Reutilizar, reciclar, reorientar y diversificar. Estas son las claves que, según el programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, son necesarias para cambiar el legado que nos ha dejado el plástico. Si se produjesen estos tres cambios, se reduciría un 80% la contaminación y se crearían 700.000 puestos de trabajo para 2040.
Además del Comité Intergubernamental de Negociación (CIN) que desde 2022 trabaja a nivel global en un documento que obligue a los países a reducir la contaminación por plásticos, hay otras iniciativas que persiguen el mismo fin. Europa vetó en 2019 el uso de algunos plásticos de un solo uso, como platos, cubiertos y pajitas. Se trataba de un primer paso para eliminar el exceso de este material en el medio ambiente. En los próximos años, el veto se ampliará.
Cada habitante de la UE generó en 2021 una media de 36,1 k. de residuos de envases, que acaban en los vertederos, son incinerados o se vierten en el medio ambiente
Según el Parlamento Europeo, cada habitante de la UE generó en 2021 una media de 36,1 kilos de residuos de envases de plástico al año, de modo que queda mucho camino por recorrer, especialmente si se tiene en cuenta que muchos de estos residuos acaban en los vertederos, son incinerados o se vierten en el medio ambiente.
Reducir y reciclar
La cruzada que se inició hace casi un lustro se amplía con nuevos objetivos: los países deberán reducir un 5% los residuos de envases para 2030 en comparación con 2018, un 10% para 2035 y un 15% para 2040; además, a partir del 1 de enero de 2030, se prohibirán otros envases de plástico de un solo uso, incluidas las bolsas utilizadas para frutas y verduras frescas no procesadas. Además, todos los envases tendrán que ser reciclables, y en 2029 todos los envases de bebidas de plástico y metal de un solo uso deberán ser recogidos de forma separada para su posterior reciclado.
El reciclaje y la innovación en nuevos materiales son precisamente los grandes retos a los que se enfrentan todos los países, no solo los europeos. La Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) advierte de que “la circularidad del material plástico está aumentando a un ritmo lento” y de que la producción de bioplásticos “parece mostrar una tendencia estable” pero sigue siendo el 0,5% de los plásticos del mercado mundial.
Además, la AEMA recuerda que “no basta con recolectar plásticos para reciclarlos” sino que deben usarse “en nuevos productos, lo que a su vez puede reducir la demanda de plásticos vírgenes”.
¿Qué puedes hacer tú?
Hacer la compra sin consumir plástico es tarea casi imposible. En los supermercados, la mayoría de los alimentos se presentan en envases de plástico, ya sean los yogures, los embutidos, el queso, la carne y hasta las frutas y verduras. Todos estos productos están envueltos en un material plástico que, al cabo de muy poco tiempo, termina en el contenedor amarillo. Ya no se trata de ir al súper con el carro o con bolsas recicladas o de tela, sino de ser conscientes de cuánto plástico nos llevamos a casa porque no podemos evitarlo.
Comprar las frutas y verduras a granel, de temporada y de proximidad es una solución a nuestro alcance, especialmente si acudimos a los mercados o a las cooperativas de consumo. También podemos ir a la charcutería del mismo súper para evitar los envases plásticos o utilizar tápers o fiambreras para las compras del día a día.
MICROPLÁSTICOS EN EL AGUA
En cuanto al agua, es mejor consumir la del grifo, pero como no siempre es posible debemos saber que en un litro de agua embotellada puede haber hasta 240.000 fragmentos de plástico, según Naciones Unidas. El mismo organismo internacional apuesta por utilizar productos elaborados a partir de alternativas más ecológicas como los bioplásticos, pero aún son minoritarios y están en desarrollo. Una opción que se está extendiendo es el uso de cantimploras, que cada vez están más presentes en escuelas, universidades y entre la gente más joven.
El Parlamento Europeo recuerda que el total de residuos de plástico producidos en la UE en 2021 fue de 16,13 millones de toneladas, de los que se reciclaron 6,56 millones. De estos residuos, algunos se utilizaron como combustible para generar energía eléctrica y calefacción a través de la combustión con tecnología limpia, pero muchos otros acabaron en países de fuera de la unión como Turquía, India y Egipto.
Pero no solo se trata de envases, sino que la gran amenaza son los microplásticos que acaban en la fauna y la flora de los océanos y en nuestros organismos. Se calcula que el volumen de microplásticos que se liberan cada año al medio ambiente de forma involuntaria equivale a entre 200 y 600 piscinas olímpicas. Estos elementos los encontramos en productos de belleza, por ejemplo, en los exfoliantes y en algunos dentífricos. Leer las etiquetas de lo que consumimos en nuestro día a día también nos ayuda a evitar este tipo de contaminación.
EN LA ROPA
Lo mismo pasa en la ropa que utilizamos. La moda rápida ha disparado la cantidad que se consume y produce, pero hay que saber que mucha de esta ropa contiene plástico en un 60%. Cuando la lavamos o la desechamos, todo este plástico acaba en el circuito del agua o en los vertederos . Se calcula que una sola carga de ropa de poliéster puede verter 700.000 fibras micropásticas que pueden llegar a la cadena alimentaria. Para evitar este tipo de contaminación, la Unión Europea quiere reducir los residuos textiles y prolongar el ciclo de vida de estos productos, además de aumentar su reciclado. Además, la producción de tejido es intensiva en el uso del agua. Para elaborar una camiseta de algodón, los científicos estiman que se necesitan 2.700 litros de agua dulce, la cantidad de agua que una persona bebe en dos años y medio. Consumir de forma coherente y conociendo las consecuencias del exceso de plástico es una forma de evitar residuos y ayudar a su reciclaje y transformación.