Ignaros de lo ígneo

Comparado con los veranos del 2023 y el 2024, el del 2025 está siendo extremadamente virulento con un trágico balance de vidas humanas, amenaza a poblaciones y propiedades, e impacto destructivo en una extensión importante del medio natural. Es urgente revisar la legislación sobre incendios y planificar con realismo la prevención, el uso del territorio, la gestión forestal, la alerta temprana y la extinción, con expertos en cada área.

Ante esta emergencia nacional, hay que dejar la confrontación política y aplicar soluciones. El conocimiento científico es clave para reducir los incendios de “sexta generación”, que los pesimistas consideran incontrolables, especialmente cuando, de forma miope, piensan solo en el incremento de recursos humanos modestamente retribuidos. La emergencia climática, el abandono rural y la falta de planificación han multiplicado el riesgo.

“Las estrategias contra los incendios exigen una decidida acción política”

El inicio y propagación de un incendio dependen del combustible, la ignición, la atmósfera y la topografía. Reducir combustible requiere gestión planificada del territorio y aprovechamiento sostenible de los recursos agroforestales. Las urbanizaciones en interfaz forestal necesitan áreas de baja carga de combustible y medidas de autoprotección. La ley contra incendiarios debe endurecerse, junto con la vigilancia, la limpieza de instalaciones y los sistemas de alerta.

Minimizar la biomasa más inflamable reduciría la intensidad del fuego y fenómenos como los pirocúmulos. La definición de zonas prioritarias, cortafuegos adaptados y simulaciones numéricas con apoyo de inteligencia artificial pueden guiar estrategias de extinción.

“Más pronto que tarde, podemos sufrir grandes incendios forestales en España” se afirmaba de forma premonitoria en las conclusiones del seminario Incendios forestales en España que, en octubre del 2024 y organizado por la Real Academia de Ingeniería y el Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Catalunya, reunió en Madrid a expertos en la prevención de incendios, la gestión del medio rural y la simulación matemática de su propagación. El consenso fue general: ni los equipos de extinción ni los expertos en incendios forestales pueden planificar estrategias para hacer frente a esta amenaza sin una decidida acción política.

La ecuación es simple: el cambio climático nos ha conducido a nuevos escenarios que somos capaces de prever, pero los incendios extremos son una realidad que genera sus propias condiciones para avanzar sin control. Hoy en día, no solo su control sino también la predicción y la simulación de estos incendios es un reto todavía inabordable.

Es necesario un pensamiento global e integrador. La prevención pasa por revalorizar los recursos forestales, recuperar el mosaico agrícola y contener la expansión del bosque. En Catalunya, ocupa ya un 15% más que hace 30 años. Con criterio científico, es necesario redibujar el territorio y equilibrar usos rurales, agrícolas y forestales. España dispone de conocimiento científico para impulsar cambios profundos que conviertan la naturaleza en aliada frente al cambio climático y activen una bioeconomía de futuro.

Planteamos un programa de investigación aplicada de incendios forestales para liderar este reto y preparar el territorio frente a potenciales grandes incendios. Un programa que podría vincularse a la declaración del 2023 de la Fundación Pau Costa de destinar al menos 1.000 millones de euros anuales a esta misión.

El desafío es enorme y la frecuencia creciente de incendios en­ Corea, California, la península­ Ibérica y el sudeste eu­ropeo lo demuestra. El cam­bio climático no se detendrá, pe­ro sus efectos se pueden miti­gar con ciencia y consenso polí­tico.

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