Más de 20% de la población española tiene más de 65 años, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Si se mantienen las tendencias demográficas actuales, el 25% de la población española tendrá más de 65 años en 2031, tal como pronostica el informe “Proyecciones de población 2016-2066” del INE. Para analizar este fenómeno de envejecimiento al alza de la población, Diálogos La Vanguardia, con la colaboración de Fundación “la Caixa”, organizó una sesión moderada por la redactora jefe de tendencias y vivir de La Vanguardia, Susana Quadrado, que contó con la participación del director científico del Programa de Personas Mayores de la Fundación “la Caixa”, Javier Yanguas; la técnica y trabajadora social de Cruz Roja, Maica Espinosa; el filósofo y teólogo Francesc Torralba; y el jubilado voluntario de la Fundación “la Caixa”, Salvador Sanoguera.
Al envejecer, “hay que seguir teniendo aspiraciones y seguir aprendiendo. En mi caso, me encontré con la jubilación, pero enseguida llené mi tiempo de sentido, como voluntario de la Fundación “la Caixa” enseñando informática a otras personas mayores, porque la vida consiste en tirar hacia delante”, recuerda en su primera intervención en la mesa redonda Salvador Sanoguera, que se prejubiló a los 63 años tras desarrollar su carrera profesional en el sector de las artes gráficas.
Envejecer es aprender a vivir con piedras en los zapatos pero hay que tener proyectos para tirar adelante
La clave para afrontar el envejecimiento es “vivir una vejez con propósito”, en opinión del director científico del Programa de Personas Mayores de la Fundación “la Caixa”, Javier Yanguas. “El envejecimiento viene sin manual de instrucciones” en un contexto de aumento de la esperanza de vida que nos lleva a “enfrentarnos a una situación que nunca se ha vivido en la historia de la humanidad”, constata. “Es una suerte vivir el doble de vidas que nuestros bisabuelos, pero ese vivir necesita poder tener una vejez con propósito, con sentido y con dirección”, insiste.
En la vejez, algunas personas pueden encontrarse con “dificultades para encontrar una vida que les satisfaga”, advierte el director científico del Programa de Personas Mayores de la Fundación “la Caixa”. Javier Yanguas lamenta, además, que “parece que la vejez esté en el terreno de la irrelevancia, cuando no tiene por qué serlo”. El gerontólogo y psicólogo tampoco ve recomendable que se tenga un concepto de “vejez hiperactiva”. En paralelo, considera necesario “reconducir” los prejuicios sobre el envejecimiento ya que “la sociedad es muy edadista en los estereotipos”.
Me encontré con la jubilación, pero enseguida llené mi tiempo de sentido
Una de las causas de que se haya que replantear cómo vivir durante la vejez es que, medida que aumenta la esperanza de vida, ya no coincide “el tiempo vital” con “el tiempo laboral”, por lo que se hace necesario “llenar de sentido” la vida durante esos años en los que ya no se trabaja, coincide el director de la Cátedra ETHOS de la Universitat Ramon Llull (URL), Francesc Torralba. En su intervención en la mesa redonda, el filósofo enumeró múltiples “narrativas de sentido”, entre ellas, “dar apoyo a la familia, a la parroquia o al voluntariado” y explicó que ha dirigido la tesis de “un doctorante de 83 años” y que ha conocido personas que “inician una historia de amor a los 90 años”. En la otra cara de la moneda, también hay quienes experimentan “vacío existencial” que “va ligada a una crisis de sentido” y al “cansancio vital”, lamenta Torralba. Los factores que catalizan esa falta de ganas de vivir, destaca el filósofo y teólogo, son principalmente “la soledad, la falta de una situación económica justa y los dolores físicos o emocionales”.
Para dotar de “sentido” a la vejez, Torralba aboga por “crear una narrativa nueva” en la que se diferencien conceptos distintos que a menudo se confunden, como el de “vida plena” y “vida ocupada”. La última etapa vital, prosigue, “no ha de ser una mímesis de la vida adulta, ni hay que llenar la agenda de las ocho de la mañana a las ocho de la noche” ya que, a veces, esa hiperactividad es fruto de un intento de “escapar de la sensación de vacío” mientras que, en el terreno opuesto, una actitud totalmente inactiva a veces implica estar “apartado”. Torralba recomienda que “la vida de las personas mayores debería ser una armonía entre la vida activa y la vida contemplativa, dotando de significado este tiempo vital”.
La vida de las personas mayores debería ser una armonía entre la vida activa y la vida contemplativa
Maica Espinosa trabaja con personas mayores en situación de aislamiento para detectar sus necesidades individuales y diseñar planes de intervención efectivos, en el marco del programa Siempre Acompañados de la Fundación “la Caixa” y Cruz Roja. “Es importante escuchar a la persona, lo que está expresando, para ver realmente cuál es su situación”, señala . En base a su experiencia, Espinosa reveló que “hay muchas personas que, de repente, se encuentran con tiempo y no tienen herramientas porque no saben qué les motiva o no se sienten capaces. Por ello, la experta cree que el acompañamiento sirve para “empoderarlas” para que “ellas mismas encuentren qué quieren hacer”. Este “proceso” pasa por comprender que “la vida que les queda por delante es valiosa y que tienen posibilidades de aprender cosas nuevas y de reinventarse”. Respecto a la sensación de soledad, Maica Espinosa subraya que es importante diferenciar si se trata de “soledad social”, que es fruto de la ausencia de un círculo social y es “fácil de paliar si se encuentran otras personas con intereses comunes”, de la “soledad existencial, más preocupante, que es la que se siente cuando se está rodeado de gente sin lograr conectar”.
Los cuidados son otra de las cuestiones que deberían estar sobre la mesa cuando se habla de envejecimiento, según los participantes de Encuentros La Vanguardia. “Venimos de unas sociedades en que el proyecto de las mujeres era su familia, sus hijos, con una mirada de entrega, no habían tenido la oportunidad de tener un proyecto personal. Ahora nos encontramos con mujeres distintas a sus madres que tienen un proyecto personal más allá de la familia, lo cual no quiere decir que no los quieran ni que no tengan un vínculo. Pasamos de la entrega al vínculo. Si algo caracteriza a la vejez es la heterogeneidad y la diversidad, que en los cuidados también se ve”, apunta Yanguas. “Cuando la persona cuidadora, que por inercia histórica es mujer, dice que no o lo delega, aparece la culpa, tal como vemos en muchos comités de ética”, constata Torralba. “Es un tema muy complejo porque todos necesitaremos cuidados, pero lo estamos delegando cada vez más y esto tiene un coste social y económico”, agrega.
Empoderarse es comprender que la vida es valiosa y hay posibilidades de aprender y reinventarse
Sobre la cuestión de los cuidados, coincide Yanguas, en el seno de las familias “ni siquiera tenemos la conversación”, con lo cual no le damos la “oportunidad a la interdependencia y a la reciprocidad” y la cuestión “se vuelve clandestina y en la sombra”, como síntoma de que “no lo estamos haciendo bien”. Sanoguera reconoce que tampoco ha hablado de este tema con su familia. Sin embargo, destaca que, como en cualquier otra etapa vital, en la vejez, “si te valoras a ti mismo, los demás te valorarán” y que se siente “admirado” por su familia y comparte aficiones y temas de conversación actuales con ellos. “La relación intergeneracional es básica”, confirma Torralba.
Replantearse la vejez. Aceptar el paso del tiempo desde el realismo es una de las claves según los participantes en la sesión.
“Envejecer es aprender a vivir con piedras en los zapatos que no te puedes sacar, pero la vida es esto y hay que poder tener una mirada realista del envejecimiento. Necesitamos tener proyectos para tirar adelante en la vida”, concluye el director científico del Programa de Personas Mayores de la Fundación “la Caixa”, Javier Yanguas.
