¿En qué se parecen España y Bulgaria?

La tasa de pobreza infantil en España a día de hoy ya es del 34,1%, cuando en 2015 representaba el 28,5%. Y lo que no hay va en aumento.

Ocurre esto, qué paradoja, cuando la economía nacional tira bien, creciendo entorno al 3%. Es un hecho que nuestro PIB crece más que el de la eurozona. Y es una evidencia que tan buena noticia no se traduce en esta bochornosa asignatura pendiente. Uno de cada tres niños vive en el filo de la miseria, como en el de una navaja. Solo Bulgaria y Rumanía están peor que España en protección a la infancia, y eso que vienen de una situación mucho más desfavorable una década atrás.

Barraquismo vertical: familias que malviven hacinadas en una habitación por 570 euros

Pesan las deficiencias estructurales del mercado de la vivienda. Las redes de apoyo comunitario tienen agujeros. El tercer sector y las oenegés están desbordadas.

En definitiva, falla el efecto de las políticas sociales en la reducción de la pobreza.

Qué paradoja, también, que este estado de cosas se dé en el país donde más ha caído el número de nacimientos.

La Comisión Europea constató en diciembre que somos mucho menos eficaces en combatir la pobreza que los demás países europeos. Y no es un capricho estadístico de Bruselas: el INE maneja cifras parecidas, o Save the Children, o Unicef.

El cas d'una família que ha de viure compartint pis 'habitatge:

Abuela, madre e hija, viviendo en una habitación que comparten con cinco personas más en Badalona. 

Miquel Gonzalez/Shooting /

Por enésima vez, Cáritas volvía este martes sobre la voracidad de un mercado especulativo que deja en la exclusión social a tantos, muchos de ellos niños. Un nuevo informe nos abría los ojos a una realidad clandestina. Se habla mucho de los desahucios, mucho menos de las personas sintecho que duermen en la calle y nada de esas familias que subsisten hacinadas en una habitación subarrendada.

Barraquismo vertical. Ese es el nombre con el que los sociólogos de Esade describen este fenómeno.

Rebajas fiscales y garantías de cobro para que los propietarios se decidan a alquilar a precios más bajos. Esa es la carta a los Reyes de los que analizan el problema.

Solo en Catalunya son 50.000 las personas afectadas. En gran medida, madres solas con hijos. En su mayoría, víctimas de engaños porque si quien realquila no se rige por la ética menos lo hará por la ley.

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A Teresa la llamaron del programa No ho sé de RAC1 la noche del martes. Boliviana, con trabajos por horas. Hay muchas otras cientos como ella, relató también La Vanguardia de la mano de Cáritas. Teresa vive en una habitación con su marido y su hijo de siete años, en un piso con otras tres personas, por la que pagan 570 euros al mes. Sin contrato y sin un montón de derechos.

Sin derecho a usar la lavadora más de dos veces por semana. Sin derecho a cocinar. Sin derecho a tener mesas ni sillas. Comen todos en la cama si hay qué. Sin derecho a salir de la habitación. Sí, lo han leído bien. “Son normas del piso”, cuenta.

A veces estos padres hacen como que juegan al escondite con su hijo. “ ¡Shhh!, que no te vean, que no te oigan...”.

Uno de cada tres niños.

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