La sala de espera

La sala de espera
Jaume Padrós

El gran pediatra y escritor barcelonés el doctor Josep Roig i Raventós escribió en 1934 una original pieza teatral, La sala és plena , donde retrataba con ingenio lo que sucedía en una sala de espera de la consulta de un médico de la época.

Ha pasado mucho tiempo desde entonces, y la evolución de estos espacios no siempre ha ido del brazo de los avances terapéuticos que se ofrecían. Hemos pasado de las estancias compartidas con el hogar del médico que las hacía muy próximas y familiares, a las instalaciones modernas actuales, a menudo frías e impersonales de algunos centros que poco difieren de las destinadas a otras finalidades.

El valor de una sala de espera no es banal: ayuda a categorizar el servicio asistencial que se ofrece

Hemos dejado atrás algunas que exhibían títulos académicos mezclados con pinturas y objetos diversos, de más o menos buen gusto del titular. Y siempre con una oferta variada de revistas para entretener; la prueba sobre la necesidad de los pacientes para relajarse estaba en que, en general, las del corazón triunfaban sobre las culturales o intelectuales. Ahora, ya se ha normalizado la lectura traída desde casa.

Un niño, en una sala de espera

Un niño, en una sala de espera. 

Xavier Cervera

El valor de una sala de espera no es banal. Ayuda a categorizar el servicio asistencial que se ofrece. Que cuenten con comodidades y ambiente acogedores es fundamental. Una sala de espera también es un espacio de socialización (he sido testigo de cómo han surgido amistades). También pedagógico, porque ayuda a comprender mejor que en el sufrimiento y en la incertidumbre no se está solo. Como lo es el respeto y la no invasión del silencio personal de los que están allí.

Cada vez son más los profesionales y los centros que dan una respuesta específica a este espacio imprescindible. Cada especialidad precisa de un espacio diferente, con elementos físicos, tecnológicos y un entorno que hagan más cálido y soportable ese tiempo de gestión de una posible mala noticia, de un tratamiento o intervención complejas o, simplemente, de la incertidumbre. Salas de espera diferentes para necesidades y especialidades diferentes: pediatras, oncólogos, psiquiatras,...

Todo médico debe ser proactivo y poner el acento en la mejora con el fin de ofrecer la máxima confortabilidad y amabilidad ambientales. Todo eso favorecerá un mejor ambiente terapéutico. Los pacientes lo agradecerán y la medida de la tensión arterial será, seguro, más óptima. El tiempo de espera merece otro artículo.

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