“Aceptemos la realidad: estos incendios están aquí para quedarse”

España en llamas

Entrevista a Francisco Martín Azcárate, profesor titular de  Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid

Francisco Martín Azcárate, biólogo y ecólogo de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM)

Martín Azcárate analiza la virulencia de los fuegos de este agosto 

Pamela Zhumi

La pregunta: ¿Por qué la región entre Zamora, León y Ourense arde tanto? Francisco Martín Azcárate, profesor titular del departamento de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid e integrante del centro de investigación en Biodiversidad y Cambio Global de la misma universidad, explica que responderla exige “huir de los discursos muy simplistas” que se repiten en las tertulias, las redes sociales y también en boca de algunos políticos.

La explicación

Es un error reducir estos nuevos fuegos al cambio climático: hay más factores”

“No es una cuestión de penas de cárcel, ni de recoger piñas del monte, ni tampoco de desplegar a todo el ejército. Es necesario comprender que, incluso si lo hiciéramos todo bien, que no lo estamos haciendo, vamos a tener grandes incendios en los próximos veranos. Decir lo contrario, que con algunas medidas esto se resuelve, sólo sirve para generar frustración en la población”, señala a La Vanguardia .

En este contexto, ¿por qué los incendios están concentrados en el noroeste del país?

Una explicación: es una región del mundo con una alternancia muy marcada entre una estación muy lluviosa –otoño, invierno y primavera–, en la que se genera mucha biomasa, seguida de una estación muy seca (verano), en la que la vegetación pierde mucha agua, se seca y se vuelve fácilmente combustible. Luego, la segunda razón es el tipo de vegetación que crece en esa región, particularmente inflamable por las características litológicas, por la historia de uso y por cómo se maneja el paisaje. Es decir, son comunidades vegetales que arden con más facilidad que otras.

¿La orografía, el relieve terrestre, también influye?

Sí, también conspira para que estos incendios sean más difíciles de manejar. Hablamos de una orografía muy accidentada, en la que los vientos no son fáciles de predecir, cambian bastante. Y el acceso es complicado. Pues al final, cuando ya el incendio está en marcha, extinguirlo es mucho más complicado que en otras regiones. Y hay más factores.

¿Cuáles?

Que desde hace varias décadas la zona ha cambiado su uso, han desaparecido los usos tradicionales, ha desaparecido la ganadería, han desaparecido los mosaicos propios también de pequeños usos, como las huertas. Entonces, el paisaje se ha vuelto muy homogéneo con más plantaciones forestales. Todo eso acentúa el problema. Y luego, el cambio climático. Temperaturas con anomalías positivas cada vez mayores. Esto facilita mucho que la vegetación, una vez que se produce una ignición, ya sea intencional, accidental o natural, arda con más intensidad. Es una región acostumbrada a veranos más suaves, no tan calurosos y secos como los de ahora.

En 2022, la última temporada de grandes incendios, también hizo un calor muy anómalo. ¿Hay una relación directa entre calor extremo y llamas descontroladas?

Para que un incendio se propague depende mucho de las condiciones ambientales: que la humedad relativa sea baja, que la temperatura sea alta y que el viento tenga cierta intensidad. Estamos teniendo temperaturas cada vez más altas y también humedades relativas más bajas. Cuando sopla el viento, todo se cumple.

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Algún negacionista dirá que el año pasado también hizo un calor muy por encima de la media y prácticamente no tuvimos incendios. ¿Qué se le responde?

Que los patrones no se analizan eligiendo un año, un sitio o un momento que se aparezcan a lo que yo pienso. Un patrón debe detectarse con estudios a largo plazo. No hay que elegir el verano que nos gusta para validar un poco nuestras opiniones. Eso va completamente en contra del método científico. Las series largas nos dicen que en las últimas décadas tenemos incendios cada vez más extensos. Esto es evidencia científica.

¿Es un error reducir estos nuevos incendios al cambio climático?

Sí, porque en paralelo al cambio climático, tenemos un incremento de la superficie arbolada y forestal, del combustible. El campo está tan abandonado que la vegetación leñosa va ganando terreno. Ambos factores son determinantes. Por eso, decir de forma tajante que lo que está pasando es por esto o lo otro es un error. Hay muchos factores que están interactuando a la vez.

¿Qué se puede hacer para reducir el impacto y adaptarnos?

Las soluciones no solo requieren de la ciencia. También de personas informadas. Por lo tanto, empezaría por la educación en lo que respecta a la convivencia con el fuego. No quedarnos sólo con las causas y los daños. Entender que en los paisajes mediterráneos los incendios son un fenómeno natural. La superficie quemada en muchas ocasiones abre una oportunidad para generar un paisaje que a lo mejor es preferible al anterior. Plantar árboles es lo último que habría que hacer. Nos hemos educado con la idea de que cualquier espacio no arbolado es malo. No hay que reverdecer todo. Las ciudades, sí. Pero los espacios naturales no necesariamente.

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