El matrimonio en China puede ser un asunto venal. “¿Es mucho 380.000 yuanes por una novia?”, pregunta en una red social una mujer de Guangdong. Está pensando en casarse y quiere saber cuánto debe pagar por su mano la familia del prometido. La suma que menciona, equivalente a unos 46.000 euros, es más de siete veces su salario anual. Recibe miles de respuestas; muchas diciendo que debería pedir más. “Hermana, la vida es tuya, no te equivoques, pide al menos 888.800”, le aconsejan en una de ellas.
En muchos países, la costumbre de pagar por la novia ha desaparecido a medida que la gente se ha ido enriqueciendo. No ocurre así en China, donde la práctica sigue profundamente arraigada. En algunas partes del país, el precio pagado por la novia es una aportación que los padres del novio entregan a los recién casados. En otras, es una compensación que se paga íntegramente a la familia de la novia. En ambos casos, las cantidades son cada vez más elevadas.
El precio medio de una novia en los matrimonios rurales se duplicó en términos reales entre 2005 y 2020, según un reciente artículo de Yifeng Wan, de la Universidad Johns Hopkins. En las zonas urbanas, los precios también están aumentando. La cantidad de 380.000 yuanes por la novia es una suma astronómica en la provincia de Guangdong, donde la media es de unos 42.000 yuanes según la última vez que se estimó. Sin embargo, no parece una cifra tan desorbitada en la vecina Fujian, donde la norma son 115.000 yuanes.
El gobierno desaprueba la práctica. Quiere que haya más matrimonios, en parte para impulsar la baja tasa de natalidad del país. Los elevados precios de las novias no ayudan a ello. Las autoridades desean frenarlos sobre todo en el campo, donde son muy elevados en relación con los ingresos. A veces, reunir el dinero necesario puede empujar a la pobreza a la familia del novio.
La costumbre, además de no casar con los valores actuales, supone una freno para la natalidad
Desde 2019, el Partido Comunista no ha dejado de pedir medidas para abordar el problema. Sin embargo, son pocos los avances logrados, pese a que la legislación china prohíbe “la exigencia de dinero o regalos en relación con el matrimonio”. Los funcionarios de las zonas rurales prefieren no interferir, por respeto a las costumbres locales y por temor a verse envueltos en disputas entre familias. En varios lugares, se han introducido topes, pero a veces resultan elevados: entre 50.000 y 80.000 yuanes en algunas partes de la provincia de Gansu, por ejemplo.
En mayo, los medios de comunicación estatales informaron de que el gobierno de Gansu había difundido un plan para “controlar eficazmente” los elevados precios de las novias antes de finales del presente año y “reducirlos de modo gradual” en 2026. Sin embargo, las medidas del plan resultan muy insuficientes: no parece que haya sanciones.
La desesperación de algunos hombres por encontrar una novia es un gran obstáculo para el cambio. Existe un enorme desequilibrio entre los sexos: en 2027, China tendrá 119 hombres por cada 100 mujeres en los grupos en edad de contraer matrimonio. Las mujeres también se resisten a la reforma. Muchas ven el precio de la novia como una protección contra el divorcio (en China, los matrimonios fracasan con más frecuencia que en Estados Unidos). En caso de que se ponga fin al matrimonio, una parte del precio pagado por la novia podría devolverse, pero una gran porción quedaría en manos de la divorciada.
Algunos chinos sostienen que el precio de la novia mercantiliza a las mujeres. En las últimas semanas, hombres y mujeres se han enzarzado en internet acerca del caso de un hombre condenado por violar a su prometida después de que su familia hiciera un regalo de esponsales de 100.000 yuanes: según algunos dinosaurios, aceptar tales sumas implica consentimiento sexual. Sin embargo, son muchas las opiniones que ponen de manifiesto un frío pragmatismo con respecto a las demandas monetarias. “El dinero es la base de todo”, escribe una mujer en la red social Weibo: “Puede que en el fondo no te importe, pero si la otra parte ni siquiera quiere darlo, eso sí que es un problema”.
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Traducción: Juan Gabriel López Guix