Laia Abril fotografía la histeria colectiva: ”¿Por qué nunca creemos a las mujeres?”

FOTOGRAFÍA FEMINISMO

Javier Ramos

Javier Ramos

Santiago de Compostela, 5 jul (EFE).- Centenares de niñas que, en un internado religioso, de repente dejan de poder andar; desmayos sucesivos de mujeres durante más de una década en una fábrica textil de Camboya; y series de espasmos musculares repentinos en adolescentes de un instituto neoyorquino.

Son casos distantes en el espacio, pero que responden a un patrón común: episodios de trance o histeria colectiva que, con una causa concreta todavía por diagnosticar, permiten acercarse a los efectos de las violencias estructurales del sistema en las mujeres que las sufren.

Estas tres historias son las que conforman el grueso de 'On Mass Hysteria', el último proyecto de Laia Abril, enmarcado en su serie de historias sobre la misoginia que la llevaron a recibir, en el año 2023, el Premio Nacional de Fotografía.

”¿Por qué nunca creemos a las mujeres? ¿Por qué nunca creemos a las niñas, a las adolescentes? ¿Por qué minimizamos su dolor?”, se pregunta Abril, en una entrevista con EFE con motivo de su visita a Santiago, en la que reflexiona acerca de los detalles de una intervención artística fruto de siete años de investigación.

Desde Juana de Arco a las brujas de Salem o el movimiento sufragista. La patologización de la disidencia, la contestación política o los comportamientos fuera de la norma, especialmente los protagonizados por mujeres, han sido una máxima constante a lo largo de la historia, que se repite en la actualidad en casos como los que recoge 'On Mass Hysteria'.

A través de imágenes abstractas y sensoriales, pero también de 'collages', sonidos, textos, vídeos y objetos; Abril compone una intervención de arte visual marcadamente política y llena de mensaje.

“Lo que hago no es tanto, como se podría esperar, documentar lo que sucede, sino que en realidad visualizo las teorías de por qué ocurre”, indica la fotógrafa, que habla de su último proyecto como un “proceso de autorreflexión y de reflexión colectiva”.

'On Mass Hysteria' llega después de dos series anteriores, 'On Abortion' y 'On Rape', que profundizaron de una forma similar en las particularidades del aborto y las agresiones sexuales; dos ejemplos palmarios de las violencias a las que son sometidos los cuerpos femeninos.

Pero la lente de Abril ha estado siempre dirigida a la estructura que ampara estas opresiones. Es por ello que, en su particular historia de la misoginia, que se compone de estos tres trabajos y otras obras adicionales, no se retrata a víctimas como tal para poder así “poner el foco sobre las instituciones”.

“Tenemos una tendencia desde occidente de mirar al individuo, incluso de responsabilizar al individuo. Y esto, siendo algo colectivo, para mí no tiene tanto sentido. Me gusta pensar en la idea de cómo con la opresión social, con las decisiones políticas, cómo la sociedad te puede enfermar físicamente”, reflexiona sobre 'On Mass Hysteria'.

Las historias de este proyecto son plurales y complejas. Así, las niñas de México encuentran en su trance una “vía de escape” a una situación compleja, donde son sometidas a cortes de pelo homogéneos, uniformes o represión lingüística en un internado en el que se supone que deberían de agradecerle a sus familias poder estar.

Mientras tanto, las trabajadoras camboyanas, entre jornadas laborales maratonianas, encuentran su último reducto de resistencia en unos desvanecimientos que son leídos como oposición a un ritmo de producción infernal y que conectan con una idea de “trauma transgeneracional”, ya que muchas de estas fábricas fueron erguidas sobre fosas comunes de la era de los jemeres rojos.

Mirando hacia delante, Laia Abril prevé que toda su historia de la misoginia pueda formar parte de una exposición única “que lo una todo”, aunque anticipa que “para que acabe teniendo sentido faltan algunas piezas que se van a hacer”.

Esbozos de futuros proyectos como el que ahora se trae entre manos para recuperar la historia de las mujeres prisioneras políticas partiendo de su propia experiencia familiar: una antepasada que pasó casi veinte años encerrada en cárceles durante el franquismo.

Pese a todo el reconocimiento obtenido, la entrevista concluye con una expresión de incertidumbre en un momento de auge de ideologías ultra y regresivas: “Está difícil la cosa. Está más difícil que hace cinco años, se nota muchísimo. Están la cultura y el arte completamente asediadas en todo el mundo por las políticas de derecha y las crisis económicas”, lamenta. EFE

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