Nuestra vida social y la biología parecen seguir ritmos cada vez más distintos. Cuando nacen, las mujeres cuentan ya con los óvulos que van a tener a lo largo de su vida. A medida que van cumpliendo años, su fertilidad va descendiendo, sobre todo a partir de los 35 años. Tal como informa el documento “Hoja de ruta para una reproducción saludable y planificada”, de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), alrededor de los 37 años, el 90% de los óvulos ya han desaparecido o bien son de mala calidad. Sin embargo, cuando este momento llega, muchas mujeres que desean tener hijos aún encuentran diversas razones importantes para postergar la maternidad.
Según los expertos, la edad biológica adecuada para ser madre es de los 20 a los 30 años, pero en este periodo de la vida un amplio número de personas aún están tratando de afianzar múltiples aspectos (profesionales, materiales, económicos o personales) de sus vidas. La vitrificación de óvulos se convierte en una solución efectiva para aquellas mujeres que quieran concederse la oportunidad de abordar la maternidad en el futuro. Como bien explica el Dr. Pedro N. Barri Ragué, presidente de la Fundación Dexeus Mujer y presidente de Honor de la Sociedad Española de Fertilidad, “este método de preservación de la fertilidad permite liberar a la mujer del paso del tiempo”.
Un proceso en dos fases
En la vitrificación se utilizan agentes crioprotectores (unas moléculas que reducen el contenido acuoso del interior de los ovocitos para protegerlos de las bajas temperaturas) y nitrógeno líquido para “congelar” los óvulos que se han extraído previamente. Esto permite conservarlos a -196ºC. Tal como se cuenta en la revista online Reproducción Asistida, una publicación médica certificada creada por médicos y especialistas en fertilidad (y acreditada, entre otras instituciones, por el Colegio de Médicos de Barcelona), el tratamiento de vitrificación suele dividirse en dos fases.
La primera, que depende de los ginecólogos, empieza con una ecografía vaginal y una analítica hormonal para valorar el estado de la reserva ovárica.
Posteriormente, la paciente pasa por un proceso de estimulación ovárica controlada. Cuando los folículos de los ovarios han desarrollado un tamaño de entre 16 y 18 mm, se programa la punción folicular para obtener los óvulos.
La edad biológica ideal para ser madre es
de los 20 a los 30 años pero, a menudo, la
realidad social impone otros ritmos. De 2010 a 2020, las mujeres que congelaron sus óvulos en España se multiplicó casi por 30
Los óvulos extraídos se llevan al laboratorio, donde el embriólogo evalúa el estado de maduración y la calidad de los mismos. Tras quitar las células de la granulosa que se encuentra a su alrededor, se procede a la vitrificación, siguiendo un proceso que requiere de una notable habilidad por parte del profesional. En el momento en que vaya a hacerse uso de los óvulos, se realizará el proceso de desvitrificación para, con posterioridad, realizar la fecundación mediante la inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI).
La vitrificación también es útil para aquellas personas que cuentan con un historial familiar de enfermedades graves, ya que permite efectuar un test genético preimplantacional (PGT), a fin de detectar posibles alteraciones genéticas o cromosómicas en los embriones antes de su transferencia al útero, evitando de este modo la herencia de patologías dañinas.
Recurrir a la cesión de óvulos es también una buena solución en casos de infertilidad o edad avanzada, para poder proceder a la fecundación in vitro. Esto es posible porque, como añade Barri, “el útero puede seguir funcionando, pese a la disminución de la reserva ovárica. Así, con una donación de óvulos, por ejemplo, una mujer menopáusica podría quedar embarazada”.
La ley española no establece ninguna limitación sobre cuál debe ser la edad máxima para una fecundación in vitro, siempre y cuando existan unas condiciones físicas que no impliquen riesgos para la gestante o que afecten al desarrollo de la descendencia. Sin embargo, como explica Barri, los profesionales de la medicina suelen establecer, por consenso, la frontera en las mujeres menores de 50 años con un buen estado de salud.
La necesidad de romper la barrera económica
Las mujeres que congelan sus óvulos en España se han multiplicado casi por treinta en la década que va de 2010 a 2020, pese a que el principal obstáculo que presenta esta técnica es su coste que, según el mencionado informe del SEF, puede oscilar “entre los 2.000 y los 4.000 euros por ciclo, a lo que deben sumarse 300-400 euros anuales de mantenimiento de los óvulos preservados, y, habitualmente, un tratamiento previo a la extracción para estimular la producción ovocitaria (1.000 euros más)”.
Dado que las razones que impulsan a muchas mujeres a recurrir a la vitrificación se deben, en buena parte, a obstáculos de tipo social que dependen en parte de las políticas de las administraciones (como la dificultad para acceder a una vivienda o disponer de trabajos lo suficientemente remunerados), se hace especialmente necesario desarrollar medidas que aseguren que todas las personas puedan recurrir a estos procedimientos, con independencia de sus condiciones económicas y sociales.
De hecho, la meta 3.7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas demanda a los países que para 2030, “garanticen el acceso universal a los servicios de atención de la salud sexual y reproductiva, incluidos los de planificación familiar, información y educación, y la integración de la salud reproductiva en las estrategias y los programas nacionales”.
