Un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) concluye que la exposición a la contaminación del aire durante el embarazo, concretamente a partículas finas (PM2.5), puede aumentar el riesgo de sobrepeso u obesidad infantil.
Publicada recientemente en Environment International, la investigación examina la relación entre la exposición a contaminantes del aire durante el embarazo y la infancia con el riesgo de sobrepeso u obesidad a lo largo de la niñez.
El análisis se enmarca en los proyectos LifeCycle y Athlete, financiados por la Unión Europea, cuyo objetivo es evaluar cómo los factores ambientales estresantes durante las primeras etapas de la vida afectan a la salud a lo largo del tiempo.
Metanaalisis
Participaron 70.971 parejas madre-hijo de 8 países europeos distintos
Para ello, se recopilaron datos de madres e hijos de 10 cohortes de nacimiento en 8 países europeos: Dinamarca, España, Francia, Grecia, Italia, Noruega, Países Bajos y Reino Unido. En total, participaron 37.111 parejas madre-hijo durante el periodo prenatal y 33.860 en la etapa infantil.
Utilizando modelos geoespaciales, el equipo de investigación calculó las concentraciones promedio anuales de dióxido de nitrógeno (NO2) y partículas finas (PM2.5) que había en el lugar de residencia de las familias que participaron en el estudio.
Mayor riesgo en la franja de 9 a 12 años
El estudio abarcó la exposición a la contaminación del aire desde el embarazo hasta que los niños cumplieron 12 años. La información sobre la altura, el peso y la edad de los menores se obtuvo a través de evaluaciones clínicas o a partir de la información facilitada por las familias, y se usaron para calcular el IMC.
Posteriormente, se estimaron las asociaciones específicas por cohorte entre la exposición a la contaminación del aire y los resultados relacionados con la obesidad infantil, que fueron agrupadas en un metaanálisis conjunto de todas las cohortes.
La exposición a niveles más altos de PM2.5 durante el embarazo se asoció con un aumento de un 23% en el riesgo de sobrepeso u obesidad infantil. Esta asociación fue mayor en el grupo de edad de 9 a 12 años. Sin embargo, no se observaron asociaciones con la exposición a las PM2.5 durante la infancia, ni con la exposición al NO2 durante el embarazo o la infancia.
Resultados mixtos
Martine Vrijheid, directora del programa Medio Ambiente y Salud y autora senior del estudio, apunta que “aún no se conocen del todo los mecanismos biológicos que pueden explicar la relación entre la exposición a la contaminación atmosférica y el aumento de peso en los niños”.
Además, señala que “en estudios anteriores, la exposición a la contaminación durante el embarazo se ha relacionado con un crecimiento fetal reducido y un bajo peso al nacer”. Ello podría deberse al estrés oxidativo, la inflamación, problemas en el desarrollo de la placenta o alteraciones hormonales. Vrijheid explica que “estos mismos procesos también podrían afectar al crecimiento y aumentar el riesgo de obesidad durante la infancia, como se ha demostrado en estudios con animales”.
Los resultados mostraron que las asociaciones entre los contaminantes del aire y los resultados de obesidad infantil variaron sustancialmente entre las diferentes muestras. Por ejemplo, la exposición prenatal y posnatal a las PM2.5 se asoció con un IMC más bajo en todas las edades de las muestras del Reino Unido, mientras que en una cohorte neerlandesa la exposición infantil a las PM2.5 y NO2 se vinculó con un IMC más elevado.
“Esta heterogeneidad podría explicarse por las diferencias en los niveles de contaminación del aire entre cohortes, posibles variaciones en los hábitos de vida de los niños en cada país, que podrían influir tanto en su exposición a la contaminación como en su peso corporal, así como otros factores específicos del entorno urbano de cada ciudad”, indica Vrijheid.
Por su parte, Sarah Warkentin, investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio, señala que “los resultados indican que el periodo gestacional podría representar una ventana particularmente vulnerable para el riesgo de obesidad infantil”. Sin embargo, concluye que “se necesitan más investigaciones para identificar con precisión los periodos críticos durante los cuales la exposición a la contaminación del aire podría influir en este riesgo”.