A veces las palabras duelen más que el propio fuego. En medio del estrépito de las llamas, una vecina lanza cubos de agua con la fe de quien aún cree posible salvar su casa. “No, no, no te acerques”, le suplica otra residente de Vilamartín de Valdeorras, con la voz desgarrada por el humo. Y, cuando añade: “Esto, con la temperatura que hace hoy, olvídate. Eso vuelve a prender”, la frase cae como una jarra de agua fría.
Fría porque corta de raíz la esperanza; irónica porque lo que falta precisamente para combatir el incendio es agua, pero no la suficiente. En esa contradicción late la tragedia: cuando hasta el líquido que apaga se convierte en metáfora de desaliento. “No había ningún maldito helicóptero ni ninguna avioneta que pudiera refrescar un poco todo”, se queja Patricia Vila, de 42 años, frente a las cámaras de la agencia AFP.
No había ningún maldito helicóptero ni ninguna avioneta que pudiera refrescar un poco todo”
“Demasiado poco ha pasado”, se sorprende Isidoro, de 83, al relatar el golpe de las llamas en la misma localidad. Las imágenes del incendio no dejan indiferente a nadie, y las palabras de Marcelino Mondelo, de 64, son capaces de enmudecernos a todos: “Esa era mi casa”.
España recibe, a día de hoy, la ayuda de Francia, Italia, Eslovaquia y Países Bajos, que han enviado aviones de extinción de incendios. Sin embargo, el tamaño y la gravedad de los fuegos, así como la intensidad del humo —visible desde el espacio—, dificultan la acción aérea.
El fuego ya ha provocado la muerte de cuatro personas y ha arrasado más de 382.000 hectáreas este año, según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales de la Unión Europea. Una superficie que duplica el área metropolitana de Londres.
El origen lejos del fin
Incendios intencionados y crisis climática
Muchos de estos incendios han sido ocasionados por la actividad humana y la policía ha detenido a 23 personas por originar presuntamente estos incendios y está investigando a 89 más, según ha informado la Guardia Civil.
Europa, según el Servicio de Cambio Climático Copernicus de la UE, se ha calentado al doble de la velocidad de la media mundial desde la década de 1980. Los científicos advierten de que el cambio climático está agravando la frecuencia y la intensidad del calor más la sequía en algunas regiones del continente, lo que incrementa su vulnerabilidad a los incendios forestales.
En la provincia gallega de Ourense, los bomberos combaten las llamas junto a los vecinos. Vestidos solo con pantalones cortos y camisetas, utilizan mangueras de jardín, cubos de agua y ramas de árboles para intentar frenar la propagación y no perder sus hogares.
Quizá todo pasa porque la jarra de agua fría no ha caído tanto sobre las llamas, sino más bien sobre los propios vecinos. Una constatación de que, frente a un fuego alimentado por el calor extremo, los fuertes vientos y la ausencia de medios, la esperanza por apagar las llamas o proteger tu hogar es capaz de evaporarse antes que el agua.