Una madre, que parece que tiene 80 años pero que no supera los 60, y un hijo, de unos 40, que residen en Torre de la Alameda (Madrid). Son del pueblo de toda la vida. La casa, de la familia, está en un estado lamentable después de muchos años sin arreglar apenas nada. El estado físico y mental de sus moradores no es nada bueno. Son pobres, no han trabajado nunca, visten de cualquier manera y están sucios. Eso es lo que ven los desalmados que al amparo de la noche (¡qué valientes!) se dedican a increparles cuando se aburren al grito de “piojosos” (el más suave). Pero no se queda ahí. Una noche de junio prendieron fuego a la casuca.
Madre e hijo lo denunciaron. Sí, algo que quizá no se esperaban los valientes, y los agentes de la Guardia Civil investigaron. Han sido detenidos dos veinteañeros españoles residentes en el pueblo. En uno de los vídeos se ve cómo los dos presuntos agresores se acercan a la vivienda con palos y con botellas de lejía, arrancan los cartones que intentaban suplir la falta de cristales en las ventanas, y rocían el exterior y el interior con lejía. Cuando parecía que se marchaban, la mujer sale de la casa y los dos hombres volvieron para lanzarla lejía a la cara y botellas de cristal. La agresión causó a la mujer lesiones en un ojo. Luego, prendieron fuego a la infravivienda.
Aunque los delitos de odio descendieron un 13% en 2024, el rechazo a las personas sin recursos se incrementa
¿Un caso aislado? No, el odio al pobre, a esa persona que no tiene apenas nada, salvo ropa vieja, sucia y que malvive en la calle o en chabolas se expande. El pasado 25 de julio, también por la noche (las horas preferidas de los valientes), un hombre de 44 años de nacionalidad lituana fue quemado vivo mientras dormía en una calle de Málaga. La Policía investiga lo sucedido y busca a los agresores.
Según datos del Ministerio del Interior los delitos relacionados con la aporofobia aumentaron en un 33,3% en comparación con el año anterior, a pesar de que los delitos de odio en general disminuyeron en un 13,8%. Menos víctimas de delitos de odio en general, salvo en un grupo específico, el de las personas en situación de pobreza o vulnerabilidad.
La Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN-ES) alerta de la gravedad de estos datos, ya que la aporofobia es una forma de discriminación que aún no es ampliamente reconocida por la sociedad, lo que dificulta su prevención y erradicación.
El gran problema es que el rechazo al pobre se entrecruza con otros ejes de discriminación como la orientación sexual, la etnia, el estatus migratorio o una discapacidad, de tal manera que ese odio al vulnerable se invisibiliza, señalan desde EAPN-ES.
La pirámide social ya es un jarrón
La desigualdad va en aumento, en el mundo y también en España. Así lo indica uno de los mayores expertos en igualdad y desigualdad social, José Félix Tezanos, actual presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), quien, en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, señaló que la desigualdad es hoy el gran reto social, junto al cambio climático, aunque no se le está prestando atención. Según Tezanos, se está produciendo un gran proceso de movilidad descendente que ha cambiado la forma de la pirámide social: ya no es un diamante ensanchado en el centro por una amplia clase media. El dibujo, ahora, es más bien un jarrón: con una base cada vez más amplia, menos en el centro, y un grupo minoritario de privilegiados.
En España, las autoridades han tomado medidas para combatir este tipo de delitos, como la creación de un registro de delitos e incidentes de odio y la implementación de campañas de sensibilización sobre la realidad de las personas sin hogar y los delitos de aporofobia. Además, se han realizado detenciones e investigaciones a personas implicadas en estos delitos, alcanzando la cifra de 905 personas en 2024, según datos del Ministerio del Interior.
Pero, desde las entidades que trabajan con los más vulnerables estas cifras son sólo la punta del iceberg.
Ruth Caravantes Vidriales, responsable de Incidencia e Investigación de EAPN-ES, alerta del incremento de estos delitos relacionados con la aporofobia, en “un contexto individualista, productivo, en el que perduran mitos como que si alcanzas ciertos méritos estás a salvo de la pobreza, y eso lleva a creer que si alguien está en esa situación es por su culpa, porque no ha sabido hacer las cosas bien. Se responsabiliza al pobre de su pobreza”.
Pero la pobreza, recuerda Caravantes, no es un caso aislado. En España a día de hoy una de cada cuatro personas están en riesgo de pobreza y eso son muchas personas. La pobreza es un problema estructural, es un desequilibrio que somete a parte de los ciudadanos a vivir una vida indigna”.