La endogamia es una tradición televisiva ancestral. Los programas invitan a responsables de otros programas para crear una corriente de complicidad corporativa que se contagia a los espectadores. Desde el punto de vista del marketing, es una opción respetable que, además, repercute en el ahorro de costes y transforma la autopromoción en una forma de contenido. En TV3, eso permite que algunos programas exploten este factor – win win – para poder existir.
‘L’eclipsi’ tiene la intención de renovar las cosechas de invitados recurrentes del universo de TV3 y 3Cat
ECLIPSE PARCIAL. Es el caso de L’eclipsi (3Cat), con Roger Escapa, que presenta nuevos capítulos con invitados que en su mayoría pertenecen al ámbito de influencia de La Casa. Ignasi Taltavull, Juliana Canet, Toni Cruanyes y Samanta Villar contestan las preguntas, ambientadas en un marco de intimidad nocturna, del entrevistador (es la réplica tuneada de una sección de El suplement de Catalunya Ràdio). La aportación singular de Escapa radica en que, en la parte final, comparte una partida de Jenga en la que cada pieza incluye una pregunta. Forzando la deriva endogámica, Escapa participa en el juego en las mismas condiciones que su entrevistado. Resultado: si ves todos los capítulos (esta es la tercera tanda), acabas sabiendo más cosas de Escapa que de sus invitados. La otra singularidad de L’eclips i es la intención de renovar las cosechas tradicionales de invitados recurrentes y subrayar el factor generacional. De manera que accedemos a ciertas intimidades de alguien tan joven como Juliana Canet (que forma parte de La Casa en el Que no surti d’aquí , de Catalunya Ràdio y el Club Tàndem de 3Cat) o de Ignasi Taltavull, maestro de ceremonias de Manicòmics (3Cat), un programa de entrevistas con diferentes monologuistas (en su mayoría de La Casa). El fragor de la endogamia no es incompatible con momentos de inesperada autenticidad, como cuándo Taltavull cuenta experiencias que se salen de los registros de la complacencia y la previsibilidad. Es un triunfo de Escapa, que, inocentemente, comete el error de decirle a Juliana Canet: “Eso nunca lo habías explicado”. Es como si avisara a los fabricantes de flashes-cebo que, a través de fragmentaciones dignas de Jack el Destripador, mutilan los contenidos televisivos para difundirlos a través de las redes sociales en un formato que traiciona y devalúa la supuesta y pausada intimidad del programa.