puerta de Anita, selló lo que sería el momento más comentado de la noche en La Isla de las Tentaciones. Porque cuando la luz de la tentación se activa, todo lo demás queda en un segundo plano.
Todo comenzó en Villa Playa, donde Manuel y Anita, que ya venían mostrando una conexión innegable, dieron un paso más en su particular historia. Después de una charla entre risas y complicidad en la habitación de Anita, llegó el momento clave. Manuel, decidido pero juguetón, esperó cinco segundos fuera de la puerta, y al llegar a cero, Anita abrió: “¿Qué haces aquí esperando? Ven”. Y así, la tensión dio paso a una noche que ninguno olvidará.
Ya dentro, las bromas no tardaron en aparecer. “Que yo no te voy a dar besitos en la boca, que te olvides. Que yo soy muy delicado para eso. Yo no doy besitos en la boca a cualquiera”, dejó claro Manuel, mientras Anita le seguía el juego. “Que tú quieras o no es cosa tuya, pero no te los voy a dar. Qué aburrido. Parece que tenemos 12 años, podemos hacer otras cosas mejor, ¿no?”, respondió ella.
Sin embargo, lo que marcó la noche no fue un beso, sino un mordisco. En plena conversación, Manuel optó por un gesto que hizo estallar la luz de la tentación en Villa Montaña. Montoya, en la otra villa, no tardó en notar el impacto: “Qué locura, tío. Me he levantado porque la inseguridad me come. Una cosa es la fiesta, pero ya de madrugada… Huele raro”.
Anita y Manuel durmieron juntos, aunque no pasó nada más
A la mañana siguiente, la calma llegó acompañada de explicaciones. “Hemos dormido juntos, no hemos hecho nada”, aclaró Anita, dejando claro que la noche no había ido más allá. Pero entre sus palabras se colaba un destello de emoción: “Manuel, nada más abrir los ojos, me ha dicho que qué guapa estoy hasta por las mañanas”.
El desayuno en Villa Playa no estuvo exento de indirectas. Los solteros animaron a Anita a sentarse “al lado de su marido”, mientras que Bayán no pudo evitar mencionar el peluche con la cara de Montoya que siempre acompaña a Anita: “Lo sacamos de la cama”, bromeó ella, mientras Manuel añadía: “Yo lo puse al lado para que mirara”.
Mientras tanto, Montoya seguía aferrado a la esperanza de que la alarma no tuviera nada que ver con Anita: “De madrugada no se juega a las cartas, me tomo lo peor de esa alarma. Pero evidentemente confío plenamente en que Anita no ha sido”. Sin embargo, las señales en Villa Playa parecían contar otra historia.
