Saber disfrutar de las vacaciones

Saber disfrutar de las vacaciones
Obispo emérito de Urgell

El ritmo vital cambia durante los meses de julio y agosto, en que los pequeños y jóvenes están en casa de vacaciones. Quizá podremos disfrutar de algunos días o semanas de fiesta o de vacaciones. Felices los que sabrán prepararlos y disfrutarlos de forma sana y jubilosa, dándoles verdadero sentido. También Jesús buscaba momentos de descanso y de conversación reposada con los apóstoles.

Las vacaciones tienen que ser un tiempo para el descanso, de cambio de actividad, de dormir más, de cambiar ritmos y encontrar tiempo para aquello que nos gusta y que durante el año no podemos hacer: desde una mayor dedicación a la familia a viajar o practicar deporte o acercarse a la naturaleza. Tienen que ser un tiempo para encontrarse con uno mismo, pensar y reflexionar, tomar decisiones que nos hacen falta; tiempo para escuchar a Dios, buscar el remanso y la quietud, como Jesús, que buscaba la soledad para rogar a Dios Padre largamente.

Las vacaciones son tiempo para encontrarse con uno mismo, para dedicarse a los demás, para agradecer el amor de la familia y fortalecer la fe

Son tiempos para dedicarse más a las personas con quienes convivimos todo el año, conocerlas más a fondo, reencontrar las raíces en los pueblos de los propios orígenes; tiempo para aprender a compartir calmadamente, sin prisas, escuchando y comprobando que soy escuchado. Tiempo para agradecer el amor de la familia y la amistad de los que nos aman. Tiempo para nuevas amistades. 

Son tiempos para reencontrar la belleza de la creación, la naturaleza, las montañas, el mar, el sol, la playa, la acampada, los árboles y los animales, las caminatas, el contacto con los paisajes de la infancia. Y elevar la acción de gracias porque Dios ha hecho todas las cosas bellas y armoniosas.

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Las vacaciones son tiempo para reencontrar la belleza de la creación, la naturaleza o las montañas.

Terceros

Tienen que ser un tiempo para descubrir una buena lectura, buena música, un nuevo museo, un nuevo rincón de la ciudad, un nuevo paisaje, un plato sencillo que me lleve a disfrutar de la vida, a saber quien soy y hacia donde voy, a descubrirme como ser “espiritual”, con interioridad y con anhelos muy grandes de vida para siempre. 

Son tiempo para dedicarse a los demás, a campamentos, cuidando a un enfermo o a un abuelo, acercándonos a personas y lugares que reclaman nuestra solidaridad; tiempo para compartir con los que no tienen nada ni que harán nunca vacaciones, con los que no saben qué es la amistad o la alegría de ser amado.

Las vacaciones no pueden ser un paréntesis evasivo de nuestra vida real, ni tampoco un vivir sin normas, ni tiempo de desenfreno o de gastos lujosos

Deben ser tiempo para fortalecer la fe, la confianza en Dios Padre, que cuida de nosotros y nos ama con su incansable misericordia. Tiempo para rogar, para leer los Evangelios y participar de la Eucaristía diaria, vivida con gratuidad. Tiempo para la intercesión y la visita a un santuario o un lugar donde Dios nos habla y se nos hace encontradizo.

Las vacaciones no pueden ser un paréntesis evasivo de nuestra vida real, ni tampoco un vivir sin normas, ni tiempo de desenfreno o de gastos lujosos, ni días de irresponsabilidad. Debe ser un tiempo que ayude a nuestra coherencia personal, vivido con autenticidad y siempre con la referencia a Dios y al prójimo. ¡Por todo eso, nos tenemos que desear disfrutar de unos buenos días de vacaciones!

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