Más de tres millones de mujeres viven con la mirada puesta en el baño. Ya sea en el trabajo, en una tienda, en el bar... Siempre, buscando el aseo. Sufren incontinencia urinaria, uno los problemas de salud que más merma la calidad de vida. De hecho, casi un millón de esas mujeres presenta síntomas de depresión por el estigma asociado a la pérdida de orina involuntaria. La mujer que lo sufre vive siempre con miedo a que su vejiga se vacíe sin previo aviso, a mancharse, a oler, siempre ansiosa, siempre angustiada. Su solución es callar, buscar un baño y ponerse o cambiarse la compresa o pañal de incontinencia.
“Es un horror”, señala María Gutiérrez, de 56 años, que tras años de sufrir en silencio la incontinencia urinaria, decidió acudir al médico. “Ahí comenzó el inicio de mi nueva vida porque al ponerme en manos de los profesionales, pusieron remedios”. Tuvo que pasar por quirófano. Pero la pesadilla acabó.
Los expertos piden a las mujeres que acudan al médico: “Hay tratamientos más allá del pañal”
Decenas de miles de mujeres sufren una enfermedad que callan por vergüenza y que afecta mayoritariamente a las que tienen más de 50 años (el 15%, aumentando con la edad y llegando al 90% en el caso de las residentes de los centros de mayores). Pero también a menores de 50.
Pese a ello, no acuden a los profesionales sanitarios, por lo que no acceden a los numerosos tratamientos existentes, dependiendo de si es una incontinencia de esfuerzo (perdida de orina provocada por actividades que incrementan la presión abdominal, como toser, reír o levantar objetos pesados), incontinencia urinaria de urgencia (pérdida de orina precedida por un deseo repentino e incontrolable de orinar) o mixta, una combinación de ambas.
No hay una sola causa. Se relaciona con la debilidad de las estructuras del suelo pélvico, común tras el parto o durante la menopausia; por los cambios hormonales asociados a la menopausia y también a la obesidad, que aumenta la presión sobre la vejiga y los músculos circundantes. También está relacionada con enfermedades neurológicas, con infecciones del tracto urinario y medicamentos, como diuréticos o ciertos antidepresivos, que afectan el control de la vejiga, entre otros.
Ante este contexto, ha surgido la Alianza contra la Incontinencia Urinaria (ALiNUR), formada por nueve sociedades científicas y asociaciones de pacientes, con el objetivo de visibilizar y mejorar la atención a la incontinencia urinaria.
Así lo refleja el documento de consenso elaborado por los miembros de la ALiNUR, Retos y propuestas para la mejora de la continencia urinaria femenina en España , donde los expertos señalan la necesidad de desarrollar un abordaje específico que responda a las múltiples necesidades no cubiertas de esta patología. Entre ellas, destaca la importancia de implementar programas de formación a los profesionales sanitarios, así como acciones educativas para pacientes y familiares.
Victoria García pide reforzar la preparación de los médicos de familia e impulsar las figuras de la enfermera de enlace
“Reforzar la preparación de los médicos de familia e impulsar las figuras de la enfermera de enlace o la enfermera gestora de casos resulta fundamental. No solo para el diagnóstico y seguimiento de la enfermedad, sino para mejorar la coordinación entre niveles asistenciales, la continuidad asistencial y la atención de las pacientes”, dice Victoria García, de la Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica (Seegg) y miembro de la Alianza.
Para alcanzar esta adecuación de la atención de las pacientes y garantizar el acceso rápido y óptimo a tratamiento, ALiNUR reclama que se garantice que las mujeres que padecen esta condición tengan acceso a todas las alternativas terapéuticas disponibles en el mercado nacional, incluyendo las soluciones terapéuticas innovadoras. “Hay tratamientos, lo que se necesita es que las mujeres acudan al médico y dejen de pensar que la única solución que hay es ponerse un pañal, como las marcas de absorbentes han promocionado”, explica García.
Irene Díez Itza, presidenta de la Sección de Suelo Pélvico de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), pide incentivar la investigación en torno a esta patología en diversas poblaciones. “Contar con datos actualizados sobre la prevalencia a través de una muestra representativa, facilitaría el impacto de la incontinencia urinaria en la salud. La innovación en esta materia contribuiría notablemente al desarrollo de nuevos tratamientos y dispositivos sanitarios que podrían ofrecer soluciones efectivas, seguras y accesibles, especialmente para las pacientes donde el abordaje es paliativo”, señala.
172.000 toneladas de pañales
En 2023, se estimó que el impacto económico de en los países europeos superó los 69.000 millones de euros. Esta cifra equivale, aproximadamente, a la mitad de la carga económica de la diabetes o a dos tercios de la carga económica del cáncer. En España, solo el uso de productos absorbentes (compresas y pañales) representaba el 59% del total de productos sanitarios prescritos en 2022, con su consiguiente repercusión a nivel ambiental, generando unas 172.000 toneladas de residuos anuales derivados de la eliminación de pañales de un solo uso. Su degradación puede tardar hasta 500 años.