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¿Está en crisis el sistema educativo en España?

En una encrucijada

Un plan de estudios obsoleto, la IA y la falta de financiación son los principales retos percibidos

Sólo el 29% de españoles considera buena la calidad de la educación, según una macroencuesta de Ipsos

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Carlos Luján - Europa Press

¿Está en crisis el sistema educativo en España? Para responder a esta pregunta (spoiler : sí), vayamos a las conclusiones del Monitor de educación 2025 , elaborado por Ipsos a partir de una macroencuesta internacional con 1.000 entrevistas en nuestro país.

Primera idea: la sociedad española percibe su sistema educativo como una estructura anclada en el pasado, con dificultades para evolucionar al ritmo que marcan los cambios sociales y tecnológicos.

Un 62% de españoles apoya prohibir el móvil en la escuela; y un 82%, vetar redes sociales antes de los 14 años

Ipsos emplea el término “obsolescencia percibida” y la identifica como la base de una “crisis de confianza” social. También como el motor de las críticas, que hallan un terreno común en problemas tangibles como tener un currículo/plan de estudios desfasado o la falta de financiación. Curiosamente, la valoración general del sistema educativo supera la polarización ideológica.

En términos generales, la calidad de la educación recibe una valoración baja: solo un 29% la califica como buena, frente a un 37% que la considera mala. En este aspecto existe una marcada brecha generacional: los menores de 35 años (39%) tienen una visión más positiva que los mayores de 50 años (22%).

¿Cómo se compara España con nuestro entorno europeo? Nuestro nivel de confianza es bajo (5 puntos debajo de la media global del 34%), aunque cierto es que más críticos son, con sus respectivos sistemas, Francia o Italia.

La valoración general del sistema, mayoritariamente crítica, supera la polarización ideológica

Segunda idea: la tecnología actúa como catalizador de miedos y esperanzas. Existe una contundente demanda de prohibir los móviles por cuanto los dispositivos se ven como una amenaza a la concentración y el bienestar tanto dentro como fuera del aula. Un 69% cree que debería prohibirse el uso de teléfonos inteligentes en las escuelas, seis puntos más que el año pasado.

Aquí se abre otra brecha generacional. Los jóvenes no ven el riesgo que señala el resto de la sociedad, hasta el punto que solo el 41% se muestra partidario del veto frente al 83% de la generación del baby boom, el 77% de la X y el 71% de la milennial. Un 82% apoya que a los menores de 14 años se les prohíba el uso de redes sociales, dentro y fuera de las aulas, nueve puntos más en un año. De nuevo aparece la divergencia de opinión según la edad.

El móvil es el terreno conocido. Diríase que concita ciertos consensos. No ocurre lo mismo con la inteligencia artificial, la gran desconocida. En este punto llega la tercera idea. Hay una división en la sociedad respecto al papel de la IA, con un 39% a favor de prohibirla en las aulas, un 34% en contra y un 28% sin opinión formada (atención a este último porcentaje).

Estamos pues ante una “frontera incierta”, según Ipsos. La indecisión y el desconocimiento que rodean a la IA no reflejan neutralidad, sino una falta de herramientas para evaluar su impacto, “lo que abre una peligrosa puerta a la desinformación y a la parálisis política”, apuntan los investigadores.

Hay una división respecto al papel de la IA, con un 39% a favor de prohibirla en las aulas, un 34% en contra y un 28% no tiene una opinión formada

La división entorno a la IA sí se observa en el plano ideológico, con un respaldo más firme a la prohibición entre los votantes de derechas que entre los de izquierdas (50% de VOX y 48% por parte del PP; frente al 35% del PSOE y el 28% de Sumar). En cualquier caso, la sociedad española no se desmarca demasiado de la tendencia global, ya que esta disparidad entre opiniones alrededor del veto a la IA en las escuelas es compartida con el resto de los 30 países analizados.

El debate público, hasta la fecha, sobre la inteligencia artificial en los espacios educativos ha basculado mayoritariamente entre el asombro tecnológico y la alarma ética. Para algunos sectores, esta herramienta representa una amenaza a la integridad académica. Para otros, una oportunidad transformadora. Sin embargo, más allá del debate técnico, lo que se evidencia es una crisis estructural en el modelo educativo tradicional que en cierta manera viene a apuntar el análisis de Ipsos. Quizá no se trata tanto de librar una guerra contra la IA, sino de repensar el sentido profundo de enseñar y aprender en un entorno mediado por tecnologías disruptivas.

Quinta idea: el diagnóstico de los mayores desafíos a los que se enfrenta el sistema educativo. Un 35% apunta a un plan de estudios obsoleto, un 32% a la falta de financiación pública y un 23% a las aulas superpobladas. Les siguen la formación inadecuada del profesorado (22%), el sesgo político o ideológico (20%) y las altas tasas de abandono escolar (19%).

Las prioridades, no obstante, varían según la orientación política. La izquierda pone el acento en la falta de financiación pública, la saturación de las aulas y las infraestructuras. Y la derecha prioriza la formación inadecuada del profesorado, la neutralidad ideológica y la alta tasa de abandono escolar.