“Si no hay igualdad en el hogar, tampoco la habrá en el resto de ámbitos de la vida”, advierte Laura Sagnier, investigadora y activista por la equidad de género. En España, el 62% de las mujeres sigue asumiendo la mayor parte de las tareas del hogar y de los cuidados, lo que Sagnier denomina losa de hormigón para simbolizar el peso desproporcionado que recae sobre ellas. Esta realidad impacta negativamente en su salud, economía y trayectoria laboral. Pero, ¿por qué sigue ocurriendo esto en una sociedad donde, sobre el papel, ya existe igualdad de derechos?
Laura Sagnier decidió indagar sobre la realidad de las mujeres tras sufrir un episodio de estrés laboral, en 2013, que la obligó a dejar su trabajo temporalmente. Su sorpresa fue descubrir que, aunque creía que las mujeres tenían las mismas oportunidades que los hombres, la evidencia decía lo contrario. En su última investigación (2023), Sagnier reveló que, aunque la desigualdad ha disminuido desde 2016 –cuando realizó su primer estudio–, al ritmo actual aún harán falta dos o tres generaciones para alcanzar la plena equidad en los hogares.
Los costes de la maternidad: la renuncia
Para Maite Egoscozabal, socióloga y cofundadora de Yo No renuncio, el empleo sigue ocupando la “centralidad” de la jornada y, en la mayoría de casos, con “poca flexibilidad” y “pausas intermedias”. “Esto provoca que muchas personas, especialmente mujeres, se vean obligadas a renunciar a algún aspecto de su vida. Necesitamos medidas que favorezcan la conciliación y la corresponsabilidad, pero, a la vez, que se trabaje en la eliminación de los roles de género que perpetúan la desigualdad”.
La situación de desbordamiento y la falta de conciliación entre lo personal y profesional empujan a muchas mujeres a renunciar a algún aspecto de su vida, especialmente con la llegada de la maternidad. Así lo refleja el estudio Sin madres no hay futuro (Yo No Renuncio) que revela que el 87% ha renunciado a algún aspecto de su trayectoria laboral –perdiendo salario, rechazando oportunidades laborales o cambiando de empleo–. Todo esto sin olvidar que la mayoría dispone de menos de una hora al día para su autocuidado.

Laura Sagnier contactó con Javier Royo para ilustrar la metáfora de la 'losa de homirgón' y llegar a más personas.
El 87% ha renunciado a algún aspecto de su trayectoria laboral
“Las bajas, las excedencias y las jornadas reducidas tienen nombre de mujer”, dice Laura Sagnier. De hecho, la mitad de las mujeres ha perdido salario por su maternidad, y el 93,3% de las personas que trabajan a tiempo parcial para dedicar más tiempo a los cuidados son mujeres, según un informe reciente sobre la brecha salarial del CSIF.
Pero, ¿por qué siguen siendo las mujeres las que renuncian? “Para mí es un engaño. Somos nosotras porque la sociedad nos ha vendido que podemos ser mejores madres que ellos o que nuestros hijos pueden sufrir si la madre trabaja fuera de casa”. La investigadora advierte que “estas decisiones dejan a las mujeres en una posición de vulnerabilidad al perder su independencia económica y, por lo tanto, su libertad”.
En esta línea, Egoscozabal explica que existen dos razones clave. Por un lado, porque socialmente se asume –dice– que son las mujeres quienes deben responsabilizarse de la crianza y, por el otro, la carga mental de las tareas domésticas y familiares sigue recayendo mayoritariamente en ellas, incluso cuando aportan ingresos iguales o superiores a los de sus parejas. “Ante medidas de conciliación que no promuevan la corresponsabilidad, difícilmente vamos a poder evitar la renuncia de las mujeres”.
La baja laboral es mínima y no contamos con el apoyo social suficiente"
Todos estos cambios y renuncias suponen un gran desgaste no solo físico, también emocional. Paula Cavalcante, psicóloga perinatal especializada en terapia de pareja, parte de que “a todo no podemos llegar”. A su consulta llegan mujeres, cuya maternidad ha estado tan “idealizada” y “romantizada” que, al enfrentarse al postparto marcado por el desajuste hormonal, se encuentran con una realidad muy distinta a la que imaginaron, transformando su vida, identidad y su rol como madre y pareja.
“Tenemos una baja laboral mínima y no contamos con el apoyo social suficiente para criar de forma sana sin estar preocupados por incorporarnos rápidamente al mercado laboral”, denuncia la psicóloga y advierte que, la mayoría de trastornos de ansiedad, provienen de esta situación, especialmente entre las mujeres.

El concepto 'losa de hormigón' describe la brecha doméstica y de cuidados que enfrentan muchas mujeres en España.
Ampliar el permiso hasta las 24 semanas
Maite Egoscozabal, del Club de las Malasmadres, sostiene que “los permisos de nacimiento-acogida-adopción deberían ampliarse hasta las 24 semanas”, tal y como recomienda la OMS y la evidencia científica. “Durante el embarazo, el cerebro de las madres se transforma para priorizar el cuidado del bebé. Esta conexión biológica favorece la creación de un vínculo seguro, pero la separación temprana, puede dificultarlo y afectar la salud emocional a largo plazo”, matiza Cavalcante.
Otra de las propuestas de la asociación Yo No Renuncio es remunerar el permiso parental de 8 semanas, como exige la directiva europea y todavía pendiente desde hace más de dos años. Además de crear un nuevo permiso retribuido para cuidados por enfermedades comunes de al menos cinco días al año y ampliar la reducción de jornada por cuidado de menores hasta los 16 años, haciéndola extensible a personas dependientes.
La conciliación, un privilegio pagado
Laura Baena, fundadora del Club de Malasmadres y de Yo No Renuncio, lleva tiempo denunciando que la conciliación en España es un “privilegio pagado”. Mientras algunas personas pueden delegar o pagar los cuidados y mantener su desarrollo profesional, la mayoría, especialmente las mujeres, asume un triple coste: salarial, al reducir jornadas o abandonar empleos; personal, por la falta de tiempo para una misma y, por último, el coste emocional por la carga mental de las tareas domésticas y de cuidado. “Para evitar que las mujeres sigan siendo más pobres en tiempo y dinero, es necesario reconocer y valorar social y económicamente este trabajo invisible”, expone Maite Egoscozabal.
A pesar de que queda un camino por recorrer en materia de corresponsabilidad y conciliación, España se convirtió, en 2018, en el primer país en fijar en el calendario este día para recordarnos que es un trabajo colectivo. “La corresponsabilidad no implica un reparto exacto del 50-50, sino adaptarse a las necesidades del otro. Se basa en una comunicación efectiva, donde cada miembro escucha, entienda, entrega y ceda en función de cómo está el otro”, sentencia la psicóloga.