“Toda Europa tendrá fuegos desbocados: ningún macizo se librará de las llamas”
Entrevista a Marc Castellnou
Este experto a nivel internacional en prevención dibuja un futuro poco alentador: “vamos a sufrir”, augura
Marc Castellnou tiene 53 años y lleva 28 como bombero; es un reputado experto a nivel internacional en prevención de incendios.
Si ves las barbas de tu vecino quemar, pon las tuyas a remojar. El conocido refrán –y aquí la cosa sí va de fuego– tendrían que aplicárselo ya nuestros vecinos del norte de Europa. El que avisa –en este caso Marc Castellnou, jefe del Grup de Recolzament d’Actuacions Forestals (GRAF)– sabe muy bien de lo que habla. El augurio, por si alguien tuviera dudas, lo hace un reputado experto a nivel internacional en incendios forestales. Lo que anuncia este bombero se cumple.
¿La prueba? Castellnou ya advirtió hace una década del riesgo de grandes e incontrolables fuegos como los que han asolado este agosto media España. Así que a Castellnou la noticia de las 400.000 hectáreas quemadas este año (la mayoría, 358.000, han ardido en 15 días en Castilla y León, Extremadura y Galicia) no le sorprende.
Ahora lanza otro augurio: la historia se repetirá, más pronto que tarde, por toda Europa, también en los países del norte. El fuego forestal ya no entiende de latitudes. Y lo más preocupante: el actual modelo de extinción ha caducado.
Hay que reconocer que lo que usted anunciaba hace más de una década se ha cumplido…
Sí. Lo venimos repitiendo hace años y lo que ha pasado este agosto en el noreste de España se vino venir, como nunca, en los graves incendios de Portugal de 2017. Para mí estos incendios no han sido una sorpresa; es la factura esperada que se paga cuando no hay gestión forestal, el clima no acompaña y tenemos unos bosques estresados.
¿Me dice que estos fuegos no tienen nada de excepcional y que el drama se va a repetir?
Con toda seguridad, pero ya no solo a cualquier latitud en España, desde los Pirineos hasta el Sistema Ibérico. Los próximos que van a padecer grandes incendios como los de Galicia, Extremadura o Castilla y León van a ser nuestros vecinos de toda Europa, también en el norte. Ningún macizo de ese continente queda ya libre de ser pasto de las llamas. Este verano –esa es una noticia que ha pasado desapercibida en nuestro país, con lo que ya tenemos aquí– un solo incendio ha quemado 12.000 hectáreas en Escocia.
¿Y serán fuegos, como estos últimos, imposibles de apagar?
Sin duda. El estado en el que están ahora nuestros bosques, con mucho combustible por quemar, hace imposible apagarlos por más medios materiales y humanos que se desplieguen. Y eso es muy frustrante para los profesionales que aún sabiendo que no podrán apagarlo continúan con su trabajo.
¿Fiarlo todo a la extinción es, pues, abonarse al fracaso?
En estos fuegos de última generación la batalla contra las llamas está perdida. Los incendios del noreste de España llegaron a tener un perímetro, en total, de más de 900 kilómetros. Es imposible atacar esas llamas, por más medios que se desplieguen. Y aunque sea muy frustrante para los bomberos y resto de profesionales, eso hay que asumirlo. La política de centrarlo todo a la extinción hace ya mucho tiempo que está caducada.
El futuro augurado por Marc Castellnou no anima al optimismo. Deconstruir todo lo que se ha hecho mal en gestión de bosques tardará décadas.
¿Y los programas de simulación?
Han cambiado las reglas del fuego y hoy apenas nos aportan nada. Con este escenario poco más podemos hacer que centrar nuestro trabajo en la protección de personas y edificios.
Usted fue de los primeros en hablar de fuegos de sexta generación, esos tan violentos e indomables. ¿Habrá séptima generación?
Hemos llegado al límite, al máximo de violencia que se puede esperar con el actual escenario. No creo que quepan ya nuevas categorizaciones para definir los fuegos del futuro.
Entonces, ¿qué hacemos?
Vamos a sufrir. Es imprescindible, ya, un acuerdo de país para la gestión del territorio. Hay que cambiar la forma de pensar, tanto de los políticos como entre los ciudadanos.
No tengo tiempo de seguir la última bronca política, pero sí le confieso que alguna vez pienso en dejarlo todo y dedicarme, con mucho respeto a ese trabajo, a recolectar olivas”
Los bosques no pueden seguir siendo polvorines a punto de explotar. Una estrategia, que tendría que extenderse y aplicarse todo el año, es la de provocar fuegos de baja intensidad. Esas áreas quemadas ayudarán, después, a detener las llamas si hay un incendio violento como los de ahora. Pero esto tienen que entenderlo también los ciudadanos, que verán cómo se quema de forma intencionada parte de su territorio, además de contar con el apoyo de las administraciones.
¿Hablamos de quemar, con ese fuego técnico, mucha superficie?
En Catalunya esta estrategia podría tener resultados positivos con la quema de unas 15.000 hectáreas. Esto sería entre un dos y un tres por ciento de la superficie forestal. Pero, insisto, estas quemas tienen que hacerse cada año.
Si se hiciera bien esa gestión forestal, ¿cuántos años pasarían hasta reducirse el riesgo de estos grandes incendios desbocados?
Deconstruir todo lo que se ha hecho mal en gestión forestal en las últimas décadas no se hará de un día para otro. Tendrán que pasar como mínimo 15 años, en caso de hacerlo todo bien a partir de ahora, para tener unos bosques bien gestionados que puedan ser apagados con nuestro modelo de extinción.
Algunos políticos insisten en hablar de “terrorismo incendiario” al referirse a los fuegos de este agosto...
Ellos sabrán, pero la realidad es que más del 90% de los fuegos se originan de forma accidental o por imprudencias y los provocados con clara intención son los menos y además no suelen ser los peores.
¿Sigue usted la bronca política con acusaciones cruzadas sobre estos últimos fuegos?
No tengo tiempo, pero sí le confieso que alguna vez pienso en dejarlo todo y dedicarme, con mucho respeto a ese trabajo, a recolectar olivas.