Efectivos, pero caros y escasos: los fármacos para adelgazar dan pie a las estafas
Salud
Una asociación denuncia la actividad de falsos intermediarios y compras fraudulentas en China
Las farmacias de Gibraltar venden Mounjaro casi a mitad de precio: han llegado a organizarse excursiones
Una mujer se administra una inyección de Mounjaro
Los nuevos medicamentos para adelgazar prometen efectividad, pero muchas personas los han idealizado erróneamente, son caros, tienen problemas de abastecimiento y no están financiados por la seguridad social. Se ha formado un ambiente propicio para que los pacientes busquen recovecos para proveerse y para que los avispados se aprovechen de su desesperación para estafarlos.
La Asociación Nacional de Pacientes de Apoyo para Tratamientos de Obesidad (Anato) ha puesto en conocimiento de la Policía Nacional y del departamento de inspección y control de medicamentos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) varias supuestas estafas, que en conjunto afectarían a más de dos centenares de personas, relacionadas con el suministro de fármacos contra el sobrepeso.
La cirugía bariátrica es el único tratamiento contra la obesidad financiado en España
Después del éxito de la semaglutida de Ozempic (para el control de la diabetes tipo 2) y de su gemelo Wegovy (para perder peso), hace casi un año llegó a las farmacias españolas Mounjaro (tirzepatida), un medicamento de Lilly aprobado para las dos indicaciones: tratamiento de la diabetes y el control del peso en personas con obesidad o con sobrepeso (con un índice de masa corporal de entre 27 y 30kg/m2 y, al menos, una complicación derivada del exceso de kilos.
En teoría, Mounjaro es algo más efectivo que sus predecesores de Novo Nordisk, lo que le convierte en un producto codiciado. Y cotizado. Y escaso. Según un portavoz de Anato, una presentación de la dosis máxima de Mounjaro (15 mg inyectables en pluma precargada) cuesta en España 406 euros y da para un mes. Pero en farmacias de Gibraltar se vende a 200 libras esterlinas (234 euros), con lo que hay pacientes que se desplazan al peñón para obtener el medicamento, siempre con su receta de la sanidad privada.
El desplazamiento a Gibraltar puede ser complicado en función del origen y puede ser que una vez en la farmacia se hayan agotado las existencias del medicamento, por lo que los establecimientos aceptan reservas a distancia previo pago con tarjeta de crédito. Ahí entran los timadores.
Según Anato, presuntos estafadores se ganaron la confianza de miembros de la Asociación con intervenciones en su grupo de WhatsApp y acabaron montando una comunidad paralela en esta plataforma de mensajería en la que se ofrecían a recoger los encargos de Monunjaro (con la receta y ya pagados) en la farmacia de Gibraltar (donde se han llegado a organizar excursiones de pacientes). Además, los falsos intermediarios llegaban a cobrar por gastos como la gasolina, indica la denuncia, pero no entregaban el medicamento. Presuntamente lo comercializaban por su cuenta.
El fármaco de Lilly llegó a las farmacias españolas hace menos de un año
Los denunciantes han constatado que al menos tres personas de Andalucía y el País Vasco han sido estafadas por este sistema, aunque suponen que otras muchas han decidido ocultarlo por vergüenza. Por otra parte, advierten del riesgo de recurrir a intermediarios para obtener mejores precios teniendo en cuenta que el medicamento debe mantener una cadena de frío.
Anato atribuye a los mismos supuestos estafadores una segunda práctica fraudulenta que también enmarca en un delito contra la salud pública. En este caso se habría organizado un grupo de WhatsApp para la compra centralizada de péptidos en China. Según los denunciantes, se trataría de medicamentos no autorizados en España y destinados al uso en investigación o laboratorios.
Sostiene que el grupo ha organizado a unas 220 personas y que se ha realizado al menos un pedido por importe de 3.000 euros. El perfil de las víctimas de estas prácticas corresponde en un 80% a mujeres mayores de 50 años, según Anato. “Bastantes son del sur”, afirma un portavoz de la entidad.
Son víctimas de la desesperación por perder peso en un país en el que el único tratamiento financiado públicamente es la cirugía bariátrica. Los medicamentos citados son el paso previo al quirófano. “Mucha gente los ve como un milagro, pero no son un milagro”, apuntan fuentes de Anato. “Su consumo debe ir acompañado de un cambio de hábitos en la alimentación y del establecimiento de un programa de ejercicio físico, hay que modificar la conducta y hacer un cambio psicológico que no es fácil”.