Llamar a una empresa SpinLaunch en un sector en el que el spin (‘relaciones públicas’, ‘promoción’) constituye una forma de vida puede parecer forma de tentar la suerte. Sin embargo (y aunque la compañía no se queda corta en el ámbito de las relaciones públicas y la promoción), el spin de su nombre se refiere al modo de despachar las cargas desde la superficie de la Tierra: en lugar de usar un cohete, una centrifugadora sellada al vacío (spin es también ‘centrifugar’) lanza la carga cinéticamente (véase la imagen superior). Tras una hora de lenta aceleración, el proyectil sale disparado a 2,2 kilómetgros por segundo. Al llegar a los 62 kilómetros de altitud, se enciende un pequeño motor que lo impulsa durante el resto del recorrido hasta alcanzar la órbita prevista.
SpinLaunch, de Long Beach, forma parte de un grupo de compañías del sector del Nuevo Espacio radicadas en Los Ángeles y alrededores. Son herederas de una tradición aeroespacial centenaria reiniciada en 2002 cuando un empresario entonces poco conocido llamado Elon Musk alquiló un almacén en El Segundo para una startup llamada SpaceX. Las cargas útiles de 200 kilos que pretende manejar SpinLaunch son minúsculas en comparación con las que lanza SpaceX, cuyos cohetes Falcon 9 pueden elevar casi 23 toneladas. Sin embargo, lo pequeño puede ser hermoso. Los vehículos de lanzamiento Electron fabricados por Rocket Lab, uno de los vecinos de SpinLaunch, tienen cargas apenas superiores: 320 kilos. Rocket Lab es la única empresa del Nuevo Espacio que, con excepción de SpaceX, gana ya dinero poniendo cosas en órbita.
Ahora bien, el clúster angelino del Nuevo Espacio no tiene sólo lanzadores. La zona es un lugar a lo regreso al futuro donde se están haciendo realidad las fantasías de los heroicos comienzos de la época espacial. Minería de asteroides. Fabricación orbital. Estaciones espaciales privadas. Vehículos lunares. Exploración de Marte. Hay ahí radicadas compañías que se dedican a todo eso, junto a otras más aburridas (aunque más fiables por lo que hace a la rentabilidad) dedicadas a la fabricación y el mantenimiento de satélites. Y faltan tampoco las campañas de relaciones públicas. Sin embargo, los participantes son, como el propio Musk, verdaderos creyentes: cadetes espaciales que no sólo ven el mundo más allá de la Tierra como algo que hay que explorar, sino también que conquistar.
En un mapa, AstroForge se encuentra en Huntington Beach (donde se ensamblaron las terceras etapas de los cohetes Saturno V, usados en los programas Apolo). Sin embargo, conceptualmente, la compañía está fuera de este mundo. Su objetivo viajar a asteroides para extraer platino y otros cinco metales preciosos relacionados (iridio, paladio, rutenio, rodio y osmio).
Una empresa prepara misiones para extraer minerales de algunos asteroides con sondas robotizadas
La mayoría de asteroides son cuerpos rocosos de escaso interés para quienes se dedican a la minería espacial. No obstante, unos pocos fueron en su día parte del núcleo de planetas que quedaron destrozados en las colisiones ocurridas durante la alocada juventud del sistema solar. Tales objetos están formados principalmente por aleaciones de hierro y níquel. También contienen cantidades útiles de los seis elementos del grupo del platino. Su explotación es una vieja idea, y Matt Gialich y José Acain, los fundadores de AstroForge, creen que pueden hacerla realidad.
Ya están rastreando objetivos adecuados y han lanzado una misión para probar su tecnología en el espacio. El plan consiste en aterrizar sondas robóticas en una “cantera” espacial, evaporar la aleación presente en ella aplicando calor intenso y hacer pasar el vapor por un imán para separar los átomos no magnéticos del grupo del platino de los átomos magnéticos de hierro y níquel. Tras eso, las sondas regresan a la Tierra portando modestas cargas metálicas que, pese a ello, harán ricos a los accionistas de la compañía (unos 60 millones de dólares por misión, según precios actuales).
Otro sueño que vuelve a cobrar vida es la fabricación en gravedad cero con el objeto de aprovechar la característica que tienen ciertos materiales de solidificarse de forma diferente en órbita a como lo hacen en tierra. Jason Dunn dirige Outpost Space, una compañía con sede en Santa Mónica. Está interesado en el ZBLAN, una mezcla de los fluoruros de circonio, bario, lantano, aluminio y sodio. En teoría, las fibras ópticas fabricadas con ese material deberían ser superiores a las convencionales, ya que el ZBLAN es más transparente y transmite una gama más amplia de frecuencias. Sin embargo, esa ventaja se ve contrarrestada por la tendencia del material, cuando se transforma en fibras, a cristalizar en lugar de convertirse en un vidrio. Eso arruina sus propiedades.
Ahora bien, en órbita las cosas son diferentes. Por ello, Outpost Space está desarrollando un vehículo llamado Carryall que puede llevar al espacio una fábrica robotizada y devolverla a la Tierra mediante un escudo térmico plegable y un parapente. Esa fábrica podrá convertir en fibras una carga de cinco toneladas de ZBLAN.
Una empresa proyecta elaborar medicamentos mejorados en el espacio
A Will Bruey no le interesan tanto los materiales como los medicamentos. Tras haber trabajado para SpaceX, fundó en 2021 Varda Space Industries, con sede en El Segundo. La compañía planea mejorar ciertos medicamentos cristalizando los ingredientes en órbita. Las diferentes estructuras cristalinas suelen variar en solubilidad, velocidad de disolución y estabilidad, factores que afectan a su biodisponibilidad. Los que presentan las mejores propiedades pueden ser más fáciles de fabricar en el espacio que en la Tierra. En 2023 y gracias a un vehículo de reentrada diseñado por Rocket Lab, Varda probó con éxito su sistema con ritonavir, un fármaco contra el VIH. La compañía tiene previsto otro lanzamiento el año que viene.
Por ahora, Bruey parece contentarse con la fabricación de sus fármacos. Sin embargo, Dunn tiene ambiciones más amplias, ya que Carryall puede hacer algo más que transportar fábricas. Su carga útil máxima es de unas considerables diez toneladas. Ello es de especial interés para las fuerzas armadas, ya que puede permitirles almacenar piezas de equipo en órbita en espera de la orden de entregarlas en alguna parte del mundo inaccesible de otro modo. Las fuerzas aéreas estadounidenses sufragan ya los costes de los cuatro primeros lanzamientos de una versión de prueba más pequeña, Ferryall.
Carryall y Ferryall (capacidad, 100 kilos) pueden asimismo ayudar a mantener el espacio ordenado sin contaminar la atmósfera. Dunn calcula que la retirada de órbita de los satélites obsoletos (algo que ya exige la normativa) pronto supondrá que se quemen en la reentrada diez toneladas diarias de material. En su opinión, eso generará tal cantidad de polvo tóxico que ese sistema de desorbitado dejará de tolerarse. Outpost se prepara para proporcionar otros métodos menos incandescentes.
Minería de asteroides, listo. Fábricas en el espacio, listo. ¿Alguien desea alojarse en una estación espacial privada? Jed McCaleb, un empresario multimillonario, ha contratado a Max Haot, otro antiguo empleado de SpaceX, para hacer realidad ese deseo. El resultado, Vast Space, también está en Long Beach. Haven-1, su primer producto, será un cilindro de 10,4 metros de largo y 4,4 de diámetro, con paneles solares en forma de alas, un puerto de atraque en un extremo para las llegadas y salidas, y una ventana en el otro para mantener la cordura y meditar sobre la condición humana desde la órbita terrestre.
Aunque sólo los turistas adinerados y los científicos bien financiados tendrán la posibilidad de solicitarlo, el check-in pronto estará disponible. La intención es que el lanzamiento tenga lugar hacia finales de 2025, justo a tiempo para impresionar a los jueces del programa Destinos Comerciales en Órbita Baja Terrestre de la NASA, que poco después elegirán un sustituto para la Estación Espacial Internacional cuando ésta sea retirada de órbita en algún momento de la próxima década.
La Luna y Marte son los dos grandes objetivos económicas de numerosas empresas
Sin embargo, incluso orbitar la Tierra puede parecer ya un poco provinciano. Circular por la Luna tiene mucho más glamour. Venturi Astrolab, fundada en Hawthorne por Jaret Matthews, también procedente de SpaceX, tiene justo lo que se precisa para ello. El vehículo FLEX (Flexible Logistics & Exploration) está diseñado para transportar a dos pasajeros en viajes de hasta 70 kilómetros por la superficie lunar. Ya existe un prototipo; y Astrolab es una de las tres empresas contratadas para desarrollar el transporte de superficie para el programa Artemis de regreso a la Luna de la NASA.
Y luego está Marte. Musk dijo en cierta ocasión que planeaba “morir en Marte, pero no en el impacto”. Dado que sólo tiene 53 años, cabe esperar que ese día todavía esté lejos. De todos modos, la carrera de las compañías privadas por aterrizar en el planeta rojo ya va en serio.
Musk afirmó en 2023 que SpaceX, ahora con sede en Tejas, podría lograrlo dentro de tres o cuatro años con una nave no tripulada. Tom Mueller, la primera contratación de Musk en SpaceX, espera superarlo. La compañía de Mueller, Impulse Space, ubicada en Redondo Beach, fabrica pequeños cohetes que mueven satélites por el espacio. Se ha asociado con Relativity Space, una empresa de Long Beach que aspira a fabricar lanzadores. El plan es que Relativity proporcione el lanzador e Impulse la etapa de crucero, la cápsula de entrada y el módulo de aterrizaje para un viaje a Marte. La partida está prevista para 2026, un objetivo ambicioso ya que Relativity aún no ha realizado ningún lanzamiento con éxito.
Como ocurrió en los inicios de la época espacial, Marte sigue siendo el sueño de los sueños, el único lugar más allá de la Tierra donde podría ser posible vivir. Mueller habla de una colonia de un millón de almas. Musk ha hecho una propuesta similar. Los obstáculos serán formidables, incluso para el objetivo menos ambicioso de crear una residencia para multimillonarios jubilados. Ahora bien, formidable no es lo mismo que insuperable. En cuanto al nombre de esa nueva colonia, no suena mal Los Nuevos Ángeles.
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Traducción: Juan Gabriel López Guix