Baja natalidad en el mundo: una crisis de libertad reproductiva
Demografía
El nuevo informe de la UNFPA demuestra que el descenso en la taza de fecundidad global no tiene que ver con no querer tener hijos sino con la capacidad de elección
Imagen de archivo de una familia en el parque
El informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) de 2025 —la agencia de la ONU para los derechos reproductivos —, demuestra que si bien las cifras globales de fertilidad han caído, no estamos frente a una crisis demográfica sino frente a una crisis de libertad reproductiva. El informe advierte que lo que realmente ocurre es que muy pocas personas pueden ejercer una verdadera capacidad de elección. La mayoría de las personas aún quieren tener hijos o tendrían más de los que ya tienen pero se encuentran con barreras económicas, sociales y de género, según detalla el informe.
En los 14 países donde se realizó la encuesta —que en conjunto albergan aproximadamente al 37% de la población mundial—, un 20% de los adultos afirmaron no haber podido tener el número de hijos que deseaban. Más aún: el 33% de los embarazos fueron reportados como no deseados, lo que revela otra cara del mismo problema: falta de autonomía para decidir si tener hijos y también para no tenerlos.
Asimismo, el 40% de las personas mayores de 50 años entrevistadas dijeron que no lograron cumplir sus planes reproductivos. A menudo, esos planes se frustraron por causas estructurales: el precio de la vivienda, la inestabilidad laboral, la falta de apoyo institucional y la desigualdad de género.
El factor económico es el más citado entre quienes postergan o renuncian a tener hijos. El 39% mencionó las dificultades económicas como la principal razón para no tener más hijos. Por otro lado, la desigualdad de género incide considerablemente en las decisiones: casi el doble de mujeres que de hombres señalaron que la desigualdad en el reparto del trabajo doméstico era uno de los motivos para no cumplir sus objetivos de fecundidad. El informe destaca también el impacto de los altos costes de cuidado infantil, la precariedad laboral, la falta de políticas de conciliación y la inseguridad habitacional.
Además, uno de cada cinco participantes expresó miedo al futuro —ya sea por la crisis climática, los conflictos armados o el deterioro de la calidad de vida— como un motivo para evitar o posponer la maternidad/ paternidad.
Un cambio de narrativa
“Las políticas natalistas que tratan la fertilidad como un asunto de Estado, y no como una decisión personal, corren el riesgo de instrumentalizar los cuerpos de las mujeres”, advierte el informe. Para revertir esta tendencia al descenso, el UNFPA no propone tener más hijos, sino algunos puntos clave como: garantizar el acceso universal a la salud sexual y reproductiva, incluyendo atención a la fertilidad e infertilidad; establecer permisos parentales equitativos y remunerados; promover el trabajo flexible y sistemas de cuidado infantil asequible; luchar contra las normas de género que recargan a las mujeres con tareas domésticas y limitan su desarrollo personal y profesional y ofrecer educación reproductiva integral y accesible.
El mensaje del informe es claro: el debate sobre la natalidad debe dejar de centrarse en números y comenzar a enfocarse en derechos. “Es hora de dejar de preguntarnos por qué las personas no tienen hijos, y empezar a preguntarnos qué se lo impide”, concluye el documento.