Ya sabíamos que Mark Zuckerberg no era la persona más ética del mundo. En su largo historial al frente de Facebook / Meta están las continuas disculpas y propósitos de enmienda que ocasionalmente va soltando por comportamientos impúdicos de su compañía como los del caso Cambridge Analytica. Pedir perdón forma parte de la agenda recurrente del magnate de las redes sociales.
Hace cuatro años, Mark Zuckerberg expulsó de Facebook e Instagram de forma indefinida a Donald Trump. El entonces todavía presidente alentó, según el fiscal especial designado, una revuelta para subvertir los resultados de las elecciones que dieron la presidencia de Estados Unidos a Joe Biden.
Para justificar aquella decisión, el empresario publicó: “Creemos que los riesgos de permitir que el presidente continúe usando nuestro servicio durante este período son simplemente demasiado grandes”. Así que le cortó el acceso a Trump y así lo mantuvo hasta hace un año, cuando el líder republicano ya enfilaba las elecciones que en noviembre pasado supusieron su vuelta al despacho oval de la Casa Blanca.
Parece que el que manda quiere que todos vean a Mark doblando el espinazo
Eso no basta. Ahora Zuckerberg tiene que hacerse perdonar. De momento, ha puesto dinero –un millón de dólares de nada– para la ceremonia de investidura de Donald Trump del próximo lunes. El dinero le ha servido para comprarse un lugar en ese selecto palco del Capitolio de Washington.
La genuflexión de Zuckerberg ante la vuelta de Trump está siendo de libro. Lo intenta en serio. Hace unos días anunció que suprime el sistema de verificación de información en sus redes sociales y que habrá más contenido político. No es cuestión de hacer enfadar a Trump, que antes de volver a tomar el poder anunció que el presidente de Meta pasaría “el resto de su vida en prisión” si le creaba problemas.
Teníamos la imagen de que cuando un supermillonario se inclina ante un poderoso político todo ocurre en un despacho cerrado, sin testigos. Pero esta vez parece que el que manda quiere que todo el mundo vea a gente como Zuckerberg doblando el espinazo.

Mark Zuckerberg, fundador y presidente de Meta
En el último año, el fundador de Facebook ha ido cambiando incluso su estética, de una apariencia juvenil, de tono aparentemente inocente, ha pasado al cabello largo y a las camisetas con lemas inspirados en la Roma clásica. Aunque alguien debería decirle que “ Carthago delenda est ” no es un mensaje bonito, sino una exaltación de la destrucción, y que “o César o nada” es un eslogan propio de dictadores.
Al menos se ha quitado la careta. Anunciar que eliminas el sistema de verificación de redes sociales mientras exhibes un reloj de 900.000 dólares en tu muñeca es toda una declaración de principios que los usuarios de Facebook e Instagram deberían tener en cuenta. No pasará. No temas, Mark.