Dominique Pelicot y los otros 50 acusados de haber violado a Gisèle Pelicot durante una década y bajo los efectos de somníferos administrados por su exmarido, Dominique, tendrán hoy lunes su última oportunidad de declarar en el Tribunal penal de Vaucluse (Aviñón) antes de que el jurado se retire y dicte el veredicto, previsto para el próximo jueves 19.
Se desconoce, al menos oficialmente, cuántos de los acusados querrán dar su último alegato, aunque se especula que la mayoría prefiera no declarar en un inaudito proceso celebrado a puerta abierta desde el pasado septiembre por deseo expreso de la víctima, Gisèle Pelicot, quien justificó su decisión con la frase que ha dado la vuelta al mundo: “que la vergüenza cambie de bando”.
La acusación pidió al tribunal que envíe “un mensaje de esperanza a las víctimas de la violencia sexual”
La Fiscalía ha pedido penas de entre los 4 a los 20 años de prisión, esta última la máxima por el delito de violación en Francia y requerida para Dominique Pelicot (hoy con 72 años) de edad, el que fue marido de Gisèle (72 recién cumplidos) y urdidor de un plan para que violasen a su entonces mujer en estado inconsciente desconocidos contactados a través de una página web.
En un juicio que ha despertado un enorme interés mediático nacional e internacional (166 medios acreditados), la mayoría de los acusados, de entre los 27 a los 74 años y de diferentes estratos sociales, han adoptado una postura que va desde negar que lo que hicieron fuese una violación hasta la justificación de los actos porque el propio Dominique había dado el permiso de abusar de su propia mujer.
Precisamente, la noción de consentimiento es uno de los puntos más destacados que este proceso ha puesto en el orden del día. En Francia, se ha abierto un debate sobre la necesidad de incluir ese concepto en la definición penal de la violación, algo que divide a juristas, políticos y asociaciones feministas.
Hoy, los focos volverán a estar sobre el principal acusado, Dominique, del que se ignora si hablará. Durante el proceso, se reconoció un violador, lo que justificó por haber sufrido abusos sexuales cuando era un niño –quedó para los anales del juicio la frase “no nacemos perversos, nos convertimos en perversos”.
Los expertos psicológicos, sin embargo, han trazado el retrato de alguien “manipulador”, “mentiroso” y “perverso”.
Mientras, Gisèle Pelicot, convertida en un símbolo internacional del combate feminista, aseveró que la herida abierta durante diez años de violaciones, que ella misma calcula en unas 200, “nunca se cerrará”. La acusación pidió al tribunal que su decisión sirviera para enviar “un mensaje de esperanza a las víctimas de la violencia sexual”.
Los Pelicot tuvieron tres hijos: David (50 años), Caroline (45) y Florian (38). Los tres han declarado en el proceso respaldando a su madre y expresando duras críticas a su padre. Caroline acusó a su padre por haber sufrido lo mismo que Gisèle.
Los hechos que se juzgan en Aviñón desde el 2 de septiembre pasado sucedieron entre julio de 2011 y octubre de 2020, primero en la región parisina y más tarde en la casa a la que los Pelicot se habían mudado tras jubilarse en la localidad de Mazan, cerca de la soleada Aviñón (sureste de Francia).
Dominique Pelicot entraba en contacto con otros hombres en una plataforma online y los invitaba a su domicilio, tras administrar a su víctima grandes dosis de ansiolíticos, que la dejaban inconsciente, lo que les permitía abusar de ella sin que guardara ningún recuerdo.
Todo terminó en septiembre del 2020 cuando él fue detenido por grabar bajo las faldas de unas mujeres en un supermercado de Carpentras y al registrar sus archivos informáticos los investigadores descubrieron miles de vídeos y fotos en los que aparecían las violaciones a las que sometió a la víctima.
El principal acusado está imputado en otros dos casos de violencia de género, uno por la violación y el asesinato de una mujer en 1991 y el otro por una tentativa de violación con arma blanca en 1999.
La abogada defensora de Dominique, Beatrice Zavarro, cerró su alegato recordando la infancia de su defendido y el arrepentimiento que éste ha expresado en una carta en la cárcel. Se dirigió al jurado: “Recuerden al buen marido, no al perverso”.