Alberto Chicote continúa con su Batalla de Restaurantes, en esta ocasión en Guadalajara. El popular chef se encuentra en plena búsqueda del mejor asado de la provincia, visitando los restaurantes de Mari Cruz de Agustín, propietaria y regente de La Vera, La Curva y a su propietaria, Mihaiela Woasi; a Abraham Martín, gerente y propietario de La Posada de Consuelito y Avadar, con Darío Menéndez, su chef y propietario.
Si en el episodio anterior la batalla casi termina en urgencias por culpa de la comida en mal estado, en esta ocasión las cosas no salieron mucho mejor. Todo sucedió en la visita a La Curva, cuyo estado de su cocina dejaba bastante que desear para los estándares del resto de participantes e incluso del propio Chicote, que no dudó en llamar la atención de la propietaria.

Chicote vuelve a 'Batalla de Restaurantes', esta vez en Guadalajara.
Mihaiela dejaba desde el principio claro que era su tesón, ganas y constancia lo que le había dado la fuerza para llegar hasta donde había llegado. “En 2001 vine a España para una vida mejor porque no tenía ni para comer”, le contaba a Chicote. “Tenía un niño y le he tenido que sacar adelante yo solita, no tenía a nadie. Me puse a trabajar y, poco a poco, con paciencia y buena letra he llegado a donde estoy”.
Mientras ella charlaba con el televisivo chef, sus contrincantes se dedicaban a inspeccionar el local, que criticaron sin piedad desde que pusieron un pie dentro. Eso sí, lo peor se lo llevó la cocina de La Curva, que fue donde se desató la verdadera batalla, pero de críticas, porque alucinaron con el estado de la estancia, particularmente de su nevera.

El horno de Mihaiela dejaba bastante que desear.
“Si esto está preparado para un programa… ¿Qué habrá aquí un día normal?”, se preguntaba Darío Menéndez, asqueado al ver el estado del horno y los utensilios. Mari Cruz se negaba a tocar la mepamsa.
“Mi marido y yo somos súper cuidadosos con todo esto. “Encima es la última”, señalaba, dando a entender que a esas alturas Mihaiela debería de haber tomado nota de lo sucedido en las tres cocinas anteriores y jugaba con ventaja.

La nevera fue el colmo para Darío. “Hostia, tío, por favor.En la pared hay cuatro elefantes, cinco leones, un señor de Albacete y una colonia de indios bailando en el Serengeti”.
La nevera fue el colmo para Darío. “Hostia, tío, por favor.En la pared hay cuatro elefantes, cinco leones, un señor de Albacete y una colonia de indios bailando en el Serengeti”, denunció el cocinero, al ver la acumulación de alimentos y suciedad del frigorífico. “Había cultivos bacterianos por absolutamente todos los sitios. Eso era un despropósito total”, aseguró el propietario de Avadar.

Chicote llama a la reflexión.
La limpieza de la cocina brillaba por su ausencia, por lo que todo apuntaba a que Mihaiela iría directa al suspenso en esa categoría, como así sucedió: un 0,7. Chicote le hizo reflexionar sobre esa calificación, con Darío siendo el más duro, pues había otorgado a la chef un cero rotundo. “Era una amenaza sanitaria”, le decía, directamente. La propietaria aseguró que hacía mes y medio había tenido una inspección de Sanidad y no había tenido ningún problema.