El pasado 5 de marzo, Miércoles de Ceniza, se inició la Cuaresma. Siguiendo la tradición heredada de los judíos, sus fechas cambian de un año a otro porque Pascua de Resurrección es siempre el domingo posterior a la luna llena que sigue al equinoccio de primavera. Pero las fechas son lo menos importante y podrían cambiarse. Lo básico es que sea un período de profundización espiritual, incluida penitencia con el ayuno y otras renuncias.
El hedonista y narcisista mundo actual no entiende que haya personas que ayunen o hagan otros sacrificios que no sean en beneficio propio, y menos por motivos religiosos. Aceptan dietas estrictas y prolongadas cara a la “operación bikini”, se mortifican en los gimnasios o se someten a costosas y dolorosas intervenciones de cirugía estética, pero que, por amor a Dios, alguien sea frugal unos días o haga otros sacrificios lo ven ridículo y muestra de fanatismo. Mientras muchos actos del cristiano son aceptados por cualquier ciudadano honrado al verlos como valores de dignidad y entrega, otros resultan muy difíciles de entender. Incluso escandalizan, como el ayuno o la abstinencia.
“El hedonista y narcisista mundo actual no entiende que haya personas que ayunen o hagan otros sacrificios que no sean en beneficio propio, y menos por motivos religiosos”
El ayuno es aconsejado por algunos médicos como medio de desintoxicación y terapia, pero, al margen de la salud, algo debe contener cuando casi todas las religiones incluyen su práctica, aunque sean distintas sus reglas y significado. El ayuno es uno de los cinco pilares del Islam y se practica de forma especial en el mes sagrado del Ramadán. Lo entienden como acto de obediencia y purificación.
El hinduismo lo vincula a la purificación del cuerpo y de la mente, así como devoción a las deidades. No es obligatorio, pero lo ven como disciplina para controlar los deseos materiales, centrarse en lo espiritual y alcanzar la unión con lo divino. Tampoco en el budismo es obligatorio, pero es bien visto para fomentar la autodisciplina, la claridad espiritual y el desapego de lo material.
Ciudadanos sirios celebrando la primera ruptura del ayuno del mes de Ramadán en una mesa preparada por una ONG, en medio de edificios semiderruidos.
Hay una jornada especialmente sagrada y de penitencia para los judíos, la del Yon Kipur (Día de la Expiación), y a lo largo del año se prescriben otros cinco días con fines de arrepentimiento, purificación y unión con Dios.
Para los cristianos el sacrificio corporal es la oración de los sentidos, medio para crecer en fortaleza, acto de entrega y purificación. Y la Cuaresma un período para intensificar caridad, limosna y oración, escuchar a Dios y unirse a la Redención de Cristo. La gran diferencia respecto a otras religiones es la de adorar a un Dios personal.
“Mientras muchos actos del cristiano so aceptados, otros resultan muy difíciles de entender e incluso escandalizan, como el ayuno o la abstinencia”
De la Cuaresma los medios de comunicación españoles no suelen hacerse eco, a la inversa de lo que ocurre con el Ramadán. En parte tienen razón porque muchos de los cristianos tampoco la viven, aunque la Iglesia Católica limita las restricciones a dos días de ayuno (Miércoles de Ceniza y Viernes Santo), y abstinencia de carne los viernes. Son recordatorios para que cada uno haga otros sacrificios de mayor o menor entidad.
En algunos templos ni siquiera lo recuerdan porque choca con el ambiente y mejor que no te califiquen de retrógrado. San Pablo ya escribió: “nosotros predicamos un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos, pero fuerza de Dios y sabiduría de Dios para los que han sido llamados“. El cristianismo es signo de contradicción y va adelante cuando muchos en el mundo no lo entienden. Cuando se adapta tanto al entorno que queda bien con todos, cuando no escandaliza, es que se ha corrompido. En lugar de transformar al mundo se ha doblegado ante él.