Es algo recurrente hablar mal de la comida de los hospitales, algo que antes o después, la gran mayoría de los ciudadanos prueba. También de las que se ingiere en las residencias de mayores. Hay que matizar que no ocurre en todos los centros sanitarios y sociosanitarios, pero los datos y las denuncias avalan en unos casos su mala calidad, en otros, cantidad insuficiente o, en otros, preparaciones pésimas. Y eso pese a que está más que demostrado que comer bien, entendiendo como ingerir alimentos saludables, de calidad y cantidad suficientes y con un aporte nutricional equilibrado, mejora la vida de los paciente y residentes y supone un ahorro importante.
Así lo indican los ministros de Sanidad, Mónica García, y Derechos Sociales, Pablo Bustinduy, en un acto en el que han anunciado el inicio de la tramitación del real decreto que regulará las comidas que se sirven en los hospitales y residencias con la apertura del período de consulta pública. En este paso, la ciudadanía, patronal, entidades sociales, sindicatos, organizaciones de consumidores, profesionales y usuarios de hospitales y residencias, entre otras, podrán hacer aportaciones a la propuesta antes de la elaboración del proyecto normativo. El plazo de participación estará abierto hasta el 21 de junio y la intención del Ejecutivo es aprobarlo “cuanto antes
Más verdura, frutas, legumbres, agua y pescado y poco o nada de alimentos ultraprocesados
El real decreto persigue garantizar que todas las comidas servidas en estos centros “se asienten en las recomendaciones dietéticas de alimentación saludable y sostenible para todos los grupos de edad” y “se ajuste a los contextos pertinentes”, siguiendo las recomendaciones de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) y de la OMS, señalan los ministros.
En esta línea, avanzaron que los procesados y ultraprocesados quedarán “fuera” de la dieta de pacientes y usuarios y, por el contrario, se impulsará el consumo de alimentos frescos, de proximidad, de más verduras, legumbres y pescados. Seguirá la estela del real decreto de Comedores Escolares Saludables y Sostenibles aprobado hace apenas un mes y que entrará en vigor el curso que viene.
La nutricionista Beatriz Robles, que presentó el acto, recordó que uno de cada cuatro personas hospitalizadas está desnutrido o en riesgo de desnutrición y esto se traduce en que la estancia media de estos pacientes es 3 días superior y puede llegar incluso a una semana cuando la desnutrición se origina en el propio hospital.
Todo ello tiene una traducción económica: de media, un paciente que ingresa con desnutrición tiene un gasto de 1.505 euros superior a un paciente bien nutrido, un gasto que puede incluso duplicarse cuando la desnutrición se produce en el hospital.
En total, el coste que se atribuye a la desnutrición hospitalaria, esa que se diagnóstica a la entrada o que se desarrolla durante la estancia en el centro, ronda 1.143 millones de euros.
En cuanto a las residencias, los estudios más conservadores apuntan a que el 28% de los residentes están en riesgo de desnutrición, porcentaje que en otros estudios elevan al 60%.
“Tenemos la evidencia de que comer bien, lejos de ser una cuestión accesoria o un lujo, es una necesidad, especialmente cuando se atraviesa una enfermedad o cuando se depende de cuidados en una residencia”, indicó García.
Para Bustinduy es “contradictorio que en un lugar al que vamos para ser curados o porque requerimos cuidados nos den de comer comida que no cumple unos requisitos mínimos de calidad nutritiva”.