La peregrinación jubilar de los jóvenes y el encuentro con el papa León XIV ha sido un estallido de esperanza. Vivimos un momento poco entusiasta con la guerra y el hambre que no cesan, y la carencia de liderazgos éticos y de ejemplaridad pública. Sin guías eficientes y responsables no es posible transformar cualitativamente las sociedades. Todos, y especialmente los jóvenes, estamos llamados a mejorarlas, crear entornos pacíficos y generar instituciones justas. Y esto no es posible sin un liderazgo consciente de las dificultades del presente, y al mismo tiempo, espoleado hacia el futuro.
Por eso, al retornar del Jubileo, los jóvenes tienen ante sí una tarea clara y fundamental: convertir los mensajes del Papa en vida, en acciones concretas y comprometidas en la sociedad, la Iglesia y el mundo. Sus palabras, llenas de luz, realismo y esperanza, no pueden quedarse en un recuerdo emotivo, sino que deben ser el punto de partida para una nueva etapa de fe activa y valiente.
Es tiempo de construir una Iglesia que viva en el presente y camine hacia el futuro
El Papa ha insistido en la llamada a ser testigos auténticos y valientes del Evangelio, sin avergonzarse de la fe, siendo jóvenes con corazón abierto, con capacidad de mirar al otro con amor y con ganas de transformar el mundo desde el Evangelio. Frente al consumo, la superficialidad o la indiferencia, la misión de los jóvenes es vivir con coherencia, haciendo visible que seguir a Jesús es fuente de alegría, de libertad y de compromiso.
Dios tiene un proyecto para cada uno, les ha recordado León XIV, y la labor de los jóvenes es escuchar, discernir y responder con generosidad. No todo el mundo está llamado a lo mismo, pero todo el mundo está llamado a amar y a servir, sea como sea, la vocación concreta: laica, religiosa, matrimonial o misionera. Es tiempo de construir una Iglesia confesante, viva y arraigada en la realidad, que viva en el presente y camine hacia el futuro. Los jóvenes son parte esencial de esta Iglesia, y tienen la misión de hacerla más cercana, más acogedora, más profética y comprometida con quienes sufren. Después del Jubileo, es momento de tomar compromisos y participar activamente en las parroquias, movimientos e iniciativas pastorales diocesanas que transformen el tejido social.

El Papa León XIV en la jornada de clausura del Jubileo de los jóvenes en Roma
Uno de los ejes constantes del Papa León ha sido el clamor por los más pobres y por el planeta. Los jóvenes deben asumir este reto como propio y romper con la indiferencia, luchar contra las desigualdades y optar por estilos de vida sencillos y sostenibles. La fe integra la oración y la adoración, con el compromiso, la justicia y la ecología integral, sabiendo que todo compromiso cristiano nace del encuentro personal con Cristo. Sólo desde este fundamento se puede crecer en solidez y dar fruto. Como el papa León XIV ha proclamado, “el futuro no se espera, se construye”. Y son sobre todo los jóvenes quienes tienen manos, sueños y fe para hacerlo realidad. Ahora toca volver a casa, pero no para descansar, sino para hacer del mundo un sitio más evangélico, más humano, más según la voluntad amorosa de Dios.