Por motivos académicos, laborales o vocacionales, cada año miles de personas se plantean estudiar un máster. Pero ante la extensa y variada oferta, surge una pregunta recurrente: ¿conviene elegir un máster público o uno privado? La respuesta no es única, y tampoco debería basarse únicamente en el coste o el prestigio percibido. Elegir bien implica analizar el tipo de titulación, los objetivos personales, las oportunidades laborales y el modelo educativo.
Antes de comparar, es necesario aclarar términos que a menudo se confunden. “Conviene matizar la usual asociación entre público-oficial, por un lado, y privado-propio, por otro. Es una asociación común, pero no es normativa ni absoluta”, advierte Ramon Vilanova, vicerrector de Estudios y Calidad de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). En efecto, existen másters oficiales tanto en universidades públicas como privadas, igual que hay títulos propios ofrecidos por universidades públicas. La clave está en si la titulación tiene validez oficial o no. Los másters oficiales están acreditados por agencias como AQU o ANECA y permiten acceder a estudios de doctorado o a oposiciones. Los másters propios, en cambio, son títulos no oficiales, con mayor flexibilidad, diseñados y gestionados por cada institución.
Hay másters oficiales en universidades públicas y privadas; la clave está en si la titulación tiene validez oficial o no
En la Universitat de Barcelona (UB), la vicerrectora Pilar Delgado subraya que “el término más oportuno es máster universitario (oficial) o título propio”, más allá de si lo ofrece una universidad pública o privada. Esta distinción marca muchas de las diferencias más relevantes: validez académica, coste, perfil del profesorado o requisitos de acceso.
La validez y homologación de los másters oficiales es una de sus grandes ventajas. Están reconocidos en todo el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) y dan acceso directo a programas de doctorado. Por eso, son imprescindibles en ámbitos regulados por el Estado, como el de la docencia, el derecho o la investigación. Según Màrius Domínguez, vicerrector de Formación Permanente de la UB, estos másters son la opción adecuada “si lo que interesa es investigar, opositar o desarrollar una carrera regulada”.
En cambio, los másters propios –frecuentes en escuelas de negocio y universidades privadas– suelen ofrecer formaciones más específicas, orientadas a necesidades del mercado laboral. “Se centran en nichos como big data, UX/UI o liderazgo digital, que no están cubiertos por los másters oficiales”, destaca Carles Cascante, vicedecano de EAE Business School. Estos programas permiten adaptar con rapidez los contenidos a las demandas cambiantes del entorno profesional, al no estar sujetos a la regulación ministerial.
Desde la Universitat Ramon Llull (URL), Elisabet Golobardes recuerda que el modelo de universidad también condiciona la formación. “La diferencia no está solamente en el carácter público o privado, sino en el modelo de gobernanza, el compromiso con la calidad y con el servicio a la sociedad, la agilidad para innovar y la apuesta por una innovación con valores”.
La Universitat Pompeu Fabra (UPF), por su parte, insiste en no reducir el debate a la dicotomía público-privado. “Las diferencias fundamentales derivan de otros factores: si la formación es general o especializada, si se orienta a la profesionalización o a la investigación, si es presencial o virtual… El foco debe ponerse en la calidad de la enseñanza”, afirman en la institución.
Qué tener en cuenta
Más allá del tipo de universidad o de título, todos los expertos consultados coinciden en que lo esencial es valorar qué busca cada persona. “Escoger qué tipo de máster conviene depende de los objetivos que se persigan. Si se pretende hacer un doctorado, opositar o tener un título con reconocimiento oficial, se debe elegir un máster oficial. Si se desea una formación especializada con conexiones laborales, un máster propio puede ser útil”, resume Ramon Vilanova.
Más que si es mejor la pública o la privada, el foco del debate debería ponerse en la calidad de la enseñanza
EAE Business School aporta un matiz relevante: muchas escuelas privadas no solo ofrecen másters propios, sino también oficiales, gracias a convenios con universidades públicas. “En nuestro caso, como escuela adscrita, ofrecemos másters oficiales y propios. El estudiante debe tener claro si prioriza el reconocimiento oficial o la inserción laboral inmediata”, apunta Carles Cascante. Desde la URL destacan otros factores diferenciales que pueden inclinar la balanza hacia una opción privada: atención personalizada, grupos reducidos, alta inserción laboral, formación con valores y fuerte conexión con el tejido empresarial. “La calidad del programa, el perfil del profesorado y la empleabilidad de los antiguos alumnos son factores clave a la hora de decidir”, afirma Golobardes.
La modalidad (presencial, online o híbrida), la flexibilidad horaria y la posibilidad de compatibilizar estudios y trabajo son también elementos que cada vez tienen más peso. La UPF recuerda que la situación personal -como la localización geográfica o la disponibilidad de tiempo- puede ser tan determinante como el contenido del programa.
Coste y percepción
Uno de los aspectos que más preocupa a los estudiantes es el coste. Los expertos consultados apunta que el coste no tiene por qué estar relacionado con la calidad. “No obstante, puede condicionar la percepción que se tiene sobre el máster, actuando como señal de prestigio o como barrera excluyente. De esa forma, un máster privado con un coste elevado se asocia fácilmente con exclusividad y lleva asociadas unas expectativas de retorno elevadas, pero puede también ser fácilmente asociado a un negocio. Esa dualidad desaparece en un máster público, puesto que, al ser de precio regulado, se asocia a unos estudios más accesibles y de calidad por el hecho de estar respaldados por una universidad pública reconocida”, apunta Vilanova, de la UAB.
El coste procupa a los estudiantes, pero los expertos aseguran que éste no determina la
calidad de la enseñanza
En la UB coinciden: “No siempre los másters más caros son mejor valorados por las empresas. Lo fundamental es el contenido, el profesorado y las salidas profesionales”. Domínguez recuerda la importancia de revisar si existen becas, ayudas internas o programas de financiación que hagan más accesible la formación. La URL, por ejemplo, ofrece becas y condiciones especiales “porque estamos convencidos de que la formación es la herramienta más poderosa para construir un mundo mejor”, remarca Elisabet Golobardes.
En las escuelas de negocio privadas, el precio más elevado suele incluir ventajas añadidas: programas internacionales, posibilidad de cursar en inglés, estancias en el extranjero o dobles titulaciones. “También ofrecen una experiencia multicultural y un acceso directo a empresas multinacionales”, aclara Carles Cascante.
Más allá del debate público o privado, el sistema universitario actual ofrece una amplia diversidad de itinerarios formativos. Frente a esta variedad, la decisión final debe basarse en un análisis honesto de objetivos, expectativas y recursos. “No se trata de si es público o privado, sino de si responde a lo que el estudiante necesita en ese momento de su vida”, concluyen desde la UPF.
La red de contactos, un puente entre el aula y el futuro profesional
Más allá de los contenidos académicos, uno de los factores que más valoran hoy los estudiantes a la hora de elegir un máster es la red de contactos que este les puede ofrecer. No se trata solo de aprender, sino de conectarse con el entorno profesional al que se aspira. Y en este ámbito, las estrategias varían según el tipo de institución y la orientación del programa.
“La red juega un papel clave en la proyección del estudiante”, asegura Ramon Vilanova, vicerrector de Estudios y Calidad de la UAB. En su opinión, este factor influye de forma directa en la percepción del máster y en el valor que se le otorga más allá del título. La UAB, como otras universidades públicas, ha empezado a reforzar esta dimensión a través de másters con mención dual o colaboraciones con empresas.
En los másters propios, especialmente los impartidos en escuelas de negocio, esta dimensión relacional adquiere aún mayor protagonismo. “Nuestra red de alumni es una herramienta estratégica para fomentar relaciones y empleabilidad”, destaca Carles Cascante, vicedecano de EAE Business School. Según explica, el contacto con el mundo empresarial forma parte del diseño de estos programas: prácticas obligatorias, profesores procedentes de grandes compañías, mentorías y proyectos conjuntos son parte habitual del itinerario del estudiante.
No obstante, esta ventaja no es exclusiva del sector privado. Desde la UB, Pilar Delgado reivindica que la universidad pública también cuenta con un ecosistema profesional activo. “Tenemos una comunidad de antiguos alumnos muy bien posicionada, un servicio de orientación laboral potente y múltiples convenios con empresas que permiten acceder a prácticas y ofertas de empleo”, apunta. Màrius Domínguez, vicerrector de Formación Permanente de la UB, añade que “la red de contactos no depende tanto del tipo de máster, sino del ecosistema que la universidad sea capaz de generar”.
En la misma línea, la URL sitúa el networking como un eje vertebrador de su propuesta formativa. “Fomentamos el contacto con el entorno profesional desde el inicio del máster, con actividades específicas, eventos y una colaboración constante con la red de Alumni”, explica Elisabet Golobardes, vicerrectora de Ordenación y Calidad Académica.
Por su parte, la UPF introduce un matiz: el impacto de estas redes depende, en gran medida, del perfil y orientación de cada programa. “Hay másters dirigidos a sectores donde la colaboración con empresas es esencial, y otros más centrados en la investigación en los que lo determinante es la red de centros y grupos científicos con los que colabora la universidad”.
La red de contactos no debe considerarse un valor añadido anecdótico, sino un componente estructural del máster. Puede traducirse en una primera oportunidad laboral, en un cambio de sector o en el acceso a un ecosistema de innovación o investigación.