Lúdica y con una desinhibición que unos pocos confunden a veces con la procacidad, una marea arcoíris de 150.000 personas (250.000, según los convocantes) inundó este sábado Barcelona de Orgullo. Fue el colofón a tres semanas festivas y reivindicativas del colectivo LGTBI o LGTBIQA+, la nueva fórmula para incluir –además de a lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales– a personas queer (que no se identifican con las categorías tradicionales) asexuales o con otras orientaciones, representadas por el signo +.
“Cultura LGBTQIA+: cultura universal” era el lema del 2025. “El Pride Barcelona ha optado por la celebración y la visibilidad para amplificar su mensaje”, sostiene el Ayuntamiento. “Mientras haya homotransfobia, la visibilidad no es una opción, sino una obligación”, replican Roger y su novio, Pep. Uno de los iconos para representar la bandera arcoíris, lógicamente con un color que nadie discute ( “Verde que te quiero verde. / Verde viento. Verdes ramas”) es García Lorca.

Dos participantes
La familia del poeta fue remisa a reconocer su homosexualidad hasta bien entrada la democracia. Y no, Lorca no tuvo la suerte que merecía (“Compadre, quiero morir / decentemente en mi cama. / De acero, si puede ser, / con las sábanas de holanda”). Mientras haya salvajes que justifiquen su asesinato “por rojo y maricón”, los Sonetos del amor oscuro no perderán vigencia: “Sigue durmiendo, vida mía. / ¡Oye mi sangre rota en los violines! / ¡Mira que nos acechan todavía!”.
La denuncia de esa acechanza acompañó las carrozas desde la plaza Universitat a Arc de Triomf, escenario de conciertos hasta la madrugada. “Mama, no pateixis, m’agraden les dones, no els feixistes”, decía la pancarta bilingüe de Gal·la por un lado (y por el otro: “Tus besos me vuelven Lorca”). Hubo carrozas de empresas e instituciones (UGT, TMB, Vueling, Seat...). Padres, madres, hijos e hijas, manifestantes jóvenes y otros que sufrieron “la ley de vagos y maleantes”, como Luis, de 87 años.
“Una ciudad pionera”
Collboni espera que la ciudad acoja el WorldPride'2030
El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, ha deseado que la ciudad consiga acoger el WorldPride 2030, un evento internacional apoyado por InterPride para promover el colectivo LGTBIQ+ mundialmente, e incluye desfiles, marchas, festivales y conferencias. En declaraciones antes del Pride Barcelona, aseguró que la alcaldía presentará la candidatura de Barcelona, “una ciudad que ha sido pionera desde 1977 en la defensa de los derechos de los colectivos transexual, gay, lesbiana e intersexual”.
El alcalde de la ciudad, Jaume Collboni; la ministra de Igualdad, Ana Redondo; el de Cultura, Ernest Urtasun, y la consellera de Igualtat i Feminisme, Eva Menor, no faltaron. Y, por supuesto, tampoco las batucadas (¡siete!), que ya son como las empanadillas argentinas: están en todas partes; sus integrantes pueden superar en decibelios incluso a Mónica Naranjo, una de las divas de los conciertos de este año.

Otra escena del desfile
Algunas personas, heterosexuales o no, desaprueban la cara más estrafalaria, exhibicionista y atrevida del Orgullo. Manifestantes semidesnudos, con las nalgas al aire o con tangas de talla dos (talla dos veces por debajo de la que les correspondería, se entiende). ¿Qué diría de ellos Juan Antonio Roqueta, Roqui (1938-2012), uno de los mejores penalistas que ha pisado el Palacio de Justicia? En el salón de los pasos perdidos de la Audiencia de Barcelona todavía se le recuerda.
Un día, con más de 60 años, irrumpió en los juzgados con el pelo teñido de negro azabache. Roqueta acalló de golpe las bromas: “Mi padre ha fallecido”. Luego se señaló la cabeza, antes tan canosa, y añadió: “En vida de él no me hubiera atrevido”. Una de las pancartas del Orgullo decía: “Somos vuestros padres y madres; estamos a vuestro lado”. El descaro extremo y las posaderas al aire quizá no gusten a todos, pero son una forma de recordar las tormentas de ayer y los arcoíris de hoy.