La seguridad que deben ofrecer las escuelas es todavía una realidad lejana. Ejemplo de ello son los datos revelados por un estudio de la Fundació La Caixa en el que se observan datos preocupantes respecto a los adolescentes. Más de la mitad de los jóvenes encuestados ha sido testigo de discriminación hacia alguno de sus compañeros, principalmente en forma de burlas o insultos de otros compañeros. En situaciones más graves se encuentra el 6% de los alumnos que declara sentirse amenazado o agredido “varias veces al mes”.
El informe La estigmatización y la discriminación como factores de vulnerabilidad en la adolescencia está basado en una encuesta realizada online a 1.000 adolescentes de entre 12 y 16 años y elaborada por el Observatori Social de la Fundació ”la Caixa”.
Entre las causas principales de discriminación que los jóvenes observan destaca dos grandes grupos: la pertenencia a una minoría étnica (una de cada cuatro discriminaciones, 26%) y las cuestiones vinculadas al aspecto físico, como la obesidad, la vestimenta o la altura (23%).
Investigadora
“Observan cómo no se deja jugar a alguien por ser marroquí o reírse de un chico por ser gordo o tener discapacidad, o por su orientación sexual”
También el género o la orientación sexual son objeto de burlas (8%), así como cuestiones relacionadas con motivos de salud, ya sea física o mental, aspectos psicológicos, como la capacidad académica, o ciertos rasgos de la personalidad (13%).
La investigadora principal del estudio, Clara González Sanguino, resume que la mitad de jóvenes relatan experiencias de discriminación observadas “como no dejar jugar a alguien por ser marroquí o reírse de un chico por ser gordo o tener discapacidad, o por su orientación sexual”.
La discriminación se produce mayormente entre iguales (entre un 15 y un 30% del total), frente a ámbitos adultos del entorno escolar, familiar o desconocido.
En general, los adolescentes se siente desvalorizados a juzgar por sus respuestas en la encuesta. Tres de cada diez afirman que las personas se comportan como si fueran mejores (un 30%) o como si pensaran que no son inteligente (17,3%) o sienten que reciben un trato menos amable o educado del que se propicia al resto de personas (16,4%). Con un trato de bajo respeto responde casi un 15% y los sobrenombres insidiosos o insultos afirman recibirlos el 13,5%.
También sorprende la impresión general respecto al grado de confianza que se deposita en ellos. Uno de cada diez dice que las personas se comportan como si pensaran que son deshonestos o de poca confianza y el 7% señala que en las tiendas o en establecimientos de restauración los tratan peor.
El informe también muestra que los adolescentes encuestados que viven en grandes ciudades -más de 200.000 habitantes- viven una discriminación “significativamente mayor” frente a los de las localidades pequeñas -menos de 10.000 habitantes-.
González resalta que, al comparar grupos, “encontramos que los adolescentes con algún trastorno mental, enfermedad física o discapacidad intelectual, así como los que tienen mayor contacto con estas condiciones, son más discriminados que los que no las presentan”.