Un equipo de investigadores de la Universidad de Florida ha detectado ADN de hongos y mohos potencialmente dañinos en las boquillas y líquidos de cigarrillos electrónicos, lo que plantea nuevas dudas sobre la seguridad de estos productos.
El estudio, publicado en el servidor de preimpresión bioRxiv, analizó el contenido de vapeadores usados y sin usar, así como los líquidos que se comercializan para ellos, y halló presencia de hongos distintos de la microbiota oral, incluidos los géneros Rhodotorula, Aureobasidium, Cystobasidium y Meyerozyma, algunos de los cuales pueden causar infecciones respiratorias, especialmente en personas con el sistema inmunitario debilitado.
Los autores del estudio sospechaban que, dado su diseño de plástico cerrado y los cambios de temperatura que sufren, los cigarrillos electrónicos podrían contener microbios patógenos. Y, mediante técnicas de secuenciación y cultivo de los dispositivos y enjuague bucal de 25 usuarios, descubrieron que solo un pequeño subconjunto de boquillas contenía bacterias pero la mayoría estaban abundantemente colonizadas por hongos.
Los investigadores creen que la contaminación podría producirse en distintos puntos de la cadena, desde la fabricación hasta el almacenamiento, e incluso producirse durante el uso por parte del consumidor a través del aire o de las manos, mientras que los restos que quedan en el dispositivo podrían ser fuente de alimento para el desarrollo de esos hongos.
Entre otras razones porque, dicen los autores del estudio, un tercio de los participantes que reportaron síntomas respiratorios no limpiaban su vapeador.
Aunque el trabajo no determina si las esporas detectadas están vivas o en cantidades suficientes para provocar enfermedad, sí alerta de que su inhalación repetida puede suponer un riesgo.
En este sentido, la exposición crónica al patógeno que era más frecuente en los vapeadores, Cystobasidium minutum, provocó hipersecreción mucosa y enfermedad pulmonar obstructiva en ratones, síntomas característicos de la bronquitis crónica.

Un tercio de los usuarios de cigarrillos electrónicos que reportaban problemas respiratorios en el estudio no limpiaba nunca su dispositivo
Los investigadores subrayan que, a diferencia de los cigarrillos convencionales, en los que el calor extremo de la combustión destruye la mayoría de los microorganismos, los vapeadores funcionan a temperaturas más bajas, lo que podría favorecer la entrada de estos agentes biológicos en el aparato respiratorio.
Estudios similares a este con cachimbas o pipas de agua también han aportado evidencia de su contribución a la enfermedad pulmonar inducida por microbios.