Han pasado 17 años desde su asesinato, pero el nombre de Nagore Laffage sigue resonando con fuerza cada mes de julio en Navarra, y cada día en la memoria y el corazón de su madre, Asun Casasola, y de su hermano Javier. “Nagore existió” y “hay que venir y recordarla”, expresó su madre en una reciente concentración en Pamplona, que se suma a la celebrada ayer en Irun, ciudad natal de la joven.
Nagore Laffage, estudiante de Enfermería de 20 años, fue asesinada por José Diego Yllanes Vizcay, un médico de 27 que cursaba el tercer año de residencia en Psiquiatría en la Clínica Universitaria de Pamplona, donde ambos trabajaban.
Por homicidio
Una condena de 12 años y medio de prisión
En la madrugada del 7 al 8 de julio de 2008, Yllanes intentó agredirla sexualmente, pero ella se resistió. Ante su negativa, él le propinó hasta 36 golpes en la cabeza y el cuerpo –según constató la autopsia– antes de ser estrangulada. Después intentó descuartizar el cuerpo para hacerlo desaparecer, pero finalmente lo abandonó en una zona boscosa a unos 25 kilómetros. En 2009, el juez le condenó por homicidio a una pena de 12 años y medio de cárcel. Casi nueve años después, obtuvo el tercer grado y se reincorporó a su profesión en un centro privado. En estos momentos, se desconoce que trabaje como profesional de la psiquiatría.
El acto celebrado en Irun, organizado por la Asociación de la Casa de las Mujeres (ACMI) y el Ayuntamiento de la ciudad, rindió homenaje a la figura de la irundarra Nagore Laffage. “Se trata de proclamar que su memoria sigue viva y que casos así no deben repetirse. Toda la sociedad debe estar comprometida en la lucha contra esta violencia”, señaló Marialui García, presidenta de ACMI, para La Vanguardia.

Cientos de personas recordaron el pasado martes 1 de julio en un acto en Pamplona a Nagore Laffage.
Su ausencia sigue muy presente, y cada aniversario se convierte en una oportunidad para recordarla, pero también para reclamar justicia, reparación y conciencia social frente a las violencias machistas, que dejan “huellas irreparables”.
Al mismo tiempo, estos actos son un reconocimiento a la labor pedagógica de Asun Casasola, madre de Nagore, quien se ha convertido en una activista contra la violencia sexual e imparte charlas en institutos (lleva casi 200) donde muestra el documental Nagore (2010), en el que ella misma relata lo ocurrido sobre el asesinato de su hija.
Una de las cuestiones que más pesa a la familia es la sentencia. En el feminicidio de Nagore, el jurado popular tuvo que decidir si se trataba de un homicidio o de un asesinato, es decir, si existió o no alevosía y ensañamiento.
Esa decisión era clave, ya que determinaba la duración de la pena: de 10 a 15 años en caso de homicidio, y de 15 a 25 si se trataba de asesinato. La familia nunca logró entenderlo, pese a las pruebas forenses y a la confesión completa de Yllanes –quien le fracturó la mandíbula y el cráneo tras propinarle más de 30 golpes antes de asfixiarla–, la sentencia no reconociera el asesinato.

La músico y cantante Aurora Beltrán (d) abraza a Asun Casasola, madre de Nagore Laffage, la joven guipuzcoana asesinada hace 17 años en Sanfermines
Durante mucho tiempo, Asun Casasola tuvo que escuchar: “¿Por qué se fue con él? ¿Por qué subió a su casa?”. “Porque quiso. Pero eso no te da derecho a que te maten”, dijo para el documental No estás sola (2024). En un fragmento del documental sobre el caso de La Manada, Asun se atreve a verbalizar un pensamiento que la ha acompañado: “¿Por qué no se dejó? Estaría viva”. Una reflexión que refleja el dolor de una madre, y además muestra una lógica de supervivencia que pesa sobre muchas víctimas. Esa idea de que, ante una agresión, solo hay dos caminos: la violación o la muerte.
Marcó un antes y un después y ayudó a visibilizar la violencia sexual como un problema social
Para Teresa Saéz, portavoz de Lunes Lilas, asociación feminista que desde 2008 homenajea junto a Asun Casasola el aniversario del asesinato de su hija, “la historia de Nagore, al igual que la de Ana Orantes en el ámbito más general de la violencia de género, marcó un antes y un después y ayudó a visibilizar la violencia sexual como un problema social”.
La propia Asun reconoce que, a pesar de la tragedia, tuvo la suerte de encontrar el feminismo a su lado, un acompañamiento que le permitió transformar “ese sufrimiento en lucha”.

Cientos de personas recordaron el pasado 1 de julio en Pamplona a Nagore Laffage.
Saéz ha notado grandes avances tanto en la implicación como en la concienciación ciudadana a lo largo de estos años. “Situaciones como la del caso de La Manada, donde una pareja acudió en ayuda de la víctima y avisó a la policía, activando el protocolo de inmediato... Hace años eso habría pasado desapercibido y nadie habría intervenido”.
Además, la también técnica de igualdad asegura que los recursos y protocolos han mejorado mucho, reflejando avances tanto sociales como institucionales. “Ahora las mujeres son conscientes de que si alguien te toca el culo o las tetas sin tu consentimiento es agresión sexual, antes era impensable”, detalla.
En este sentido, la portavoz de Lunes Lilas recuerda que “los Sanfermines no son unas fiestas peligrosas” y que “lo terrible es el machismo y que haya hombres que piensen que cualquier mujer es un objeto a poseer”. “Las mujeres debemos disfrutar de todos los espacios y dejar muy claro que nuestro deseo sexual es solo nuestro y que nadie nos lo tiene que imponer”.
La Audiencia Nacional negó el derecho al olvido a José Diego Yllanes
José Diego Yllanes Vizcay recurrió a los tribunales tras solicitar a Google y a la Agencia de Protección de Datos que bloquearan varios enlaces a noticias que recogían informaciones sobre los hechos que cometió. La solicitud fue rechazada por ambas entidades, lo que llevó al autor confeso del feminicidio de Nagore Laffage a emprender acciones judiciales. Sin embargo, la Audiencia Nacional desestimó su recurso, al considerar que el derecho a la información y a la libertad de expresión prevalecen sobre el denominado “derecho al olvido”. El alto tribunal argumentó que los hechos tienen una especial relevancia y son de interés general, además de causar “una particular repugnancia” en la sociedad.
Asun Casasola es la imagen de la fortaleza y el activismo personificado. En Irun, su ciudad natal, existe un parque que lleva el nombre de su hija desde 2019. Ahora, la lucha continúa para que el nuevo centro 24 horas para víctimas de violencia sexual en Pamplona también lleve su nombre. ¿Hasta cuándo se seguirán celebrando estos homenajes en Irun y Pamplona? “Hasta que Asun se brinde a estar, y ella está siempre. Mientras ella quiera y nosotros podamos seguir organizándolo, seguiremos para adelante”, dice Marialui García, presidenta de ACMI.