La nueva guerra comercial de Trump contra China es también una guerra contra los opioides

Lucha contra la droga

El combate contra las sustancias ilegales se enrede con la geopolítica 

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Una imagen del puerto de Long Beach con contenedores de mercancías 

CAROLINE BREHMAN / EFE

El presidente Donald Trump llevaba mucho tiempo amenazando con iniciar una guerra comercial, pero la que inició el 1 de febrero contra Canadá, China y México se entremezcla con airadas acusaciones relacionadas con otra guerra, la guerra contra las drogas. Sus órdenes ejecutivas afirman que Canadá y México no controlan el flujo de narcóticos y migrantes a través de sus fronteras y en parte justifican como medida punitiva el arancel del 25 % que les impone (aunque en suspenso) amparándose en la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional de 1977.

Sin embargo, las afirmaciones más incendiarias se reservan para China. El Partido Comunista, asegura, “ha subvencionado e incentivado de otras formas” las empresas chinas para que “exporten fentanilo y los precursores químicos relacionados con él utilizados para producir opioides sintéticos vendidos ilícitamente en Estados Unidos”. China “proporciona apoyo y refugio seguro” a organizaciones delictivas transnacionales.

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FILE PHOTO: A pharmacist holds prescription painkiller OxyContin, 40mg pills, made by Purdue Pharma L.D. at a local pharmacy, in Provo, Utah, U.S., April 25, 2017. REUTERS/George Frey/File Photo

En consecuencia, ha decidido imponer un arancel adicional del 10% a los productos chinos. Las órdenes ejecutivas también limitan el alcance de las denominadas exenciones de minimis de los derechos de aduana para cantidades pequeñas enviadas a través de las fronteras: eso perjudicará gravemente a las empresas chinas de comercio electrónico que venden en Estados Unidos. China ha respondido diciendo que impugnará los aranceles ante la Organización Mundial del Comercio, una amenaza que probablemente no intimide a Trump; y sin duda la República Popular tomará otras medidas adicionales.

Las afirmaciones de Trump sobre el comercio de opioides son exageradas y su remedio contraproducente, pero no cabe duda de que el comercio de drogas sintéticas constituye un problema y de que China podría hacer más. El número de muertos es espantoso. Según las estimaciones oficiales, casi 90.000 estadounidenses murieron por sobredosis de drogas (fentanilo, sobre todo) en el año transcurrido hasta agosto de 2024. El 17 de enero, el Trump habló con su homólogo chino, Xi Jinping, por primera vez desde su victoria electoral. Entre los temas planteados a Xi, el déficit comercial con China y el fentanilo ocuparon los primeros lugares. Y Trump sonó entonces optimista: “Espero que resolvamos muchos problemas juntos, y que empecemos de inmediato”, escribió en las redes sociales. Sin embargo, el 21 de enero, al día siguiente de su toma de posesión, fue más directo. Dijo que le había dicho a Xi: “No queremos esa basura en nuestro país. Tenemos que detenerla”.

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China y México desempeñan un papel importante en la crisis del fentanilo. Las empresas chinas son los principales proveedores de sustancias químicas que los cárteles de México “cocinan" y convierten en el fentanilo que luego introducen de contrabando en Estados Unidos. En cambio, Trump se equivoca al afirmar que el fentanilo ha entrado en cantidades “masivas” desde Canadá. En 2024, se incautaron unas 9,6 toneladas de la droga en la frontera sudoeste de Estados Unidos; en el norte, se descubrieron menos de 20 kilos.

Las compañías chinas no están exportando fentanilo en cantidades significativas. Los envíos son principalmente de “precursores” y “preprecursores”, es decir, los principales ingredientes de la droga y también los necesarios para fabricarlos. Trump ha intentado echar parte de la culpa a Biden, a quien acusa de no haber presionado a Xi para que cumpliera una promesa que, según Trump, el dirigente chino le había hecho durante su primer mandato, a saber, que China ejecutaría a quienes enviaran fentanilo a Estados Unidos. “Eso habría detenido los envíos”, dijo a los periodistas el 23 de enero. “Ahora tendremos que detenerlos con aranceles.”

Las palabras de Trump sobre China
y los opioides son exageradas
y contraproducentes, pero Pekín
podría hacer más

China no ha confirmado que hiciera tal promesa. Además, las condenas a muerte no habrían ayudado mucho. El país sí que ha tomado medidas enérgicas contra el fentanilo. En 2019, prohibió la fabricación no autorizada de todos los opioides de tipo fentanilo. Ese año, tras una inusual investigación conjunta en la que participaron organismos chinos y estadounidenses, un tribunal chino condenó a muerte con suspensión de la condena a un hombre por traficar con fentanilo destinado a Estados Unidos. Otros ocho fueron condenados a penas que iban desde los seis meses hasta la cadena perpetua. Sin embargo, el enfoque duro no hizo más que animar a las compañías químicas a exportar precursores. Además de ser los componentes básicos del fentanilo, esas sustancias tienen a menudo usos legales. Así, en lugar de exportar directamente la droga, como solían hacer, las empresas chinas pasaron a enviar las materias primas a los cárteles.

El problema es en parte político. China esperaba recompensas por tomarse más en serio las preocupaciones estadounidenses y se indignó cuando el gobierno de Trump impuso en 2020 sanciones al Instituto de Ciencias Forenses del Ministerio de Seguridad Pública por sus presuntos vínculos con la represión de los uigures de la región de Xinjiang, en el extremo occidental del país. China redujo entonces su cooperación (nunca muy estrecha) con Estados Unidos en la lucha contra la delincuencia relacionada con las drogas. En 2022, durante el gobierno de Biden, cortó por completo dicha colaboración en respuesta a una visita a Taiwán de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes. La cooperación sólo se reanudó en noviembre de 2023, después de que Biden acordara levantar las sanciones durante una cumbre destinada a romper el hielo con Xi y celebrada en San Francisco.

El president dels Estats Units, Donald Trump, i el de la Xina, Xi Jinping

Donald Trump junto Xi Jinping

La ayuda de China en la lucha contra las drogas sigue siendo mucho menos productiva de lo que desearían los políticos estadounidenses de todo signo. En enero de 2024, un nuevo foro bilateral sobre lucha contra los estupefacientes se reunió por primera vez en Pekín. China adoptó nuevas medidas para reforzar sus controles sobre el comercio relacionado con los opioides. Cerró 14 sitios web y más de un millar de tiendas en línea que vendían precursores. En septiembre de 2023, impuso restricciones a otros tres ingredientes más del fentanilo. “En cuanto se acuerda algo en el plano internacional, lo controlan. Eso hay que reconocerlo”, afirma un alto funcionario familiarizado con los esfuerzos de China. “En algunos países, las normativas nacionales tardan mucho en ajustarse a los controles internacionales.”

Ahora bien, las búsquedas de The Economist sobre esos ingredientes y otras sustancias químicas relacionadas con el fentanilo ponen de manifiesto que aún queda mucho por hacer. Siguen abundando los sitios web que ofrecen esas sustancias. Si bien el país de origen de los vendedores no aparece de modo explícito, los datos de contacto, que incluyen WeChat (una plataforma de mensajería china), y los números de los teléfonos móviles, dejan clara la conexión con China. “Entrega segura a México, Estados Unidos”, afirma un distribuidor en una plataforma de comercio de productos químicos en Shanghái que dice pertenecer a una compañía con sede en la provincia de Anhui. La página web ofrece 1-boc-4-AP, uno de los precursores contra los que China tomó medidas en 2024. Puede tratarse de una estafa. Sin embargo, en julio de 2024, la agencia de noticias Reuters aseguró que sus reporteros habían conseguido el año anterior entregas por transporte aéreo de algunos precursores y de una prensa para hacer pastillas de vendedores en línea de China. Los productos costaron un total de unos 3.600 dólares y podrían haberse utilizado para fabricar 750.000 comprimidos de fentanilo por un valor aproximado de 3 millones de dólares, según Reuters.

“La crisis del fentanilo es un problema estadounidense”, ha afirmado un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China

China cuenta con un enorme arsenal para el control de internet y con una gran experiencia en su uso. El hecho de que no lo haya desplegado plenamente contra el comercio relacionado con el fentanilo apunta a que quizás le falte voluntad política. En abril del año pasado, un comité bipartidista de la Cámara de Representantes de Estados Unidos publicó un informe sobre las conexiones de China con el fentanilo. En él, se señalaba que el país utiliza habitualmente su aparato de seguridad contra los traficantes de drogas, “pero sólo en casos que afectan a su población nacional”. Y se afirmaba que el fentanilo era una “valiosa herramienta retórica y propagandística” para China, puesto que le permite denunciar la “decadencia” de las democracias occidentales. En julio, un alto funcionario estadounidense dijo a los periodistas que el gobierno de Biden no tenía información que respaldara la conclusión del comité de que China estuviera subvencionando las exportaciones de precursores. Sin embargo, añadió, “creo que es necesario mantener una conversación al respecto”.

La imposición por parte de Trump de un arancel adicional del 10% a los productos chinos (aunque inferior al 25% impuesto a México y Canadá) no animará a China a tener esa conversación. “La crisis del fentanilo es un problema estadounidense”, ha afirmado un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, al tiempo que insistía en que los controles de drogas del país se encuentran entre los más estrictos del mundo. China, añadió, había apoyado los esfuerzos estadounidenses para hacer frente a la crisis del fentanilo, con “resultados notables”; también avisó de que los gravámenes “socavarían la futura cooperación en materia de control de drogas”.

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No obstante, Vanda Felbab-Brown, de la Institución Brookings de Washington, cree que Estados Unidos puede tener cierta influencia. China está interesada en ser eliminada de una lista estadounidense anual de los principales países de producción y tránsito de drogas (en la que el país fue añadido en 2023). Podría estar dispuesta a tomar más medidas para detener el comercio relacionado con los opioides si Estados Unidos accede a eliminarla de ahí, considera Felbab-Brown. “China está muy centrada en su reputación.”

Incluso con los mejores esfuerzos por parte china, el problema no desaparecerá de inmediato. El país tiene un sector químico vasto y ágil que, junto con el indio, domina el suministro mundial de materias primas farmacéuticas. Sus fabricantes pueden producir con rapidez otros productos químicos adecuados si el gobierno restringe las ventas de un componente particular del fentanilo. Los usos legítimos, al margen de la producción de fentanilo, harían que cualquier gobierno dudara a la hora de detener su producción por completo. Los gobiernos locales de China tienen interés en proteger a las compañías que apuntalan el debilitado crecimiento económico. Y una represión más dura en China podría empujar a más empresas a establecerse en otros lugares, como la India. En cuanto a la oferta, ya sea en México, China u otros países, la lucha contra el fentanilo será una lucha prolongada. En la geopolítica, el veneno persistirá durante mucho tiempo.

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Traducción: Juan Gabriel López Guix

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