La docuserie 50 segundos: El caso Fernando Báez Sos a (Netflix) reconstruye el asesinato del joven Fernando a manos de un grupo de jugadores de rugby después de que, en una discoteca de Villa Gesell, se inicie la típica pelea que mezcla aforos sobresaturados, consumo desquiciado de alcohol y testosterona tóxica. Expulsados de la discoteca por el servicio de seguridad, la pelea degenera en un ensañamiento grupal que desemboca en una muerte –patadas en la cabeza– que conmociona la opinión pública. Una muerte que movilizó a los medios de comunicación argentinos hasta cotas irrespirables de sensacionalismo y estridencia. La serie, impecable en el tono y la cronología de los hechos, acumula las piezas de un rompecabezas que no cae en frivolidades de autoría y que ordena una cantidad ingente de imágenes y testimonios. La narración acierta al incluir tanto el relato desconsolado de los familiares de la víctima como el relato, igualmente desconsolado, de los padres de los culpables y de los propios culpables.
El documental sobre las matanzas escolares es tan aterrador que solo puede durar treinta y cinco minutos
LEGADO. También en Netflix, otro documental de una densidad dramática tan aterradora que solo dura 35 minutos. Se titula Todas las habitaciones vacías y es el proyecto de un reportero y un fotógrafo que deciden hablar con los padres de niños asesinados en tiroteos en varias escuelas de EE.UU. Para fotografiar las habitaciones vacías, que los padres preservan como santuarios de un duelo y una tristeza que les sobrevive como legado. Tres casos –dos niñas de nueve años, una de quince– aportan imágenes de archivo y los padres permiten a los reporteros que retraten los detalles de una intimidad en la que cada detalle –también los olores, imposibles de captar audiovisualmente– explica el carácter y la vida de las criaturas asesinadas. La intención de los reporteros es no dejarse arrastrar ni por el olvido ni por la aceptación de una tragedia que explica la sumisión de todo un país a la violencia gratuita. La ficción y la explosión del true crime se han especializado en explicar las mentes retorcidas de psicópatas y asesinos. Aquí, en cambio, no se incluyen sermones, solo se retrata la inconsolable tristeza de los padres y hermanos de las víctimas y se muestra, sin truculencia, la habitación donde, cuando necesitan recordar el ausente, se refugian para llorar. En el documental sobre el asesinato de Báez, se reclama justicia. En el de las habitaciones, se comparte el desconsuelo como una forma, remota, de esperanza.