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Marxismo y artes marciales

Una parte relevante del fracaso de La familia de la tele (TVE) tuvo que ver con su horario de programación y el esfuerzo de colocar el nuevo formato en una parrilla repleta y sin márgenes de modificación. Con el estreno de La garita , este error podría repetirse al retrasar la emisión de El Gran Prix del verano , concebido como una apuesta de televisión familiar. Es verdad que, en teoría, La garita ocupa el espacio que se ha ganado La revuelta , pero, en la práctica, ni los medios ni los contenidos de ambos formatos son comparables. La garita se inscribe en la tradición de Televisión Española de, con un presupuesto muy limitado, explotar su archivo. Desde Cachitos a Viaje al centro de la tele , es una fórmula que se ha expandido y que ahora se actualiza con un planteamiento en el que dos cómicos disfrazados de agentes de seguridad (J.J Vaquero y Álex Clavero) se encargan de revisar y comentar imágenes de archivo y, en el tramo final, de entrevistar a un passavolant con antecedentes televisivos. Todo para completar un ejercicio en el que el tono coloquial y la informalidad cuñadista prevalece sobre el talento para la improvisación o una comicidad más estructurada, que no abuse de reírse de sus propios chistes.

Una luchadora de kung-fu con un pasado traumático descubre los encantos teóricos y prácticos del marxismo

TUS PUÑOS, TU CAPITAL. Una propuesta original: la serie francesa Máquina (Sundance TV). Algunas críticas la han etiquetado como una mezcla de Ken Loach y Quentin Tarantino. El invento, sin embargo, va más allá de mimetismos y propone un híbrido entre la serie B de artes marciales, la épica de la venganza individualista (tan explotada por la franquicia John Wick) y el ensayo militante sobre el marxismo aplicado a la solidaridad y la lucha proletaria. Que la protagonista sea una mujer con una nula preocupación por la pulcritud cosmética añade interés al argumento. Un argumento que, sin pelos en la lengua, explica el proceso de desmantelamiento y deslocalización de la industria a manos de un capitalismo salvaje. Un capitalismo que no sólo puede ser combatido por el sindicalismo tradicional de acuerdos y protestas convencionales sino también a través del individualismo del kung-fu, encarnado por una protagonista que practica métodos revolucionarios. Métodos que, sin hacer apología de la lucha armada, sí sofistican la idea de la legítima defensa. Que durante toda la serie se cite a Karl Marx es una extravagancia que, además de ser verosímil, refuerza el encanto de la propuesta.