Amenazas, insultos o mensajes sexualmente explícitos, contenidos que promuevan el odio hacia las mujeres o la difusión de imágenes íntimas sin consentimiento tienen los días contados en Europa. La nueva Directiva europea sobre violencia contra las mujeres y violencia doméstica marca un punto de inflexión al tipificar por primera vez como eurocrímenes cuatro formas de violencia de género digital.
“La norma representa un cambio en la vida de 250 millones de mujeres en Europa, muchas de las cuales viven en estados donde la violencia digital de género no está tipificada”, expresa Eleonora Esposito, investigadora en la Universidad de Navarra que ha colaborado como experta en violencia digital de género con diversas instituciones europeas, entre ellas el Instituto Europeo de la Igualdad de Género (EIGE) y la Comisión Europea.
Por primera vez
Se tipifican cuatro formas de ciberviolencia
La Directiva proporciona definiciones claras y obliga a los estados miembros a adaptar sus códigos penales como máximo hasta 2027. Esto supone una respuesta legal ante cuatro formas de violencia de género digital extendidas como ciberacoso (conducta persistente y repetitiva que genera un impacto grave); el ciberacecho; el discurso e incitación al odio misógino en internet y el abuso no consentido basado en la imagen, que incluye prácticas como la mal llamada pornovenganza –pues ni es pornografía ni fruto de una venganza– y los deepfakes sexuales (imágenes o videos generados por inteligencia artificial).
La violencia digital constituye una extensión de la violencia machista en el entorno tecnológico, ya que afecta de forma desproporcionada a mujeres y niñas. Las más expuestas son aquellas con perfiles públicos, como políticas, periodistas, activistas, deportistas, así como mujeres en situación de vulnerabilidad. Según datos de la ONU, más del 73% de las mujeres ha sufrido algún tipo de violencia en internet, y el 90% de las víctimas de distribución de imágenes íntimas de contenido sexual sin consentimiento son mujeres.

Eleonora Espósito, investigadora de la Universidad de Navarra y experta nacional destacada de la Comisión Europea.
Los agresores utilizan los medios digitales para amenazar, controlar, humillar, acosar y silenciar a las víctimas. A pesar de la gravedad y la urgencia de prevenir y luchar contra esta violencia, existen múltiples obstáculos para erradicarla.
“No hay datos estadísticos suficientes, más allá de los meramente administrativos (denuncias policiales, partes médicos, etc), que no reflejan adecuadamente la magnitud del problema”, dice Esposito, quien ha participado recientemente en una mesa redonda sobre el tema organizado por el Palau Macaya de Fundación La Caixa. Estos obstáculos, sumados a la falta de enfoque de género, generan ciertas resistencias, pues “el espacio virtual todavía es percibido como ajeno al mundo real”, minimizando su impacto en la vida de las mujeres.
La experta considera que, a pesar de los avances, “no se abarca de una manera coordinada dentro de los estados miembros” por lo que cada país “la define y regula a su manera”, según también su código penal.
No obstante, celebra la adopción de la nueva Directiva europea y de la Ley de Servicios Digitales (DSA), ya que marcan “un punto de inflexión” al reconocer por primera vez, de forma clara y explícita, la violencia digital de género en el marco legal europeo. “Gracias a esta nueva directiva, la DSA contará con un respaldo adicional para abordar estos contenidos, ya que ciertas formas de violencia misógina digital serán por fin reconocidas como ilegales en Europa”, afirma.
Las plataformas pueden sufrir sanciones de hasta un 6 % de sus beneficios globales”
Es importante destacar que la DSA “no establece lo que es ilegal”, pues es competencia de los códigos penales de los 27 Estados miembros así como también de las leyes europeas que aplican en conjunto, pero sí menciona que la violencia de género es un “riesgo” que las grandes plataformas deben “evaluar y mitigar”. ¿Qué implicaciones tiene?
Mejoras en la moderación de contenido y facilitar que las víctimas puedan denunciar son algunas de ellas. “Si hablas con organizaciones que atienden a víctimas, te dirán que no siempre es tan fácil denunciar contenido en las redes sociales”, reflexiona. No obstante, “la DSA por fin establece que el proceso debe ser sencillo para el usuario, que tiene derecho a recibir una respuesta clara y recurrir decisiones”. Y recuerda que el “incumplimiento de la ley abre la puerta a sanciones de hasta un 6 % de sus beneficios globales anuales”.
El papel de la Ley de Servicios Digitales
La Ley de Servicios Digitales “interactúa y se refuerza mutuamente” con la nueva Directiva Europea, la cual por primera vez tipifica como eurocrímenes cuatro formas de violencia de género digital. La Directiva proporciona definiciones claras y obliga a los estados miembros a adaptar sus códigos penales. Espósito, no obstante, lamenta como “gran ausente” la violación, que no ha sido reconocida a nivel europeo, debido a la resistencia de algunos países que “querían que prevaleciera el código penal nacional”.
Esta ley europea sigue “el enfoque de las cuatro P”: prosecution (enjuiciamiento, en español), prevention (prevención), protection (protección) y policies (políticas). “No se trata únicamente de juzgar penalmente a los agresores, sino también de prevenir la violencia, proteger a las víctimas y establecer políticas públicas estructuradas”.
La revictimización es muy alta y la eliminación del contenido muy lenta”
“En el caso de la violencia digital, la revictimización es muy elevada porque la eliminación de contenidos es muy lenta y son las propias mujeres quienes deben recopilar pruebas y casi convencer de que son víctimas”, denuncia. En este sentido, la experta recomienda guardar todo el contenido constitutivo de delito y acudir a asociaciones feministas, que cuentan con experiencia e incluso asesoramiento legal, para abordar estos nuevos delitos que cambian y evolucionan constantemente.
El problema al que se enfrentan muchas víctimas es la dificultad de perseguir estos comentarios, por ejemplo, si hablamos de redes sociales, pues el usuario puede borrar la cuenta y crear otra para seguir acosando. “Se están desarrollando tecnologías basadas en el hashing, que imprimen una especie de 'sello digital' en los contenidos, lo que permite identificarlos incluso si son eliminados y luego subidos de nuevo por otros usuarios”, detalla la experta. Aunque están en fase de desarrollo, Espósito ejemplifica la iniciativa de StopNCII.org, que trabajan para prevenir la difusión de imágenes íntimas.