Detrás del nombre de Amistades Peligrosas se esconde una historia de conflictos, pasiones y desencuentros que, durante décadas, se mantuvo tras el telón. Cristina del Valle y Alberto Comesaña, la pareja artística que conquistó los escenarios en los años 90, han decidido hablar abiertamente sobre la compleja relación que mantuvieron, tanto dentro como fuera del escenario.
Éxito y conflicto
Una separación con paredes de por medio
“Eran 24 horas al día juntos y se hacía insoportable, la locura”, confiesa Comesaña en una entrevista con El Mundo. La convivencia se volvió insostenible debido a sus caracteres fuertes y la imposibilidad de desconectar el uno del otro tras cada concierto. “Si cuando termina la gala te vas para tu casa y no ves a tu compañero, tienes un tiempo para olvidarte. Pero lo nuestro era constante: hotel, ensayo, furgoneta, coche... absorción”, explica el artista.
El periodista Iñako Díaz-Guerra, en el programa Y ahora Sonsoles, ahonda en los conflictos internos del grupo y desvela hasta dónde llegaron para poder seguir adelante con su carrera: “El nivel de la bronca era tal que tiraron un tabique en medio de la casa y así estuvieron viviendo un tiempo”. A pesar de que su relación sentimental había terminado, siguieron compartiendo espacio mientras la máquina de Amistades Peligrosas seguía en marcha.
Iñako Díaz-Guerra destapa los entresijos del conflicto en 'Y ahora Sonsoles'
Las tensiones no solo se manifestaban en la intimidad del hogar. Según Díaz-Guerra, en un punto álgido de su carrera, durante una reunión con ejecutivos de la discográfica, la discusión escaló hasta el punto de lanzarse insultos. “Gilipollas, gilipollas tú”, recuerda el periodista que se gritaron. Ese mismo día decidieron cortar su relación personal de forma definitiva.
La ideología también jugó un papel en la fricción entre ambos. Cristina del Valle, activista comprometida, se sentía aislada en un ambiente dominado por hombres dentro de la banda. “Había un poco de machismo, la banda era solo hombres, yo era la única mujer y al final hacían caso al hombre”, denunció en una entrevista para El Mundo. Añadió que, además, sus diferencias políticas fueron una fuente constante de choque: “Cristina es como Putin y yo como Zelensky. La guerra llegará al fin, con cese al fuego, pero ella ya los territorios conquistados no los pierde y yo he perdido el apoyo de Europa”.
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Pese a todo, los resentimientos han quedado atrás. Con la experiencia de los años y las heridas cicatrizadas, Amistades Peligrosas vuelve a los escenarios con energía renovada. “En los 90 no lo disfrutamos por la situación conflictiva, la mezcla de pareja... nos desbordó. Ahora, en el escenario, cada uno es él mismo y somos libres”, concluyen. Un regreso que promete estar marcado por la madurez y el respeto mutuo, tras una historia donde la música nunca dejó de sonar, pero la armonía estuvo ausente durante mucho tiempo.