Quince millones de personas temen que su ADN se venda al mejor postor en EE.UU.

Quiebra de una empresa

La firma 23andMe se dedicaba a facilitar rastros genéticos a sus usuarios

SOUTH SAN FRANCISCO (United States), 26/03/2025.- Signage outside of the offices of the biotechnology company 23andMe in South San Francisco, California, USA, 25 March 2025. The DNA testing company filed for bankruptcy protection over the weekend and CEO Anne Wojcicki announced her resignation. EFE/EPA/GEORGE NIKITIN

Oficinas de la compañía biotecnológica al sur de San Francisco 

Efe

La curiosidad es “la forma más pura de insubordinación”, dijo un personaje de Vladimir Nabokov. Es algo, escribió el articulista David Brooks, que “te impulsa a explorar esa cueva oscura a pesar de tus miedos a bajar allí”.

A quince millones de personas les picó la curiosidad por su salud, sus posibles especificidades congénitas o sus ancestros y recurrieron a la empresa estadounidense 23andMe, dedicada a facilitar rastros genéticos a sus usuarios en plan casero. Solo debían facilitar una muestra de saliva y entregarlo a esa firma. A cambio recibían un mapa de su genealogía genética.

La empresa está a la venta y los datos que ha acumulado son su mejor activo

Esos quince millones de ciudadanos, impulsados por esa curiosidad, dejaron su lugar de confort y han sido arrastrados a lo desconocido. Ahora se hallan en esa cueva oscura.

23andMe ha pedido la protección de bancarrota para facilitar un proceso de venta que liquide la deuda. Esto hace que sus clientes se planteen qué sucederá con sus datos más íntimos y si alguien los protegerá ante el uso que les puedan dar los compradores. Danielle Landriscina, de Maryland, firmó con esa empresa en el 2018. Quería conectar con miembros de la familia paterna. “Si se vende 23andMe, mis datos también se venderán”, declaró a la BBC.

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Un análisis efectivo 

LV

“¿Qué impide que algo como un seguro médico compre mis datos y los utilice para determinar si puedo acceder una póliza o cuánto he de pagar?”, planteó.

Como otros muchos, Landriscina certificó lo complejo que resulta darse de baja y recuperar su caso, pese a las promesas de la firma de facilitar el proceso y de preservar la privacidad.

Tres profesores de Derecho expresaron en el New England Journal of Medicine su preocupación de que las protecciones existentes son insuficientes y reclamaron al Congreso que haga más para custodiar los datos facilitados por los clientes.

“Lo más probable es que esta información se venda al mejor postor, una empresa sucesora en la que los usuarios podrían no querer confiar sus datos genéticos”, recalcaron. Así se pone en cuestión un sistema legal que mantiene políticas de privacidad para proteger a los consumidores, pero que trata esos datos como activos valiosos. En este sentido, y desde un punto de vista legal, los que recurrieron a 23andMe están considerados clientes y no pacientes.

El valor de mercado de la empresa alcanzó los 6.000 millones de dólares en el 2021, cuando empezó a cotizar. Cayó a menos de 50 millones la semana pasada. En los últimos nueve meses ha perdido en efectivo unos 174 millones de dólares.

El nuevo test genético PCR Variant

Las peticiones de test genéticos se hundieron en el 2023 

Propias

En buena medida el hundimiento se atribuye a que las peticiones de los usuarios se hundieron a partir del 2023. Esto se produjo después de una filtración masiva, en la que los hackers accedieron a siete millones de cuentas centrándose en clientes judíos y chinos.

Hubo una demanda colectiva y la firma alcanzó un acuerdo extrajudicial por el que pagó 30 millones de dólares.

El genetista Adam Rutherford sostuvo en The Guardian que no hay nada por lo que llorar. “Ha habido buenas historias, relatos de familiares que han encontrado a otros o padres desconocidos identificados”. Pero describió como “promesa vacía” desentrañar esa nebulosa que representa averiguar de donde viene una persona.

“El ADN no es el destino y 23andMe comerciaba con la ignorancia de cómo funciona realmente el genoma”, insistió.

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